Prefirió su cara a sus manos: madre de niño con primer reimplante facial
A Raúl Antonio Carrizales Jaramillo le encanta andar en bicicleta y pasearse por la colonia donde vive, un sector popular de García, municipio del norteño estado de Nuevo León. Por eso, el pasado 19 de junio prefirió no defenderse con sus manos cuando un perro de la raza pitbull lo atacó y le arrancó parcialmente su rostro.
"Él comentó cuando íbamos rumbo al hospital que su cachetito se lo había arrancado un perro. Yo le pregunté que por qué no se defendió con su manos y él me dijo que no quería quedarse sin ellas. Prefirió su cara a sus manos", narra su madre, Asunción Jaramillo González.
"Andaba en una bicicleta y estaba dando vueltas y vi a un perro y me mordió", cuenta Raúl, entre el nerviosismo y la risa. El alumno de tercer año de primaria se convirtió hace siete semanas en la primera persona a quien se le realiza un reimplante parcial de cara en México.
Perdió el 90% del labio superior, 60% del labio inferior y la mitad de la mejilla izquierda, de acuerdo con un comunicado del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Un velador de la zona donde vive recuperó el tejido del rostro, después de que el perro lo arrojara al suelo, y lo conservó en una bolsa de plástico con agua y hielo.
"Cuando me di cuenta el perro ya estaba sobre él, eché carrera, recogí a mi hijo y el perro lo soltó. Le pedí ayuda al vecino, el dueño del perro, quien me llevó a la clínica", relata Asunción.
Con el tejido, un equipo de siete profesionales de la Unidad de Alta Especialidad número 21 del IMSS realizó al día siguiente la operación en Monterrey, ubicada a unos 40 kilómetros de García. Entre ellos, había dos cirujanos generales, dos plásticos, dos enfermeras y un anestesiólogo.
La madre afirma que cuida a su hijo de los peligros de la calle, pero nunca imaginó que tuviera que protegerlo de los perros. Admite que esperaba lo peor, pero está contenta por los resultados del procedimiento y de ver a Raúl igual de travieso.
"(El reimplante) era lo único que le iba a regresar una vida normal a Raúl, hay otras opciones de cirugía, pero no es lo mismo poner otras estrucutras de reemplazo", explica Miguel de la Parra Márquez, cirujano plástico que intervino en el procedimiento.
"Esta cirugía va a cambiar una vida. Y profesionalmente fue todo un reto quirúrgico: es una cirugía de una complejidad muy alta, por las estructuras tan finas y pequeñas, son arterias de un calibre pequeño".
El hospital número 21 recibe a diario entre dos y tres casos de mordeduras de perro y al menos uno al mes con lesiones en la cara, según la jefa del área de cirugía plástica de la institución, Bertha Navarro Wallmark.
La especialista dice que lo complicado de estos casos es que desconocen si los animales que atacaron están vacunados; siempre es necesario inyectar sueros antirrábicos a los pacientes.
El perro que atacó a Raúl fue sacrificado quince días después del accidente, dice Asunción.
La rehabilitación
Seis meses tardará Raúl en recuperar totalmente la funcionalidad y la estética de su cara, explican los especialistas del IMSS.
"La terapia de rehabilitación va a ayudar que los nervios crezcan poco a poco y den un poco de movimiento a la boca y la mejilla", asegura De la Parra Márquez.
Los ejercicios consisten en aplicar calor en el área lesionada para relajar los músculos y aplicar masajes circulares para estimular el crecimiento de los nervios.
Al inicio, Raúl no podía mover su boca, que estaba un poco caída, pero al paso de las primeras semanas ya podía contener agua y comer.
"Para mí es una satisfacción muy grande y feliz haber participado en la cirugía de Raúl. Si no se hubiera logrado realizar este reimplante hubiera quedado una deformidad que le hubiera cambiado la vida", dice Sergio Mondragón González, residente de sexto año de cirugía plástica.
La mordedura del pitbull ocasionó lesiones en dos músculos de la cara, una vena, una arteria, la mucosa de la boca y la piel, detallan los médicos. Cuentan que cuando suturaron las heridas, una vena se tapó y la piel se puso morada, así que tuvieron que buscar otra y repetir el procedimiento, que duró seis horas en total.
Cirugías de este tipo se realizan en pacientes que han sufrido el desprendimiento de miembros del cuerpo. De la Parra Márquez recuerda que hace tres años él participó en el reimplante de la mano derecha de un paciente que provenía de Saltillo, en el vecino estado de Coahuila. En esa ocasión reparó una arteria, una vena y veinte músculos en un procedimiento que duró casi diez horas.
Por lo pronto, Raúl admite que al terminar la rehabilitación quiere comer hamburguesas y andar de nuevo en su bicicleta. Dice que ya no le tiene miedo a los perros.