Hace ya mucho tiempo, un geólogo de una gran petrolera dijo que para sacudirnos de nuestro sopor energético tendríamos que pasar por una crisis energética insufrible, no uno que otro calambrito. Me refiero a una escasez sensible de energéticos tanto en los sectores residencial, industrial y de servicios. Así, la parálisis no sería únicamente anímica sino real. Y cuando hablo de crisis energética, me refiero a una que flagele de la clase media para arriba.
Para los pobres en México la carencia, o insuficiencia, de servicios básicos es la regla por lo que viven insensibilizados a ella. Para nada afirmo que esto es aceptable. Lo difícil es convencerlos de que sus condiciones de vida deben ser intolerables. Si a los habitantes, por decir, de Chapa de Mota, en Villa del Carbón, les anunciáramos que hemos perdido la oportunidad del “nearshoring”, seguramente responderían que les pasó inadvertida.
En cuanto a energía se refiere, han pasado torrentes legislativos; una reforma energética y de “empresas estratégicas” por las que muchos se tiran al piso; y que, en cambio, a mí, me hace bostezar. Será porque el sector energético en México, con la salvedad de la cosquillita aperturista entre 2013 y 2018, ha estado entre azul y buenas noches; como que quiere al sector privado ahí metido, entre las patas de CFE y Pemex, y como que no. O sea, que parece un giro de 180 grados al punto opuesto pero eso no lo sabremos hasta que salgan las leyes secundarias y observemos el acomodo público-privado. Podría ser más interesante que la reforma constitucional en la medida de que haya algún margen de creatividad para las asociaciones público-privadas.
Otro tema que trae desconsolados a mis colegas es la ya inminente reabsorción de los órganos reguladores de energía en la pancita de la Secretaría de Energía. Según ellos, estos órganos eran vitales para la eficiencia, competencia, competitividad y trato equitativo a las empresas en el sector energético. Serán los años y el tedio pero me atrevería a decir que no es para tanto. Tanto la Comisión Reguladora de Energía como la Comisión Nacional de Hidrocarburos, en toda su historia, tuvieron una estira y afloje de captura respecto de ambos poderes, públicos y privados.