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OPINIÓN: Escándalo por fraude en universidades de EU, la punta del iceberg

Una de las cosas más desconcertantes sobre este caso, por supuesto, es lo fácil que es para los ricos ingresar a las universidades de élite sin recurrir al fraude, opina David Perry.
mié 13 marzo 2019 01:09 PM

Nota del editor: David M. Perry es periodista e historiador. Es el principal asesor académico del departamento de historia de la Universidad de Minnesota. Síguelo en Twitter como @Lollardfish . Las opiniones expresadas aquí pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) – "No estamos hablando de donar un edificio, estamos hablando de fraude", declaró Andrew Lelling, el Fiscal de Estados Unidos para Massachusetts, cuando anunció las acusaciones que pesan sobre un masivo plan donde famosos y otras personas acaudaladas recurrían a engaños, sobornos y mentiras para lograr que sus hijos ingresaran a universidades de élite.

El comportamiento descrito en este presunto fraude debe ser castigado. Pero desde una perspectiva más amplia y básica, el caso también ilustra las profundas inequidades en el sistema estadounidense de admisión a la universidad. Porque si alguien puede meter a su hijo en Harvard mediante la compra de un edificio o cometiendo cualquiera de los supuestos actos que manan de este caso, el escándalo no se limita a lo que es ilegal, sino también a lo que es legal.

Las acusaciones son impactantes. Las actrices Felicity Huffman y Lori Loughlin , entre docenas de otros padres adinerados (si no necesariamente famosos), presuntamente participaron en dos tipos de esquemas, uno que consistía en hacer trampa en las pruebas de admisión y otro donde se fichaban falsos talentos en los deportes para asegurarles el ingreso a la universidad.

Lee: Escándalo de fraude alcanza a las actrices Felicity Huffman y Lori Loughlin

En lo que respecta al simulado talento deportivo, los clientes pagaban a William Rick Singer (quien dirigía dos firmas de consultoría educativa, una con fines de lucro y otra sin fines de lucro, y ahora es un testigo colaborador) para crear falsos expedientes de logros deportivos en el bachillerato, y luego persuadir o sobornar a los entrenadores a fin de mejorar las probabilidades de admisión del estudiante.

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CNN ha contactado a varios imputados para conocer sus comentarios. Las universidades de Yale, Wake Forest, UCLA, USC, la Universidad de Texas y Georgetown han emitido declaraciones donde algunas se identifican como víctimas de los supuestos esquemas criminales y otras anuncian investigaciones internas y despidos. Singer se declaró culpable el martes y su abogado dijo a los medios que su cliente estaba "muy arrepentido".

Una de las cosas más desconcertantes sobre este caso, por supuesto, es lo fácil que es para los ricos ingresar a las universidades de élite sin recurrir al fraude.

La mayoría de los 100 mejores colegios y universidades incentivan las llamadas legacy admissions o “admisiones por parentesco” (la preferencia por aquellos candidatos que tienen familiares que egresaron de la escuela en cuestión), lo que significa que los estudiantes de primera generación comienzan ya en desventaja. La Century Foundation lo llama "discriminación positiva a favor de los ricos". Las personas ricas también pueden aumentar las probabilidades de admisión de sus hijos a través de donaciones, como muchos han sugerido fue el caso de la admisión a Harvard de Jared Kushner, el yerno del presidente Trump.

Las pruebas de admisión estandarizadas también favorecen a los estudiantes ricos que no hacen trampa, pues tienen acceso a tutores, clases especiales y cursos propedéuticos en las preparatorias privadas de élite. Como sostienen los autores del libro "Class Warfare: Class, Race, and College Admissions in Top-Tier Secondary Schools", las admisiones universitarias son "un campo de prueba para la transferencia de la ventaja social".

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Pero la otra parte del actual esquema de fraude es aún más pernicioso y se centra en los exámenes de admisión. A través de Singer, los padres sobornaron a los funcionarios que aplican los exámenes estandarizados de varias maneras. Algunos simplemente “soplaban” las respuestas; otros permitían que una tercera persona se hiciera pasar por el examinado, de suerte que un estudiante mejor preparado académicamente presentaba el examen en lugar del postulante.

Lo peor de todo, según los documentos de la acusación, es que algunos padres se compincharon con Singer para que sus hijos fuera diagnosticados falsamente con una discapacidad de aprendizaje a fin de obtener tiempo adicional y un espacio especial para el examen, y así Singer sustituía al vigilante oficial con alguien de su equipo.

Por ejemplo, la acusación incluye una supuesta conversación entre Singer y Gordon Caplan, copresidente de un importante despacho de abogados, Wilkie Farr & Gallagher. Singer explicó que la hija de Caplan se reuniría con un psicólogo en su nómina, pero que la chica tendría que mostrarse "estúpida" para que le diagnosticaran discapacidades de aprendizaje. De esa forma ella podría volar a Los Ángeles y tomar el examen con el vigilante corrupto de Singer. Lo mejor de todo, prometió Singer, es que la hija de Caplan también podría usar su falso diagnóstico para obtener tiempo adicional a lo largo de toda su carrera universitaria.

De acuerdo con la transcripción divulgada por el Departamento de Justicia, Singer le dijo a Caplan: "Lo que sucede es que todas las familias ricas descubrieron que si su hijo es examinado y le conceden tiempo adicional, puede hacer mejor la prueba. La mayoría de estos chicos ni siquiera tienen problemas, pero gozan de más tiempo. La cancha no es pareja".

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Sé que la cancha no es pareja. Soy padre de un hijo con discapacidad. Yo mismo tengo dislexia, pero nunca tuve un diagnóstico cuando estuve en la escuela. Enseñé durante 10 años en una escuela dedicada a educar a estudiantes universitarios de primera generación, la mayoría de los cuales eran latinos.

Ahora asesoro a un grupo de 300 estudiantes de historia en una gran universidad pública. Trabajan muy duro. Son brillantes. Y merecen mucha más confianza y apoyo de nuestros sistemas educativos. Y he visto a muchos estudiantes de orígenes menos privilegiados que batallan para obtener el diagnóstico que necesitan, que luchan contra su propia sensación de estigma por pedir ayuda y luego se topan con maestros que sospechan de su discapacidad.

Gracias a estos fraudes, la adaptación puede convertirse en una batalla entre estudiantes y profesores recelosos, en lugar de un proceso de construcción comunitaria e inclusión.

En su conferencia de prensa, Lelling dijo: "No puede haber un sistema separado de admisión a la universidad para los ricos, y agregaré que tampoco habrá un sistema separado de justicia penal".

Estos son objetivos loables. Aunque no son ciertos. Hay un sistema separado de justicia para los ricos. También hay un sistema separado de admisión para los ricos que es bastante legal. Pero tal vez con esta acusación, estaremos un poco más cerca de cambiar ese injusto statu quo.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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