El riesgo de Pemex lo asumimos todos

El plan de López Obrador para rescatar a Pemex puede complementarse con las mejores prácticas que se aplican en empresas internacionales del sector, consideran Benigna C. Leiss y Adrián Duhalt.
El presidente López Obrador, y el director de Pemex, Octavio Romero, presentaron el plan para impulsar a Pemex, aunque la ruta es cuestionada por especialistas.

(Expansión)- Fiel a su discurso como candidato, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se ha embarcado en una cruzada para fortalecer a Pemex desde que asumió el cargo el 1 de diciembre de 2018.

En estos meses, AMLO ha dejado en claro que Pemex será el actor principal en el sector hidrocarburos en el país. La información disponible en cuanto al

en la mañana de este 16 de julio, junto a Octavio Oropeza, director general de la empresa, lo confirma.

A reserva de conocer

la primera impresión de muchos de los que seguimos de cerca a Pemex fue de escepticismo. Esto al conocer que la estrategia que el gobierno de López Obrador busca instrumentar para aumentar la inversión en exploración y producción, revertir la caída en la producción de crudo y gas, construir una refinería de 8,000 millones de dólares, entre otros objetivos, depende principalmente de una reducción en la carga fiscal de la empresa, inyecciones de capital y contratos de servicios.

El diagnostico que hace AMLO sobre la necesidad de revertir el deterioro de Pemex es correcto, pero la hoja de ruta que ha marcado para fortalecer a la empresa nos deja con más preguntas que respuestas. ¿Las políticas contempladas son las indicadas para alcanzar las metas en materia energética de la 4T? ¿Son los contratos de servicio el camino para materializar inversiones en una región donde países como Guyana y Brasil también buscan atraer capitales para el desarrollo de proyectos de exploración y producción? ¿Es sensato

al tiempo que las finanzas públicas están bajo presión desde distintos frentes? Con el paso de los meses tendremos más elementos para contestarnos esto.

El punto es que el gobierno de López Obrador tiene a la mano otras herramientas que bien podrían complementar su política energética: a) las asociaciones con el sector privado que permitirían compartir el riesgo de los proyectos de exploración y producción además de no reducir el presupuesto a entidades con impacto social y b) construir un portafolio más diversificado.

La experiencia internacional sugiere que las empresas, al echar mano de ambas opciones, están mejor equipadas no solo para remplazar reservas, generar los retornos esperados por sus accionistas, alcanzar sus metas de producción, sino también para enfrentar la volatilidad del mercado. Pemex no es ajena a todo esto. No obstante, parece que se subestima el hecho de que la industria de los hidrocarburos en México no puede desligarse de la dinámica de los precios del petróleo, los flujos de inversión y la producción en el ámbito internacional.

Después de todo, Pemex se beneficia de, y se ve afectada por, su participación en el mercado global. Lo que nos hace preguntarnos si el plan de negocios de Pemex blinda de alguna manera a la empresa de las fluctuaciones en el precio del crudo. Basta recordar cuál fue el impacto que el desplome de las cotizaciones de la mezcla mexicana tuvo sobre las perspectivas de Pemex en el 2015-2016.

Sin embargo, la evidencia poco puede hacer ante la ausencia de pragmatismo.

Tal es el caso también de la cancelación, por ahora, de las subastas de petróleo y gas, entendida como una decisión que pretende que el desarrollo de las actividades de exploración y extracción giren exclusivamente en torno a Pemex y cerrar el paso a una mayor participación de los privados.

Lo que argumentamos es que tener una empresa petrolera nacional saludable y próspera, que es parte del sector petrolero de México, es capaz junto a socios y competidores, de ser un motor del desarrollo nacional. Fortalecer a Pemex al tiempo que se construye una industria privada del petróleo y el gas no son metas mutuamente excluyentes.

Teniendo todo esto en cuenta, afirmamos que las mejores prácticas de la industria que son aplicadas por las empresas internacionales, si se implementan adecuadamente en Pemex, pueden complementar el plan de López Obrador y contribuir al reconocimiento de las áreas de oportunidad en Pemex.

Lo que nos queda claro es que el fortalecimiento de Pemex no solo requiere una importante inyección de capital, también es deseable el desarrollo de una cartera sólida de proyectos. Considerando el actual endeudamiento de Pemex, las alianzas con empresas privadas podrían facilitar este proceso.

Pemex no necesita asignar fondos para el 100% de los proyectos ni tiene que asumir el 100% del riesgo de estos; podría diversificar de manera efectiva su cartera al participar en múltiples proyectos con diferentes socios, beneficiándose de la transferencia de tecnología y teniendo una asignación de capital más eficiente. Una cartera diversificada permitiría a la petrolera estar mejor preparada para protegerse de la volatilidad de los precios del petróleo.

La reciente

hace que el acceso a capital sea más costoso y difícil. Mientras tanto, las empresas privadas que están dispuestas a ser socios de la paraestatal y/o participar en las rondas de licitación pueden contribuir a reducir el requerimiento de capital que la empresa nacional necesita y, en última instancia, aumentar la producción y las reservas probadas de México.

Nota del editor: Benigna C. Leiss es investigadora no residente del Instituto Baker en la Universidad de Rice y Adrian Duhalt es investigador posdoctoral en el Instituto Baker de la Universidad de Rice y profesor adjunto en la Universidad de las Américas Puebla.