Los zapatos siempre cuentan la historia, escribió alguna vez Ruta Sepetys en su libro “Lágrimas en el mar” para sacar a flote relatos que valían la pena ser contados. En el ámbito laboral, los tenis vienen a narrar una historia de cambio de paradigmas en el ámbito en el que las jerarquías, se han desdibujado, los códigos formales se han reinterpretado y las comunicaciones se han abierto.
Ejecutivos en tenis: un liderazgo que pisa fuerte
Cuando pensábamos en la imagen típica de un líder ejecutivo dentro de una empresa, solíamos imaginarnos zapatos puntiagudos, de cuero, que brillaban bajo las luces de la oficina. Zapatos con suelas impecables, que sostenían el peso de una persona que marcaba el paso para decir “presente” y acostumbrada a que la vean. Pero si el calzado cuenta la historia, hay una nueva narrativa: los ejecutivos en tenis.
Ese estilo bohemio y por momentos desprolijo de los expertos en tecnología que no salían de los garajes de Silicon Valley hace unos cuantos años, hoy se ha convertido en la tendencia para la realidad de múltiples empresas en distintos rubros. Los ejecutivos en tenis son los representantes de una forma de liderazgo relajada y abierta, que en muchos casos se han transformado a sí mismos y al entorno laboral para conectar mejor con las generaciones más nuevas.
El choque generacional siempre pisa fuerte en todos los ámbitos de interacción humana y está destinado al conflicto cuando la cultura organizacional no favorece la integración. Sin embargo, en culturas abiertas y de colaboración como las que proponen empresas como Red Hat, la diversidad convive en armonía perfecta para potenciar la innovación. Los líderes de este tipo de organizaciones abrazan el trabajo de guiar a las nuevas generaciones, permitiéndo a sí mismos aprender de ellas. Estar en tenis, o ejercer un liderazgo moderno en otras palabras, no es una declaración de moda vacía, sino de principios que dejan en claro que serán los primeros en poner manos a la obra.
En nuestra historia reciente, la pandemia puso a prueba la capacidad de adaptación cultural de las empresas para reorganizar esquemas de trabajo incuestionables hasta ese momento. Durante muchos meses dejamos de escuchar el eco de los pasillos y el murmullo alrededor de la máquina de café. Y se dejaron de ver los zapatos puntiagudos de cuero para reducir todo a la imagen de una cara en una pantalla. Las videollamadas se convirtieron en la nueva normalidad y las interrupciones de la vida cotidiana, que en otro momento hubiesen sido un problema, se transformaron en una bocanada de aire fresco. Ya no había oficinas inaccesibles, ni lugares de privilegio. En esos momentos de cambio e incertidumbre, los ejecutivos desajustaron los cordones de sus formales calzados para incorporar los cambios de estilo que se vendrían.
En la post-pandemia, las empresas tuvieron que actualizar sus prácticas tradicionales con nuevos requerimientos y estilos que la fuerza laboral adoptó. Al regresar a la nueva normalidad, los más jóvenes especialmente sintieron que los zapatos les “apretaban” y que ya no estaban conformes con que la flexibilidad en su día comenzará después de ir a la oficina. Exigían que esa inyección de vitalidad que habían aportado a las organizaciones en los tiempos más duros, ahora les sea retribuida con un ámbito más elástico y balanceado. Que ese sentido de igualdad otorgado por la pantalla, ahora se extendiera a todos los espacios de liderazgo, con un enfoque de cultura inclusiva y diversa. Todos con los pies sobre el suelo, al mismo nivel que el resto.
Liderar es crear el ambiente propicio con herramientas de ayer y de hoy, sin prejuicios ni tabúes, para liberar el máximo potencial de sus integrantes de modo que el éxito sea una constante y no una excepción.
Los ejecutivos en tenis dejan huellas por donde pasan, y con cada uno, queda la marca de una pisada que se convierte en guía para todos los que vienen detrás. Lo que comenzó como una huella aislada, solitaria y que sobresalía por su rareza, se transformó en un camino que hoy se transita en comunidad. Quizás no siempre seamos conscientes del impacto que tenemos en las personas, pero paso a paso es recomendable pensar en qué tipo de calzados queremos usar y qué historia queremos que ellos cuenten.
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Nota del editor: Andrés Indaverea es Gerente de Comunicaciones de Marketing para Latinoamérica en Red Hat. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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