(Expansión) - El domingo 22 de octubre se celebraron elecciones generales en Argentina, entre las cuales concentró la atención la primera vuelta presidencial. Los resultados mostraron cuestiones muy relevantes no sólo para esa nación del cono sur, sino para la región latinoamericana en conjunto.
Tres claves de las desconcertantes elecciones presidenciales en Argentina
El descuido de la democracia
Desde hace algunos años, cada vez es más frecuente que a la ciudadanía se le da a seleccionar, si tiene suerte, entre una opción democrática liberal y una alternativa populista, o, si de plano la descomposición política ha avanzado de más, entre dos opciones populistas. Aquí no operan las etiquetas de izquierda o derecha que fueron útiles para explicar procesos políticos el siglo pasado. Ahora son llanamente populismos y punto (algunos de ellos se autodenominan “de izquierda”, aunque en general hay que poner muy en duda si en verdad lo son; y los que son definitivamente de derecha, por lo general, no aceptan la etiqueta, aunque suelen tender al extremismo ultraconservador).
Algunos casos recientes donde solo quedaron al final opciones populistas son las últimas dos elecciones presidenciales en Brasil (2018, Fernando Haddad vs Jair Bolsonaro o 2022, Lula da Silva frente a, otra vez, Bolsonaro), las de Colombia en 2022 (Gustavo Petro vs Rodolfo Hernández) y, el mismo año, las de Perú (Keiko Fujimori vs Pedro Castillo).
Argentina se había salvado de ese escenario: parecía que el peronismo contenía y, a la vez, expresaba los límites del populismo en ese país. Pero, confirmado el resultado de la primera vuelta presidencial de este año, tenemos que en la segunda vuelta se enfrentarán Sergio Massa, representante de una de las versiones del más rancio populismo peronista (el kirchnerismo), y el candidato anti sistema, ultra, “el Trump argentino”, Javier Milei. La tradicional alternativa no peronista (de la Unión Cívica Radical a Juntos por el Cambio, representada en el pasado por los gobiernos de Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa y Mauricio Macri) quedó al margen de la contienda presidencial, con la candidatura fallida de Patricia Bullrich.
Votar con el hígado y con la razón
En agosto, los resultados de las PASO demostraron que el electorado votó con coraje y desencanto en relación con el pésimo manejo de la economía y la reprobación de una clase política considerada corrupta e inepta en su conjunto, tanto del lado del gobierno de los Fernández (el presidente Alberto y la vicepresidenta Cristina) como en la oposición nucleada en torno al expresidente Mauricio Macri. La sorpresa y el ganador contundente fue Javier Milei.
Lee más
Pero, más allá del hartazgo con la clase política tradicional, parte de ese mismo electorado percibió que votar por Milei sería un salto al vacío. De ahí que, con datos preliminares en la elección de este domingo, Massa se impusiera (37.6%), seguido de Milei (30%), con quien se topará en el balotaje el 19 de noviembre, habiendo dejado muy atrás a Patricia Bullrich (23.8%).
Las encuestas, de nueva cuenta, quedaron a deber: había un consenso en que Milei y Massa disputarían la segunda vuelta, como finamente se confirmó, pero con Milei como primero y sin que se viera venir la votación que alcanzó Massa. Siguen, pues, sin precisar qué hay debajo de la punta del iceberg.
Esa debilidad llamada peronismo
Hace apenas 15 meses, Sergio Massa fue nombrado “súper” ministro de Economía en Argentina, con un decreto por el que quedaron subordinadas a él las secretarías de Desarrollo Productivo y la de Agricultura, Ganadería y Pesca . Se convertía, desde entonces, en un trípode en el ejercicio del poder, sumándose a Alberto Fernández y Cristina Kirchner. En esa lógica, fue —y sigue siendo— un responsable centralísimo de la conducción económica del país, posiblemente la más caótica desde el retorno a la democracia, hace 40 años.
Un par de datos en contexto. El gobierno de Mauricio Macri dejó el dólar estadounidense en 60 pesos argentinos. Massa lo recibió de su antecesor ministro de Economía, Martín Guzmán, en 240. Hoy, el dólar paralelo rebasa los 1,000 pesos. Con respecto a la inflación, el gobierno de Macri la dejó en 54% anual; Guzmán la aumentó a 70% y Massa, en sólo 15 meses, la ha catapultado a 140%. Tan contundentes datos de un desastroso manejo de la economía hoy parecen ser “minucias”, tras haber sido Massa recompensado, imponiéndose en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. En un escenario análogo, no habría forma de que un ministro y candidato presidencial no peronista contara con semejante indulgencia.
Así las cosas, el electorado argentino tendrá su tercera cita con las urnas este año, el 19 de noviembre, para definir en el balotaje entre dos opciones populistas francamente indeseables. Como se trata de una elección distinta, en la que participará por primera vez un outsider de la política y en la que se están disputando el electorado de Bullrich, que definirá al ganador, el resultado hoy es incierto y las semanas por seguir hasta entonces serán trepidantes. Muy poca honrosa manera de conmemorar los 40 años de aquellas elecciones fundacionales que forjaron los cimientos de la democracia argentina.
______
Nota del editor: Horacio Vives Segl es licenciado en Ciencia Política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Belgrano (Argentina). Síguelo en Twitter . Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad del autor.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión