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¿Qué podemos esperar en 2020? Continuidad y nuevos retos

Un país polarizado es condición necesaria para continuar con la erosión de las instituciones que ha sucedido consistentemente durante el ultimo año, opina Marco A. Morales.
lun 30 diciembre 2019 12:00 PM
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Más de la mitad de los mexicanos en edad de votar aprueban al Presidente y viven en confrontación permanente con la proporción restante que lo desaprueba, considera Marco A. Morales.

(Expansión) – Hace poco más de un mes se cumplió el primer año del gobierno lopezobradorista en México. La historia de su periodo al frente del entonces Distrito Federal ha sido la perfecta guía para estos 13 meses: transferencias de efectivo en lugar de una política social de largo plazo, uso y rescate de cuadros del PRI, persecución selectiva de delitos y corrupción, manipulación diaria de la “realidad”, entrega de obra pública millonaria a empresas “favoritas”, polarización social permanente… y la lista continúa.

Con esa historia como guía hay pocas cosas nuevas en la dirección del “estilo personal de gobernar” lopezobradorista. Donde habrá un cambio es en la magnitud e impacto de las acciones en este gobierno. ¿Qué podemos esperar en 2020? Continuidad y nuevos retos.

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Primero. Polarización política y social sostenida

El país esta dividido – de nuevo – desde la elección presidencial del 2018. Más de la mitad de los mexicanos en edad de votar aprueban al Presidente y viven en confrontación permanente con la proporción restante que lo desaprueba.

La polarización se mantiene porque el presidente crea realidades – y no infrecuentemente sin ancla los hechos. Cuando aparecen estas nuevas realidades, los mexicanos que lo aprueban confirman que hacen lo correcto al respaldarlo.

Los mexicanos que lo reprueban confirman que hacen lo correcto al reprobarlo. Los mexicanos que no tienen un gallo claro escuchan una realidad que tiene sentido y terminan por respaldarlo. El respaldo de partidarios y escépticos se apuntala cuando “por primera vez” reciben consistentemente un cheque por el simple hecho de ser mexicanos.

Si se mantiene la conferencia de prensa diaria – la “mañanera” – y continúa la distribución de efectivo disfrazada como programas sociales, difícilmente podremos esperar menos polarización en 2020.

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Segundo. La continuación de la erosión de las instituciones

Un país polarizado es condición necesaria para continuar con la erosión de las instituciones que ha sucedido consistentemente durante el ultimo año.

Las instituciones se erosionan cuando empiezan a ser controladas por incondicionales del Presidente, especialmente porque debilitan el sistema de balances y contrapesos establecido en la constitución. Los ejemplos abundan: la forzada renuncia de Eduardo Medina Mora a la Suprema Corte y su reemplazo por Ríos-Fajat o la también forzada renuncia de Guillermo García Alcocer a la Comisión Reguladora de Energía y su reemplazo por Vicente Melchi, por notar algunos.

Las instituciones se erosionan también cuando los contrapesos al Ejecutivo se minimizan porque los incondicionales dejan de aplicar la ley. Un país polarizado permite a los incondicionales esconderse en la ola de respaldo a la realidad creada por el propio presidente.

Si los Poderes y contrapesos al Ejecutivo continúan siendo poblados por incondicionales, podemos esperar una lenta pero continua erosión de las instituciones durante 2020 en fortalecimiento del poder del Presidente.

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Tercero. La incierta relación con Estados Unidos

Ingenuamente podríamos haber pensado que la relación entre dos presidentes nacionalistas, populistas y autoritarios debiera fluir naturalmente porque comparten esos atributos. El problema con el populismo nacionalista es que su razón de ser es definir lo que existe fuera de las fronteras como el enemigo a vencer: en consecuencia, “la patria es primero” es difícilmente compatible con “devolver la grandeza a Estados Unidos”.

Desafortunadamente, el nacionalismo dura lo que dura el poder para resistir y, frente a Estados Unidos, México tiene muy poco poder. Un tema será particularmente notorio durante 2020, especialmente cuando hay una elección presidencial: la contención de la migración latinoamericana y africana hacia Estados Unidos desde México.

La táctica mexicana ha sido la concesión preventiva de las demandas estadounidenses – cambio en reglas de origen en beneficio de Estados Unidos en el T-MEC, o el sellado militar de la frontera, por dar un par de ejemplos – a cambio de nada en la mayoría de los casos. Posiblemente con razón, si el costo de no ceder – presumiblemente comunicado en privado – es inaceptable para el país. Pocas razones hay, pues, para esperar un cambio en la táctica mexicana – ceder a cambio de casi nada – frente a Estados Unidos durante 2020.

México buscaba un cambio, y un cambio obtuvo en 2018. Un cambio alineado con las tendencias que proliferan en el mundo. 2020 será posiblemente el año de la profundización de esta tendencia en México.

Nota del editor: Marco A. Morales es Investigador Afiliado al Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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