La zapatería Okabashi se reinventa con la oferta de zapatos ecológicos
Mientras la región del Medio Oriente continúa convulsionándose, el empresario Bahman Irvani recuerda la revolución en Irán que obligó a su familia a huir de su país en 1979.
Con su país, dejaron también el negocio familiar, el del calzado, para mudarse a Estados Unidos. Sin embargo, el proyecto renació en 1983 en Buford, Georgia. El negocio ahora es conocido como Okabashi, nombre tomado de la práctica japonesa de la reflexología.
Los zapatos que fabrica Irvani, además de su diseño inspirado en principios japoneses de ergonomía, cuentan con otra cualidad: la de ser totalmente reciclables y hechos también con materiales reciclados .
A la fecha, la compañía de Irvani ha vendido 30 millones de pares de sandalias ergonómicas de bajo costo.
La producción comienza con una mezcla de pequeños trozos de plástico llamados microplast, que son después fundidos para elaborar el calzado. Nada se desperdicia, ya que incluso los sobrantes son molidos nuevamente para convertirlos en material para las sandalias.
Sus clientes tienen la opción de mandar sus viejos pares de sandalias Okabashi para que puedan ser triturados y reutilizados para fabricar más sandalias. La compañía asegura que cada uno de los pares de calzado es 100% reciclable y están hechos hasta con 25% de material reciclado.
“Nada se va a los tiraderos, no hay nada en los botes de basura y no dejamos nada flotando en el océano o algo por el estilo. Nosotros usamos el 100% de nuestros materiales y eso reduce nuestros gastos”, explicó Brad Laporte, vicepresidente de mercadotecnia de la empresa.
Okabashi además comienza a captar más consumidores que buscan productos más amigables con el medio ambiente. Jeff Hix, consultor de empresas ecológicas, asegura que este tipo de empresas comenzarán a destacar más por su producción basada en el reciclaje.
“Mientras la aceptación en el mercado crezca, puede tener un gran impacto en esta rama industrial, ya que cuando los grandes manufactureros comiencen a darse cuenta de que una base de consumidores verdes comienza a ampliarse más que los consumidores regulares, los influenciarán para que cambien sus políticas”, añade Hix.
“Simplemente somos una pequeña empresa que piensa en grande”, concluye Irvani.