Así funcionan créditos como los de Viwala para mujeres emprendedoras: si venden menos, pagan menos o nada (por ejemplo, ante un evento inesperado como la pandemia); cuando crece el negocio, aceleran la amortización. A cambio, quienes aportan el capital lo hacen con el aval de obligaciones pactadas de inicio, complementadas con incentivos como regalías en ingresos o acciones.
Otra opción son las transacciones con acciones redimibles, ideales para proyectos con cierta tracción: como inversionista, adquieres una participación directa en el capital social que el emprendedor está obligado contractualmente a recomprar. O al revés: préstamo basado en ingresos convertible a participación preferente. Con ese modelo pudimos ayudar a la fintech colombiana Puntored en su fase de expansión y ofrecer buenos rendimientos a plazos preestablecidos a los inversionistas que participaron.
En general, las soluciones estructuradas garantizan un grado de liquidez sin depender de una salida tradicional, como venta, traspaso o cotización bursátil. Ese es el catalizador: en vez de esperar hasta que haya las condiciones ideales, que ambas partes encuentren el punto de equilibrio a la medida de las condiciones reales. La flexibilidad es el parteaguas.
En el estudio del BID se presentan casos prácticos de nuestra región y de Asia, donde nos llevan la delantera, que dan pistas sobre cómo podemos escribir nuestra propia historia de éxito para financiar un boom de emprendimiento. Es una fuente de ideas para la innovación y de inspiración tanto para emprendedores como inversionistas.
No podemos esperar otros 20 años para que crezca la penetración del crédito tradicional, ni a que algún día tengamos una industria de venture capital como la de Silicon Valley. En nuestra región hay ideas tan buenas como en California o Israel. Grandes firmas de capital privado han llegado con abundantes recursos, como Advent o SoftBank, y ya tenemos casos de “unicornios” fondeados con inversión de riesgo pura, como Rappi o Kavak. Sin embargo, el grueso de nuestro universo emprendedor necesita un traje distinto: a la medida de las circunstancias del aquí y ahora.
Nota del editor: Rodrigo Villar es un emprendedor social y Socio Fundador de New Ventures, donde busca transformar la manera tradicional de hacer negocios y crear un nuevo modelo empresarial que perciba el impacto como status quo. Cuenta con un MBA del Royal Melbourne Institute of Technology y estudió la carrera de Contabilidad y Administración Financiera por el Tecnológico de Monterrey. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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