En Latinoamérica y el Caribe –la región más desigual del mundo– somos la penúltima economía donde menos representadas estamos, solo por encima de Guatemala. Si bien el Censo 2020 reveló que representamos 51.2% de la población, solo cuatro de cada 10 mujeres en edad productiva tenemos un empleo versus 75% de los hombres. La brecha no solo se abre en la cuestión de género, sino también en los ingresos, que son 16% más bajos que el de los hombres.
Y no se han creado incentivos para que estas cifras cambien y, con ellas, exista seguridad económica (que en muchos hogares es equivalente a la seguridad física), sino que se quitaron los pocos que había: las estancias infantiles y las escuelas de tiempo completo.
En esta ‘muerte por mil cortes’ se le suma un puntazo fuerte al hígado: la pandemia.
Por el tipo de empleo al que accedemos las mujeres –en su mayoría, no esenciales o de servicios– y ante la facilidad con la que recaen en nosotras todas las cuestiones ‘domésticas’ y familiares (las mujeres dedicamos 50 horas a la semana al hogar y los hombres, solo ocho) fue automático que nos quedáramos en casa en el confinamiento sumando una chamba extra.
En muchos casos, quedarse en casa fue y sigue siendo un castigo. Según el Observatorio Ciudadano, los casos de violaciones (hay un promedio de 58 al día) aumentaron un 30% y en los dos últimos años creció en 56% el ingreso de mujeres, niñas y niños a refugios de seguridad, según reportó la Red Nacional de Refugios.
Los feminicidios también aumentaron en 2021, con un total de 1,004 casos denunciados, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Con un promedio de 10 asesinatos al día, esta es la cifra más alta en ocho años.
Las mujeres nos quedamos en casa y dedicamos 70% de nuestro tiempo a las tareas de cuidado y del hogar, según la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) del Inegi. Esto, que se conoce como trabajo no remunerado, no es valorado pero sí valuable: en 2020, las tareas invisibles del hogar equivalieron a 6.4 billones de pesos.
Y no es poco si lo ponemos en contexto y vemos que representa el 27.6% del PIB mexicano. Si fuera un sector, el trabajo no remunerado sería el más grande del país por su valor económico: 47% más que el valor del sector comercio y cinco veces más grande que el sector transporte.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) calculó el año pasado que la economía mexicana crecería 15% en los próximos 10 años si se sumarán unos 8.2 millones de mujeres a la fuerza laboral.