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Las lecciones de Otis para construir un México más resiliente

Este terrible suceso habrá cumplido un propósito si mueve a quienes toman decisiones para combatir la falta de planeación y de prevención que caracterizan a este país.
lun 06 noviembre 2023 07:03 AM
Las lecciones de Otis para reconstruir un México más resiliente
Como sociedad, además de donar y contribuir a la atención de la emergencia, también nos toca exigirles a los gobiernos federal, estatal y municipal, así como a nuestros legisladores que aterricen políticas efectivas de prevención ante desastres naturales, apunta Fátima Masse.

(Expansión) - Han pasado más de 10 días desde que Otis –el primer huracán categoría 5 que ha visto la costa del Pacífico– sorprendió a la población de Acapulco y al resto del país. Sus estragos fueron devastadores, las anécdotas de las personas afectadas son desgarradoras y va a tomar mucho tiempo levantar la ciudad.

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La mayoría de las noticias, columnas de opinión y polémicas que he visto circular en redes sociales se han concentrado en cuestionar la atención inicial de la emergencia y la reconstrucción del puerto. ¿De qué tamaño fue la destrucción? ¿Qué necesitan las personas damnificadas? ¿Cómo han respondido los diferentes niveles de gobierno? ¿Es suficiente con los mecanismos financieros disponibles? ¿Cuánto tiempo tomará la recuperación y quién llevará el liderazgo? Es la reacción normal a lo que se vive en este momento.

Sin embargo, me parece que se ha hablado poco con visión de largo plazo. ¿Qué hará México para prevenir desastres naturales de esta magnitud, a sabiendas de que Otis podría ser solo el telonero de huracanes que pegarán con mayor fuerza y que serán más difíciles de pronosticar ante el avance del cambio climático? Es aquí donde quisiera concentrar estas líneas.

Dentro de lo que he leído hasta ahora, hay por lo menos dos acciones que me parecen básicas a raíz de lo sucedido. Primero, se necesita mejorar el sistema meteorológico en México. La periodista Peniley Ramírez escribió una columna contundente en esta línea que documenta que desde 2016 se frenó la inversión para que nuestro sistema sea más sofisticado. Esto había pasado desapercibido, lo malo es que esta vez no fue capaz de levantar alertas de la magnitud de la catástrofe.

Segundo, se necesita un sistema de protección civil sólido con recursos suficientes y con las capacidades técnicas necesarias para proteger a la población de desastres naturales. Desafortunadamente, eso no es una prioridad para esta administración, ni siquiera después de la tragedia que provocó Otis. Según un análisis de Juan Ortiz de Lupa Legislativa, se espera que el presupuesto de 2024 para la Comisión Nacional de Protección Civil (CNPC) –institución encargada de diseñar las políticas de prevención y de coordinar autoridades a nivel local para este fin– sea 37% menor que el de 2018. Dicho sea de paso, el CNPC también ha sido presa del ‘austericidio’ presupuestal que se ha vivido a lo largo del sexenio.

Estas son solo dos ideas iniciales, pero en realidad se requiere de una agenda integral. Mario López Roldán, director del Centro de la OCDE en México para América Latina, ha circulado un documento con ocho recomendaciones para construir zonas resilientes tras desastres naturales. Entre las medidas contempladas se encuentran: garantizar que las decisiones de corto plazo no comprometan las posibilidades futuras, involucrar a los diferentes actores, encabezar esfuerzos a nivel local, mejorar estándares a nivel nacional e incrementar la transparencia y la rendición de cuentas en las acciones de reconstrucción para generar confianza.

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Como sociedad, además de donar y contribuir a la atención de la emergencia, también nos toca exigirles a los gobiernos federal, estatal y municipal, así como a nuestros legisladores que aterricen políticas efectivas de prevención ante desastres naturales. Que existan mecanismos confiables para evitar muertes y destrucción masiva en Acapulco o en otras zonas del país ante patrones climáticos cada vez más inciertos. Que sean políticas que no cambien de una administración a otra por diferencias ideológicas.

Aunque el dicho popular dice que “cuando pasa el huracán, llega la calma”, las personas en Guerrero están lejos de vivir en paz y de ver el desenlace de la devastación. Sin embargo, este terrible suceso habrá cumplido un propósito si mueve a quienes toman decisiones para combatir la falta de planeación y de prevención que caracterizan a este país. Como sociedad tenemos un rol fundamental para levantar la voz y no dejar que la situación pase al olvido.

Conste que estamos advertidos.

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Nota del editor: Fátima Masse es Economista especializada en temas sociales. Síguela en Twitter como @Fatima_Masse . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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