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Los descubrimientos científicos y tecnológicos no deben quedarse en laboratorios

El sistema universitario debe incentivar que investigadores y estudiantes se beneficien de manera efectiva del acervo de conocimientos científicos y tecnológicos, opina Juan Alberto González Piñón.
mar 12 julio 2022 06:08 AM
Los descubrimientos científicos y tecnológicos no deben quedarse en laboratorios
Las instituciones educativas y los sectores industriales deben unir sus caminos y encontrar coincidencias en sus objetivos, opina Juan Alberto González Piñón.

(Expansión) - La historia reciente muestra que la tecnología y los conocimientos desarrollados por las universidades son importantes factores de crecimiento económico y de desarrollo.

En ello el sistema de propiedad intelectual y transferencia de tecnología ha evolucionado con el fin de promover la innovación y fomentar el desarrollo socioeconómico. Este sistema les permite a las universidades potenciar los resultados de la investigación de carácter científico, encaminándolas hacia su comercialización para asegurar su impacto positivo.

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La aceleración progresiva de la innovación se observa en los datos del 2020 presentados por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, China presentó el número total de solicitudes de patente más alto: la cifra récord de 1.5 millones seguida por las Oficinas de Estados Unidos (597,172), Japón (288,472), República de Corea (226,759) y la Oficina Europea de Patentes (OEP) (180,346). En conjunto, estas cinco oficinas acumularon el 85.1% del total mundial.

Este indicador en México fue de 14,312 solicitudes, de las cuales solo el 8.59% fue solicitado por residentes; para que se produzca un impacto económico positivo no solo se necesita la realización de investigación y desarrollo, sino que también debe acompañarse de una sólida gestión explícita que facilite la transferencia de conocimiento hacia la sociedad.

En Alemania, el porcentaje de patentes registradas por residentes se ubica en 70.4%, en Francia este indicador es de 81%, incluso para el caso de Brasil este porcentaje se ubica por arriba del caso mexicano, situándose en 15.3%. En México la inversión en IyD se combina con una creciente orientación a adoptar tecnología foránea pero no a crear nuevas tecnologías.

El sistema universitario en el país debe permitir e incentivar que los investigadores y estudiantes se beneficien de manera efectiva del acervo de conocimientos científicos y tecnológicos, contenidos en los documentos de patente, para contribuir al fortalecimiento de la producción científica, centrada en la experimentación y la aplicación del conocimiento, así como estimular el avance de los conocimientos tecnológicos para su transferencia.

Si bien es algo deseable y necesario, no es sencillo llevar al mercado algo que ha nacido en los laboratorios universitarios, la mayoría de las tecnologías precompetitivas desarrolladas en la Universidad son muy riesgosas para los inversionistas y empresarios, con lo cual la inversión que hagan las universidades en etapas tempranas con miras a incrementar la maduración de estos desarrollos es más importante que nunca. Sobre todo al considerar que en el corto lo más relevante no solo es generar ingresos por la transferencia, sino que es aún más relevante la propia transferencia o diseminación del conocimiento a la industria y la sociedad.

De poco sirve el avance del conocimiento científico si se queda guardado en un cajón, por ello las universidades deberán implantar un proceso adecuado de selección y documentación de oportunidades de maduración tecnológica de proyectos provenientes de investigaciones de carácter científico, susceptibles de llevarse a procesos de transferencia tecnológica, esto necesariamente demanda el involucramiento de los propios investigadores, inversionistas, expertos de la industria y empresarios, con un trabajo conjunto de mentoría y acompañamiento especializado en la maduración de proyectos.

Entre los factores que pueden determinan si la invención o el desarrollo tecnológico son elegibles para este proceso de maduración están: su novedad, si puede ser adaptable a los procesos de la industria, conocer si es novedosa con respecto al estado de arte y de la competencia, capacidad de protección, opciones potenciales de comercialización, así como el tamaño y potencial del mercado.

Este proceso ayudará a explotar el conocimiento ya existente sobre los avances tecnológicos y, al mismo tiempo, proporciona un margen para nuevas innovaciones.

En el entorno universitario, definir una política en materia de propiedad intelectual y transferencia de tecnología, exige del mejoramiento de los procedimientos de evaluación de los investigadores, con el objetivo de transformar sus estructuras de incentivos y oportunidades, haciéndolos más responsables ante las necesidades sociales y económicas, y aumentar su involucramiento con el sector privado para la resolución de problemas.

Para ello las universidades deben poner el acento en actividades que vayan más allá de solo favorecer la producción de artículos y publicaciones científicas. Es necesario desarrollar conocimientos con potencial real de aplicación industrial y con un alto nivel de apropiación.

Las áreas universitarias, responsables de gestionar aspectos de propiedad intelectual y trasferencia, deben evitar que el impacto proveniente de los resultados de investigación se diluya o peor aún que sea aprovechado de manera gratuita por empresas u organizaciones que usan dichos artículos científicos como referencias en solicitudes de patentes.

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De acuerdo con la OMPI, el porcentaje de artículos científicos que fueron referenciados en patentes a menos de dos años de su publicación ha crecido exponencialmente, lo cual representa un subsidio a los procesos de desarrollo de tecnologías de empresas que se apropian de ese conocimiento, generando una externalidad negativa para los sistemas de investigación universitaria.

El mayor reto para transformar una invención en un producto útil es el llamado “valle de la muerte”, que se encuentra entre el estado de inmadurez de las tecnologías precompetitivas y los aspectos relacionados con las pruebas de factibilidad esperadas por la industria. Las universidades y sus diversos stakeholders deben prestar especial atención a para salvar esta brecha.

Las instituciones educativas y los sectores industriales deben unir sus caminos y encontrar coincidencias en sus objetivos; las universidades deben estar más cercanas de los diversos aspectos de la sociedad, mientras que las empresas deben involucrarse en mejorar las condiciones económicas de la sociedad.

Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es director de Spark UP y académico de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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