Innovación a mano limpia: jabones 'ecoamigables' de un creador mexicano
El siguiente texto es un fragmento del reportaje Innovación, a mano limpia, que fue el ganador del primer lugar del Premio sobre Periodismo de Innovación, Ciencia y Tecnología; fue publicado en la revista Manufactura de mayo de 2011.
(MANUFACTURA) — En un singular trabajo de arqueología química, Luis Manuel Pérez retomó las nociones básicas de la elaboración de detergentes, trazadas hace más de un siglo, para crear un limpiador industrial que biodegrada con mayor rapidez e integridad que las alternativas comerciales.
Esta sustancia limpiadora está elaborada a base de silicatos, sustancias abundantes en la corteza terrestre, más fáciles de obtener y, por lo tanto, más económicas que los petroquímicos que se usan en la fabricación de detergentes.
La búsqueda de Luis Manuel Pérez surgió cuando detectó una necesidad de mercado en su quehacer cotidiano: los pequeños negocios que surtía con jabón en polvo elaborado por él mismo, le pedían un detergente más poderoso.
Se animó a intentar fórmulas con ese objetivo, pero también con el propósito de crear una sustancia que no resultara agresiva con el medio ambiente.
La búsuqueda del científco mexicano no era ajena a las actuales tendencias del mercado. Blanca Tapia, jefa del Centro Nacional de Apoyo a la Pequeña y Mediana Empresa de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que la creciente tendencia de consumir porductos ecológicos en México representa una oportunidad de mercado que ha fomentado la innovación de toda clase de artículos, técnicas y servicios encaminados hacia la sustentabilidad.
“De cada 10 proyectos que nos llegan al centro, cuatro corresponden a desarrollos sustentables”, señala la especialista.
Además, una encuesta de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) sobre las prácticas de consumo en el Distrito Federal señala que 54% de los entrevistasdos prefieren artículos ecológicos sobre aquellos que no lo son.
Este creador de limpiadores logró abrir su negocio en 2005, llamado Ultralim-Tensaktive, luego de un largo transitar en diversos trabajos: ejerció su carrera, la Ingeniería Química, en Petróleos Mexicanos (Pemex) y en las empresas Carbono 14 y KuriMexicana. También impartió clases en la Facultad de Estudios Superiores de Zaragoza de la UNAM.
En la industria del jabonero
Aunque originalmente se dedicó a fabricar jabones en polvo “al estilo tradicional”, sus clientes no tardaron en pedirle modificaciones para mejorar el producto y poderlo usar para limpiar prendas y mobiliaro de uso rudo.
Luis Manuel Pérez puso manos a la obra y con sus propios recursos desarrolló un detergente viscoso y translúcido, a base de silicato de sodio, que resulta un agente limpiador más eficiente que los detergentes estándares elaborados con la sustancia dodecil bencen sulfonato de sodio (DBSS).
Uno de sus clientes, Guadalupe Méndez, no sabe la diferencia en contenidos químicos, pero sí en la práctica en su trabajo en sus negocios familiares: taquerías y carnicerías en la Central de Abastos de la Ciudad de México.
“Usamos el jabón de Ultralim para lavar las tarimas de madera donde se corta la carne. Antes limpiábamos con una mezcla de cloro y detergente en polvo diluidos en 20 litros de agua tibia. Había que dejar en remojo y luego tallar; ahora diluimos dos litros de limpiador en 20 litros de agua a temperatura ambiente y quedan aseados en cinco minutos, sin necesidad de tallar”, explica Méndez.
Para cumplir con su cometido de desarrollar un producto más eficiente y benévolo con el medio ambiente, Luis Manuel buscó alguna sustancia para sustituir el DBSS.
En su revisión bibliográfica encontró un estudio que se hizo en Alemania en 1910 –año en el que nació la industria de los detergentes–, en donde se describían las cualidades ‘limpiadoras’ de los silicatos.
Blas Flores, jefe del Departamento de Química Orgánica de la UNAM, explica que algunos silicatos son utilizados comúnmente para limpiar metales como la plata o como agentes exfoliantes que permiten eliminar la piel muerta, ya que su textura ‘rasposa’ facilita el desprendimiento de las partículas de suciedad sin mucho esfuerzo de tallado.
Por esta razón, ciertos silicatos bien podrían utilizarse como agentes limpiadores.
Pero, ¿cómo alterar la fórmula de detergentes sin que se pierda su eficiencia? El secreto está en las proporciones, dice Luis Manuel, quien decidió sustituir en la medida de lo posible los petroquímicos por las sales desengrasantes (o silicatos).
La fórmula de su limpiador contiene 12% de silicato de sodio y menos de 0.05% de DBSS. Esto lo hace más rentable, ya que un kilo de sales cuesta sólo un cuarto del precio de los petroquímicos. Además, agrega el científico, la producción de los componentes derivados del petróleo implica mayor consumo de energía que en la producción de los silicatos, lo que hace que su limpiador sea más ‘ecológico’.
Financiamiento, la 'piedra en el zapato'
Un producto o servicio novedoso es susceptible de ser imitado, por ello cuando Luis Manuel se dio cuenta del interés de algunos de sus clientes, e incluso de sus competidores, decidió patentarlo.
Acudió al Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal (Icytdf), donde le dieron la asesoría necesaria y el financiamiento para pagar el trámite, cuyo costo asciende a 8,714 pesos, menos el 50% de descuento cuando la solicitud es de inventores, personas físicas, micro o pequeñas industrias, instituciones de educación superior públicas o privadas, o por instituciones de investigación científica y tecnológica del sector público.
La falta de financiamiento es 'la piedrita en el zapato' que el científico mexicano trae y que ha buscado quitarse de una manera bastante peculiar: “Pensé que si la gente conocía mi producto, saldría alguien que se interesaría en financiarme o que quisiera asociarse conmigo”, comenta.
Entonces, en vez de ir a un banco a buscar financiamiento, empezó a inscribirse en todos los concursos de innovación científica con los que se topaba. Así, participó en Recicla 2009 y Recicla 2010, organizados por Fundación Azteca; el Premio Tecnos, organizado por el gobierno de Nuevo León, y el Programa emprendedores, de la Universidad de Autónoma de Chapingo.
Obtuvo el primer lugar en todos estos concursos, al igual que la difusión que buscaba, sin embargo, no llegó ningún inversionista: “Mi objetivo no era ganar, sino encontrar a algún interesado en invertir en mi empresa... y salió al revés”.
No contaba con los males que frecuentemente aparecen en el campo de la inversión, explica Luis Roberto Vega, coordinador de vinculación y gestión tecnológica del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (Ccadet) de la UNAM.
A los inversionistas, detalla Vega, "no les gusta arriesgar, por lo que prefieren invertir en desarrollos ya probados; no les gusta pagar, por lo que cualquier proyecto de inversión se les hace muy caro, y no tienen visión a mediano y largo plazos, por lo que quieren un retorno de inversión rápido".
Tras superar obstáculos en los procesos de obtención, en lo administrativo y también por el financiamiento, este científico mexicano busca un crédito por 10 millones de pesos para ampliar su planta de producción y lograr que así su negocio crezca.