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¿Asistir a la marcha o haberse sumado al paro fue lo más importante?

Tanto hombres como mujeres requerimos una reprogramación completa de todo lo aprendido, opina Adriana Castro.
mar 10 marzo 2020 08:51 PM

(Expansión) – A partir de iniciativas como la marcha del 8 de marzo y la ausencia de muchas mujeres en trabajos, negocios, empresas y escuelas por el paro nacional de mujeres me quedan varias reflexiones. Sin duda, ha sido muy inspirador observar cuántas personas se han solidarizado para exigir un freno a la violencia contra la mujer.

A mí, lo que más me ha generado interés es tratar de entender el fenómeno de la violencia de género, que es distinto a la violencia contra la mujer.

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Existen varias definiciones. Por ejemplo, el Inegi explica que la violencia de género no tiene como únicos blancos a las mujeres o las niñas, sino también a los hombres y niños, discapacitados y homosexuales, que por su condición se alejan del prototipo tradicional masculino y se aproximan a lo que se considera femenino en nuestra sociedad.

En otras palabras, la violencia de género tiene como objetivo atacar a todo aquello que se considera femenino. Así que este tipo de violencia daña no sólo a mujeres sino también a hombres que están hartos de pagar los precios de apegarse al estereotipo del machismo.

Si bien hay hombres que sienten que la autonomía de su pareja es un desafío a su masculinidad y reaccionan hacia ella con violencia... también hay hombres que tienen interés en dejar de comportarse como los machos de las películas del siglo de oro mexicano y buscan una masculinidad más acorde con lo que ahora se necesita.

Son hombres que se están reprogramando para -por ejemplo- dejar de silenciar sus sentimientos porque reconocen los malestares emocionales y las enfermedades que esto acarrea.

La mayoría de los hombres no expresan lo que sienten: para muchos hablar de sus miedos, de sus experiencias de dolor, llorar frente a los hijos o la pareja, o que pidan ayuda cuando sienten que son sobrepasados por alguna situación es algo inaceptable. Ello tiene consecuencias: sufren depresiones, hay infartos al corazón por “aguantar” situaciones que no les agradan, racionalizan las relaciones con los demás, etc.

Por esto, sería conveniente que los hombres hablaran más de lo que les entristece, lo que les da temor, y lo que les enoja (sin recurrir a la violencia) y con ello podrían tener mejor salud emocional.

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Cavallé, filósofa española, señala que “en el hombre como en la mujer están presentes, el principio masculino y el femenino; si bien su presencia difiere en grado: en todo hombre hay una mujer y en toda mujer hay un hombre”. Todos somos sensibles, pero también racionales.

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Por ello, ante el histórico dominio masculino, se hace necesaria la reflexión entendimiento y la aceptación sobre lo femenino.

Pareciera que la aceptación del lado femenino de un hombre es un reto exclusivo de ellos, pero hay mujeres violentas que consideran que un hombre llorando es una señal de debilidad, lo cual revela que tanto hombres como mujeres requerimos una reprogramación completa de todo lo aprendido.

Los sentimientos no son exclusivos de las mujeres, es el cableado natural de las personas.

Aceptar lo que sentimos es clave para el bienestar.

De México a Argentina, las mujeres se levantan para terminar con la violencia.

Expertos en psicología positiva señalan que las personas felices no son aquellas que siempre sienten alegría, sino son aquellas capaces de aceptar todas sus emociones: agradables y desagradables.

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Las personas sentimos miedo, enojo, mal humor, celos o emociones que podríamos considerar negativas. Sin embargo, aceptar y saber gestionar estos sentimientos no sólo nos acerca a la felicidad sino también genera empatía y comprensión entre hombres y mujeres.

En estos días ha sido sumamente conmovedor ver a muchos niños, hombres y abuelos que se están sumando a estos movimientos que ayudan a liberarnos de los asfixiantes estereotipos de roles de poder.

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¿Asistir a la marcha o haberse sumado al paro fue lo más importante? Quizá es algo que pasa a segundo término.

Me gustó mucho la opinión de Arussi Unda, vocera de las Brujas del Mar, un colectivo feminista involucrado en el movimiento. Ella afirmó que marchar o hacer un paro no sirve de nada si no hay un cuestionamiento individual acerca de nuestras acciones diarias y cómo repercuten en seguir alimentando la violencia.

Así que si en estos días has hablado con tu familia sobre el valor de la inclusión, si con tu pareja has acordado mostrar más respeto entre ustedes, si has reflexionado en la violencia que ejerces al compartir chistes ofensivos hacia lo femenino, si te involucras en las tareas domésticas o expresas tu aprecio a quien se encarga de ello, si dejas de burlarte de hombres que se quedan en casa a cuidar a los hijos… entonces, todos estos días de iniciativas tienen sentido.

Nota del editor: Adriana Castro tiene una especialidad en Psicología de la Creatividad por la Universidad Autónoma de Barcelona. Es fundadora de Call to Action: Empresas felices. Síguela en Facebook (adrianacastromx). Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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