Hace tantos años, a inicios del sexenio de Fox, cuando la que escribe apenas dejaba su puesto en la Comisión Reguladora de Energía (CRE), y recién había entrado al trajín de la consultoría, el dueño de ésta estrechó una alianza con un personaje muy peculiar. Se trataba, nada más y nada menos, del Rasputín de Carlos Salinas de Gortari, cuyo nombre es innecesario mencionar. Un día, hice las veces de su guardaespaldas al llevarlo a pie a la notaría para que firmara el convenio de asociación con la firma, para que en equipo concursáramos para hacer un estudio sobre los gasoductos de Pemex.
Energía sin regulación, ni jueces. De vuelta al S(T)alinismo
Al llegar a la notaría, los abogados jóvenes, inconscientes del volumen de sus voces, exclamaron ¡Ya llegó el Diablo! ¡Huele a azufre!, lo cual fue ignorado parsimoniosamente por el aludido. Quien fuera la mano derecha de Salinas era inmune a eso y a más.
Mientras esperábamos al escribano, él y yo entablamos un debate animado sobre la situación litigiosa que enfrentaban muchos proyectos energéticos. Como ahora, hace 20 años, Bartlett mandaba a juicio permisos y contratos por doquier. También, como hoy, la decisión que les extendería su vida o los daría por muertos, dependía de los jueces.
Para no variar, el notario se demoraba, lo cual fue una afortunada inversión de tiempo, ya que me permitió entender la visión del “modelo de mercado” salinista: privatizaciones sin reguladores, ni vigilantes algunis. La CRE nació en 1993, por Decreto Presidencial de Salinas, como un “órgano consultivo” de la Secretaría de Energía (SENER) y sólo para proyectos de electricidad. En realidad, entonces la CRE no regulaba nada. Era una simulación como también lo era la independencia judicial, en particular en la Suprema Corte, donde los ministros eran elegidos con las patas del presidente.
Con su distintivo acento francés, nuestro “socio” exclamó que, desde Zedillo, se había perdido todo control de los negocios en México; que ahora toda decisión tenía que avalarse por una decena de actores y que, a pesar de eso, en lugar de amarrarse, los proyectos eran levados a juicio. Este personaje –porque no hay mejor manera de llamarlo—acusó a Zedillo de “desbaratar” todos los cimientos sobre los que descansaban todas las privatizaciones, fueran de energía, infraestructura, banca, radio o Telecomm. Bajo un sistema satelital de vigilancia regulatoria, y jueces que ya no eran designados a mano y a modo, a decir del Monsieur, Zedillo sólo puso trabas para que los proyectos salieran “rapidito” y que, de ser atacados, contaran con la protección de jueces bien “instruidos.”
¡Chispas! Justo en ese instante salió el abogado a pasarnos a firmar. El notario primero miró a mi acompañante con extrañeza, como a un alienígena, luego lo saludó distante y ceremonioso. De mí, tal vez por el shock, ni se percató. Firmamos y volvimos a pie a la oficina.
Al toparnos con una avenida muy transitada, el entonces socio dudaba cruzar, por lo que, apenas hubo oportunidad, lo ceñí de la corbata, y le dije “Ahora es cuándo”. Cruzamos la avenida cual perros ferales, esquivando la ráfaga automotriz, y llegamos de vuelta a la oficina. Ahí recalcó frente al dueño de la consultoría, “en mis tiempos, no hubiéramos tenido que concursar.”
A eso –y no a 1976 como dicen algunos—volveremos si desaparecen los reguladores y vuelven los jueces a modo y a mano. Lo poco que se ha logrado en los mercados energéticos, porque queda aún un tramo muy largo por recorrer, se desmontará para que lo adquieran a los que Salinas de Gortari les engordó el caldo. ¿Para qué decir nombres? Hablo de los herederos, aún gozosos, del S(T)alinismo.
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Nota del editor: Miriam Grunstein es profesora e investigadora de la Universidad ORT México y es académica asociada al Centro México de Rice University. También ha sido profesora externa del Centro de Investigación y Docencia Económicas y coordinadora del programa de Capacitación al Gobierno Federal en materia de Hidrocarburos que imparte la Universidad de Texas en Austin. Hoy es socia fundadora de Brilliant Energy Consulting y dirige el blog Energeeks. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
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