En algún momento de nuestras vidas, muchos de nosotros hemos cedido a la tentación de adornar el currículum; decir que hablamos inglés avanzado cuando apenas podemos ordenar en un restaurante, o afirmar, que dominamos Excel cuando solo sabemos armar tablas básicas. Estos pequeños ajustes pueden parecer inofensivos, pero ¿qué pasa cuando cruzamos la línea? ¿Cuándo deja de ser un simple retoque y se convierte en un fraude? Más importante aún, ¿cómo afecta esto a las empresas, especialmente a las pymes que ya enfrentan enormes retos para sobrevivir?
¿Se vale mentir en el currículum?
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Adornar el currículum se percibe como una práctica socialmente aceptada. Al fin y al cabo, el mercado laboral es competitivo y todos queremos destacar, especialmente al inicio del año, cuando las metas laborales están sobre la mesa. Sin embargo, el problema surge cuando ese adorno se pone a prueba y no se cumple con la expectativa. Por ejemplo, afirmar que tienes experiencia liderando equipos y luego no ser capaz de manejar una reunión. En ese momento, la mentira deja de ser un “retoque” y se convierte en un problema ético que afecta directamente el rendimiento de la empresa.
Esto plantea una pregunta crucial: ¿mentir en el currículum es sólo una estrategia para conseguir empleo o se parece a disfrazarse de médico y operar sin título, como hemos visto en redes sociales? La diferencia está en el impacto. Si exageras una habilidad y luego te esfuerzas por aprenderla, podrías justificarla como un “empujón” necesario. Pero mentir poniendo en riesgo un proyecto, la reputación de la empresa o incluso vidas humanas, es sin duda un fraude.
El impacto en las empresas
Para las organizaciones, contratar a alguien que mintió en su currículum puede tener graves consecuencias: pérdidas financieras, daños a la moral del equipo y crisis de confianza. Por ejemplo, una pyme que contrata a un supuesto experto en finanzas incapaz de interpretar un balance general no sólo enfrentará problemas operativos, sino también una pérdida de credibilidad que puede poner en riesgo su estabilidad a largo plazo.
Además, está el costo oculto. Detectar y reemplazar a un colaborador que no cumple con lo prometido consume recursos, retrasa proyectos, y, en el caso de las pymes, donde cada peso cuenta, puede marcar la diferencia entre mantener el negocio a flote o hundirlo.
¿Qué pueden hacer las empresas?
La solución está en realizar verificaciones rigurosas. No basta con solicitar referencias; las empresas deben validar documentos, contactar a empleadores anteriores y, de ser posible, comprobar la autenticidad de títulos, certificaciones o cédulas.
Un currículum no debe ser la única herramienta para evaluar a un candidato. Es fundamental incluir entrevistas y pruebas de habilidades que permitan valorar de manera objetiva las capacidades del aspirante. Contratar no debería ser un acto de fe, sino un proceso basado en datos y evidencia.
Construyendo una cultura de confianza
En última instancia, el objetivo es saber exactamente a quién estás contratando. Así como un joyero examina una pieza para verificar su autenticidad, las empresas deben emplear herramientas que garanticen la seguridad en sus contrataciones.
Mentir en el currículum puede parecer inofensivo, pero sus consecuencias son enormes para candidatos y empresas. Para los primeros, ser descubiertos puede manchar su futuro profesional. Para las segundas, el impacto económico, operativo y reputacional puede ser devastador.
Construir una cultura de transparencia y seguridad es clave. Esto requiere no solo un compromiso ético, sino también procesos rigurosos de investigación y verificación que garanticen la autenticidad de la información. Si bien cualquier empresa puede ser víctima de fraude, las pymes son las más vulnerables, pero paradójicamente, las que más empleos generan.
La próxima vez que te sientas tentada o tentado a “adornar” tu curriculum, reflexiona sobre la delgada línea entre destacar y cometer un fraude.
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Nota del editor: Fátima Herrera es Product Manager de Klibu. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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