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Romper el pacto de inequidad de género es la mejor inversión

Como sociedad, tenemos que pensar y actuar diferente, pero ya: no es una problemática secundaria, sino que subyace a otras, considera Rodrigo Villar.
lun 08 marzo 2021 11:59 PM

(Expansión) - El llamado a romper el pacto de inequidad de género no incumbe exclusivamente al macho tradicional o al poderoso para quien cualquier asunto que no esté en su agenda de interés o visión generacional no es importante o no existe, aunque sea fundamental para la mitad de la población. Es para que todos dejemos la aceptación pasiva de un problema que es real y de minimizar el reclamo.

Es un tema de justicia: por lo que implica en términos de opresión, violencia e impunidad, como argumentan, con razón, las feministas. Pero también puede ser la inversión más rentable, tanto para la sociedad como para inversionistas y empresas.

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Dicen que nunca hay que desaprovechar una buena crisis; entre otras cosas, para completar un buen cambio. Con la pandemia, eso debería estar ocurriendo en relación a los derechos de las mujeres. Más aún, ante una creciente concientización, lo mismo en la sociedad que en el ámbito corporativo.

Todavía más, en un contexto marcado por protestas y movilización, como en México, donde la indignación por la violencia de género derivó en el histórico Día sin Mujeres hace exactamente un año, el 9 de marzo. Lamentablemente, ha ocurrido lo contrario en varios aspectos. A pesar de llevar la mayor carga en el soporte de las familias e incluso de la sociedad, se han visto desproporcionadamente afectadas tanto en el campo laboral como en el educativo.

En la economía del cuidado, de acuerdo con la ONU, las mujeres dedican de dos a 10 veces más de tiempo diario en el cuidado de hijos, personas mayores y enfermas. Las mujeres cubren el 75% del personal de salud en el mundo, pero sólo el 21% de las posiciones de decisión de ese sector.

Aunque en su empoderamiento tenemos una clara área de oportunidad para acelerar la recuperación y potenciar la economía post COVID-19, millones han tenido que suspender sus estudios para trabajar o casarse siendo aún niñas, todo ello en el marco de una violencia en aumento y con la terrible impunidad que existe en países como el nuestro.

Como sociedad, tenemos que pensar y actuar diferente, pero ya: no es una problemática secundaria, sino que subyace a otras. De hecho, todo empieza por no ubicarla como prioridad, y por no ver el costo de oportunidad en que incurrimos al mantener este pacto, que lejos de ser concepto de una moda extranjera, es una injusticia que cuesta vidas y reproduce la pobreza y el atraso general.

Se ha estimado que en todo el mundo las mujeres podrían aumentar sus ingresos hasta en 76% si se superaran las brechas de participación laboral y salarial, lo que tiene un valor global de 17 millones de millones de dólares. Y a eso habría que sumar la oportunidad cualitativa: por ejemplo, las mujeres suelen ser mejores empresarias tanto en rendimiento de negocio como de impacto positivo para la sociedad.

En el mundo corporativo, las compañías donde tres o más mujeres ejercen funciones ejecutivas tienen un desempeño más alto de eficacia organizacional. En cuando a las empresas pequeñas y medianas, de acuerdo con datos de BID Invest, las que son fundadas y dirigidas por empresarias invierten un 50% menos de capital, pero producen 20% más de ingresos y su probabilidad de impago es 54% menor. Algo así hemos encontrado con los préstamos a emprendedoras de Viwala adaptados a sus ventas mensuales: buenos rendimientos, cuidadosa administración y compromiso sobresaliente.

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Lo sorprendente es que, a pesar de eso, en un país como México quizá menos del 2% de las mujeres empresarias tiene acceso a financiamiento. Para ponderar lo que estamos perdiendo, hay que considerar que las mujeres reinvierten hasta 90% de sus ingresos en sus familias y comunidades, contra 40% por parte de los hombres. Pro Mujer, con 30 años de apoyar a emprendedoras en comunidades de bajos recursos, ha resaltado que su trabajo se inspira en un efecto dominó: invertir en tan solo una emprendedora puede provocar la prosperidad de una comunidad entera.

En el sector de la inversión de impacto hemos comprobado, de primera mano, la capacidad de las emprendedoras de conectar la empatía y la sensibilidad de los problemas sociales con respuestas pragmáticas. Igual que millones de mujeres que, contra viento y marea, sacan adelante a sus familias con una combinación de amor, coraje y una creatividad muy especial, intuitiva y audaz, pero aterrizada.

Me vienen a la cabeza ejemplos de emprendedoras e innovadoras mexicanas como Adriana Luna, fundadora de Tierra de Monte, empresa de productos biológicos para la agricultura responsable; Leydy Pech, activista ambiental de las comunidades mayas recién galardonada con el Premio Medioambiental Goldman; dos emprendedoras sociales que están ayudando a muchas mujeres y hombres en situación de cárcel con soluciones prácticas: Saskia Niño de Rivera, Presidenta de Reinserta, y Daniela Ancira, de La Cana-Productos con Causa; Deborah Dana, fundadora de la excelente plataforma de comercio electrónico Canastarosa. Tantas otras.

Todos estamos perdiendo oportunidades con un pacto de inequidad que impide que haya millones de mujeres más que, como ellas, transformen de verdad, “a ras de tierra”, a nuestra sociedad, más allá de las promesas y ficciones de la política. Por eso hay que romper el pacto de inequidad de género. Es por justicia tanto como por rentabilidad social.

Nota del editor: Rodrigo Villar es un emprendedor social y Socio Fundador de New Ventures, donde busca transformar la manera tradicional de hacer negocios y crear un nuevo modelo empresarial que perciba el impacto como status quo. Cuenta con un MBA del Royal Melbourne Institute of Technology y estudió la carrera de Contabilidad y Administración Financiera por el Tecnológico de Monterrey. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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