En 2024, el estudio realizado por BAV de WPP, que tiene como objetivo analizar la percepción de las marcas países, posicionó a México en su 10° Edición “México Best Countries, el futuro es ancestral” como un lugar central en la construcción del imaginario latinoamericano a nivel global.
El estudio constató que México es hoy la representación de lo mejor de Latinoamérica para el mundo. Lo que ocurre en el país, en términos de comportamiento, consumo, valores e incluso estilo de vida, comienza a marcar el ritmo de la región y permea hacia otras geografías.
La mexicanización del mundo y de lo latino está ocurriendo, y es importante que las marcas lo entiendan a tiempo.
Este cambio no es menor. México ya no se concibe únicamente como la mejor potencia manufacturera, ahora también se reconoce como un país creador, la mejor certificación de origen, procesos y valores inclusivos. Hay un giro importante en la manera en que se relaciona con su herencia y su futuro: lo local dejó de ser visto como una limitante y se convirtió en un motor de innovación, de diseño y desarrollo.
Según el análisis de tendencias globales Future 100, que VML lleva más de una década publicando, México destaca hoy como un eje de conexión entre lo ancestral y lo contemporáneo. Lo que se hace en el país, particularmente cuando retoma elementos culturales propios, no solo conecta a nivel local, sino que resuena fuera de sus fronteras. Hoy México es la evidencia de que el futuro es ancestral y se escribe en México.
Del “Hecho en México” al “Creado en México”
Lo hecho en México ya no es únicamente sinónimo de calidad industrial. Es sinónimo de nuevas dimensiones de la calidad y el lujo que perduran, hoy es el centro de creación de moda, de innovación con sentido y de desarrollo con identidad. Hoy, un producto que comunica que es de origen local puede aumentar su valor hasta un 30%. No solo por el “cómo”, sino por el “dónde está hecho”.
La apropiación de símbolos locales en el extranjero es una muestra clara del proceso de mexicanización cultural que se está viviendo. Tradiciones como el Día de Muertos, antes reconocidas como exclusivamente mexicanas, comienzan a ser adoptadas -o al menos asumidas- con orgullo por otros países latinoamericanos, e incluso por mercados distantes que las interpretan como parte de una identidad “latina” universal.
Lo mismo ocurre con ciertos ritmos, como la cumbia, estéticas, sabores y lenguajes. La cultura mexicana está dejando de ser una más dentro del mapa latinoamericano para convertirse en el eje de referencia como los “Cholombianos” que son un ejemplo claro de una fusión inclusiva. Hoy, si se habla de cumbia, es común que el imaginario colectivo piense antes en México que en Colombia. El fenómeno es simbólico, pero no menor.
Lo que México está exportando son productos, estilos y formas de ver el mundo. Y lo está haciendo a partir de una narrativa que entrelaza autenticidad, diversidad y orgullo por el origen.
Este cambio tiene implicaciones poderosas para las marcas: los consumidores -tanto dentro como fuera del país- están buscando productos y experiencias que tengan autenticidad, narrativa, y un vínculo que cumpla ese paradigma, ese imaginario colectivo de la escena de la fantasía de lo Mexicano o para el mundo lo “Latino”.
México, con su herencia ancestral, su fuerza creativa y su conexión emocional, tiene todo para ofrecerlo.