OPINIÓN: Las mujeres en la llamada cuarta transformación
Nota del editor: Fátima Masse es coordinadora de proyectos del @IMCO . Síguela en Twitter como @Fatima_Masse . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
(Expansión) – La llamada cuarta transformación llegó a México con una serie de contrastes para las mujeres. Por un lado, hay hechos que inspiran a muchas jóvenes: el 40% de las secretarías de Estado son encabezadas por mujeres, como la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; o Luisa María Alcalde, que a sus 31 años dirige la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Además, en esta Legislatura, el Congreso cuenta con paridad de género, 48.2% de diputadas y 49% de senadoras. A esto se suma el anuncio de implementar un proyecto piloto para incorporar a las trabajadoras del hogar a la seguridad social.
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Por otro lado, a pesar del empoderamiento político de las mujeres y los avances de uno de los grupos de trabajadoras más vulnerable, hay cuatro señales que podrían implicar un retroceso en la carrera por mayor igualdad para las mexicanas.
1. En la toma de protesta , no se hicieron promesas para las mujeres
El pasado 1 de diciembre, el presidente López Obrador dijo que el Estado se ocuparía de disminuir las desigualdades sociales. Describió acciones a favor de estudiantes, adultos mayores, personas con discapacidad y otros grupos con carencias, pero no mencionó políticas para atender a las mujeres. De hecho, la palabra mujeres solo aparece una vez en el discurso y fue para agradecer a aquellas que apoyaron su movimiento.
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Sin embargo, una de las manifestaciones de la desigualdad social más cotidiana está en las diferencias entre hombres y mujeres. En 2018, nuestro país obtuvo el lugar 50 en el Índice de Brecha de Género del Fondo Económico Mundial, situándose por debajo de países latinoamericanos como Nicaragua, Costa Rica y Cuba, debido a rezagos en el entorno laboral. En México, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del cuarto trimestre de 2018, solo el 39% de la población ocupada son mujeres y el 61% de ellas no cuenta con acceso a instituciones de salud.
2. Jornadas laborales más largas para los burócratas de confianza
El punto 27 del Plan de Austeridad , que se presentó en julio de 2018, señala que los empleados de Gobierno de confianza (los no sindicalizados) trabajarían de lunes a sábado y “cuando menos ocho horas al día”. Esta medida se suma a un contexto en el que México es uno de los países con jornadas laborales más largas. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo , nuestro país es el 15 de 79 donde las empleadas trabajan más horas en promedio a la semana.
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Además, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) , en México las mujeres aportan poco más de 78% de las horas destinadas al hogar (contra 22% que destinan los hombres). No se sabe en realidad qué tanto se aplica la medida de jornadas laborales más largas. Sin embargo, de ser efectiva, podría tener efectos desproporcionados sobre el personal femenino.
3. Se eliminó el Programa de Estancias Infantiles para apoyar a madres trabajadoras (PEI)
El PEI beneficiaba a casi 311,000 madres de más de 15 años, de bajos ingresos, con hijos de uno a cuatro años y sin acceso a la seguridad social. La última ficha de monitoreo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), concluye que los beneficiarios del PEI contaron con 34 horas semanales para trabajar o estudiar, y casi todos ellos (más del 96%) observaron un impacto positivo en el desarrollo de lenguaje, habilidades sociales y desarrollo motriz de sus hijos. Si bien en 2016 la Auditoría Superior de la Federación detectó anomalías en el ejercicio del 1.8% de los recursos asignados, el monto pareciera relativamente pequeño para ser motivo de cancelación del programa.
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A partir de 2019, el PEI fue sustituido por un programa de transferencias monetarias no condicionadas. Organizaciones como Oxfam México, GIRE y Save the Children advirtieron que este cambio desfavorece la igualdad de oportunidades, pone en riesgo el derecho de la infancia a la educación inicial e incluso expone a los niños a entornos que podrían ser peligrosos. Ante estos riesgos, y dados los beneficios del programa, hubiera sido preferible implementar estrategias para transparentar el uso de recursos y superar sus debilidades.
4) No hay claridad respecto a los refugios para víctimas de violencia
Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016 , el 43.9% de las mexicanas ha experimentado violencia por parte de su pareja, y en el 64% de esos casos ha sido violencia severa.
El Gobierno diseñó el Plan de Acciones Emergentes para Garantizar la Integridad, la Seguridad y la Vida de las Mujeres y las Niñas en México, en donde, el Estado toma la rectoría de las acciones en esta materia y destinará recursos a estados y municipios para que implementen el Plan, que incluye la operación de la Red Nacional de Refugios.
No queda claro cuál será el rol de las organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, perder su experiencia podría acarrear graves implicaciones en términos de seguridad y secrecía sobre la ubicación de las víctimas.
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La igualdad entre hombres y mujeres no es solo un imperativo moral, sino también tiene un potencial económico enorme. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), si se redujera a la mitad la brecha de género en la fuerza laboral de México, el PIB per cápita para el periodo 2013-2040 podría crecer a una tasa promedio anual del 2.46%. Esto implica que, en 2040, el PIB per cápita sería mil 100 dólares mayor, solo por evitar que el capital humano que concentran las mujeres se pierda.
Para materializar estos beneficios, el Gobierno de México debe hacer un compromiso expreso con las mexicanas. Como bien dice mi colega Jorge A. Castañeda “un estado de bienestar crea instituciones para proteger y ayudar a las poblaciones vulnerables”. Si queremos un país más equitativo será necesario incorporar la perspectiva de género en la toma de decisiones, implementar políticas que permitan conciliar la vida familiar y laboral, así como facilitar el acceso de las mujeres a la justicia para reducir casos de violencia.
Ojalá que este Día Internacional de la Mujer sirva para sensibilizar al Estado mexicano y que se incluya la igualdad de género dentro de los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo, con el fin de guiar mejor sus políticas y ponerle el ejemplo al resto de los ciudadanos.
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