Las publicaciones sobre perspectivas económicas, como la presentada por el Banco Mundial en la primera semana de 2021 y las elaboradas por diversas organizaciones como el Banco de México, Citibanamex y otras a lo largo de cada año, no tienen precisamente la finalidad de otorgar una previsión exacta de lo que pasará en la economía durante los próximos meses – punto que queda aún más claro en periodos como 2020, cuando la volatilidad e incertidumbre ocasionaron complicaciones para las predicciones –, sino que proporcionan una estimación de lo que pasará si las economías siguen la tendencia que han mostrado hasta ahora.
Para el análisis, se estudia el desempeño de variables como la producción y la inversión en cada país, así como las políticas actuales implementadas, la cantidad de apoyos fiscales y monetarios (o la falta de estos), y el estado de las finanzas públicas de cada región. Es posible que nuevos rebrotes de covid-19 en diversas economías, así como una nueva ola de confinamientos, afecten las expectativas de crecimiento en los próximos meses.
Para el análisis de 2021, las proyecciones consideran la cantidad de estímulos disponibles en cada país para poder evaluar la rapidez con la que se dará una recuperación económica. Así, además de darnos una idea de lo que se puede esperar al inicio de este año, las estimaciones nos permiten subrayar los retos a los que se enfrentará el país en los próximos 12 meses.
Para México, las proyecciones del Banco Mundial dejan claro que, aunque se espera una tasa de crecimiento positiva después de la caída pronunciada de 2020, ésta no será suficiente para acercarse a una recuperación total, pues México terminaría el 2021 con un nivel (-)5.6% menor al observado en 2019, previo a la pandemia. La recuperación tampoco se lograría en 2022, año para el que el Banco Mundial estima un crecimiento menor, de 2.6%.
Las implicaciones de una recuperación económica lenta y prolongada van más allá del desempeño de producción nacional: afectan el nivel de empleo en el país, los ingresos de la población y, como consecuencia, la tasa de pobreza laboral al que se enfrenta. La información disponible para los últimos meses de 2020 deja claro que existen retos grandes en estos temas; el nivel de pobreza laboral al cierre del tercer trimestre del año alcanzó un máximo histórico de 44.5% de la población, y al cierre de noviembre persiste una pérdida de 2.8 millones de empleos respecto a lo que había previo a la crisis.
Más que una estimación final y definitiva, el reporte de Perspectivas Económicas Mundiales se debe usar para ajustar políticas e impulsar acciones que detonen una recuperación económica más rápida que la esperada; sólo así se podrá alcanzar una pronta recuperación en el nivel de vida de los mexicanos.
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