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Machos, ‘ya chole’

Los “machismos cotidianos” pasan todo el tiempo en las oficinas. Una primera manifestación es muy evidente: la falta de mujeres en puestos clave, señala Jonathán Torres.
mar 09 marzo 2021 12:07 AM

(Expansión) - “Me siento como un león enjaulado”. Esta frase no es autoría de un solo hombre, es de muchos que a un año de confinamiento por la pandemia no encuentran su lugar en casa. Antes de que tuviera lugar la emergencia sanitaria, estaban acostumbrados al espacio público y, ahora, no saben qué hacer en el espacio interior.

Tal sintomatología podría parecer normal, pero no lo es. Lo que hay detrás es que ese hombre se siente en un hábitat que no es el suyo y, por tanto, no tiene las habilidades para desenvolverse en su propia casa. Y las consecuencias de ello son muy perniciosas.

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El machismo se ha expresado de diversas formas en tiempos de pandemia. Los resultados del activismo que se ha hecho para mejorar las condiciones de vida, trabajo, salud, educación para las mujeres, se están diluyendo. Anita Bhatia, directora ejecutiva adjunta de ONU Mujeres, lo ha planteado así: “Todo por lo que trabajamos, que ha tomado 25 años, podría perderse en un año”. Ellas lo viven en carne propia: más violencia y discriminación en casa, perdidas salariales y de empleo, largas jornadas de cuidado, deterioro en su salud…

Los “machismos cotidianos” (o “micro machismos”) han estado muy presentes. El prolongado confinamiento los ha disparado, pero en realidad siempre han estado ahí; son muy comunes, en ocasiones es difícil identificarlos y hasta los consideramos como parte de la normalidad, pero los tenemos muy interiorizados y son como el aire que respiramos. Ningún hombre nos salvamos. Ninguno.

Los “machismos cotidianos” pasan todo el tiempo en las oficinas. Una primera manifestación es muy evidente: la falta de mujeres en puestos clave. Una expresión cotidiana del machismo se basa en considerar que los puestos de poder solo recaen en los hombres porque tienen mejores predisposiciones y talentos naturales. Otra manifestación ocurre con los piropos, que se acentúan en un ambiente relajado y, entonces, se piensa que hay un permiso habilitado para lanzar algún piropo. Otra manifestación es el acoso, el hostigamiento. Pero hay muchas más.

El trabajo en casa, lejos de reducir los “machismos cotidianos”, los ha intensificado. El breve testimonio con el que arranca esta historia es repetido por varios hombres, cuenta Nicko Nogués, fundador y director del Instituto #demachosaHOMBRES. “Los hombres no sienten tener el control en casa y de ahí se derivan los abusos con la pareja, los gritos, la violencia, los impactos en la salud mental en los integrantes de la familia. El problema es que no tienen la más remota idea de cómo atender esta situación pues piensan que pedir ayuda es de débiles”.

Por otro lado, la discriminación ha viajado por videoconferencias y ocurre, por ejemplo, cuando aparece el empleado explicando algo que una de sus compañeras ya hizo, en una clara señal de que él puede explicarlo mejor que ella. ¿Qué necesidad hay de eso?

Otra actitud es quien dice: “Yo no soy machista porque ayudo en casa”. Eso demuestra una mente que asume que cuando ayuda a alguien es porque da por hecho que eso no le toca. El “machismo cotidiano” lo explica así: “Ese tema de la casa no es mío, pero como soy buen tipo te ayudo”. Mal. No le demos vueltas: las mujeres hacen todo el trabajo de cuidado, vivimos en una sociedad donde hay muchas paternidades ausentes o los padres no se hacen cargo de los trabajos de la casa.

¿Hasta cuándo? La pandemia vino a descomponer las circunstancias para las mujeres, pero al margen de ésta ya tenemos toneladas de información en torno de los enormes beneficios que ellas generan en la actividad económica y en los negocios.

Para aquellos capitalistas salvajes, ellas son una gran inversión. El IMCO estima que para 2030 el PIB podría ser 15% mayor si el gobierno y el sector privado implementaran acciones para sumar a 8.2 millones de mujeres a la economía. Ya es hora de entender que ellas significan un elemento fundamental en la estrategia de negocio, al tiempo que contribuyen a detonar un mejor ambiente de trabajo, creatividad, lealtad, menor rotación, ahorros.

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Para los líderes de empresas, una buena posición pasa por practicar más la escucha activa, preguntarse si lo que se piensa conlleva una actitud machista. En juego está la calidad de sus relaciones con compañeras, pareja, hijas, familiares, amigas. “El líder tiene que hacer que la empresa en verdad sea inclusiva, no en forma cosmética, sino que sí les importe que haya mujeres en puestos de decisión”, dice Eréndira Derbez, coautora del libro No son Micro, machismos cotidianos. “La disparidad salarial no se puede seguir permitiendo. Una vida libre de violencia es una vida en la que eres económicamente independiente”.

El halago, como muestra de afecto, se agradece, pero halaguemos las cualidades de las mujeres tales como su inteligencia, liderazgo, empatía, capacidad de resolución de problemas. Además, las empresas deben tomar en serio los protocolos en contra de la violencia de género y abuso sexual, establecer servicios de guardería, permisos de paternidad; así como dejar de excluir la maternidad, crear lactarios adecuados pues no es posible que las mujeres preparen la comida de sus hijos en el baño de la oficina.

Hombres, en casa hay que negociar quién hace qué. No se trata de hacer lo mismo a la misma hora de la misma manera. No es te ayudo; es nos toca. No es te ayudo; es me hago responsable de lo que me corresponde.

Los grandes retos del siglo XXI no se pueden enfrentar con los viejos principios del siglo XX. Ya chole.

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- Según información del IMSS, INEGI, Coneval, EY e IMCO, la crisis sí distinguió el género y pegó más a las mujeres. De marzo de 2020 a enero de 2021, la reducción de empleos formales implicó una caída de 3.9% para los hombres y de 11.3% para las mujeres; además, ellas en 2020 ganaron 18.5% menos que ellos y tienen 1.8 veces más probabilidad de perder el empleo, al tiempo que su participación en la actividad económica pasó de 74.9 en 2020 a 40.5% en enero de 2021 (los hombres no han sufrido del todo esta variable pues pasaron de 76.4 a 73.3%).

- En el libro La caja de la masculinidad, basado en un estudio sobre lo que significa ser hombre joven en Estados Unidos, Reino Unido y México, los hombres de 18 a 35 años siguen pensando como sus abuelos.

Nota del editor: Jonathán Torres es periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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