Publicidad
Publicidad

Cómo muere un paciente de hambre, y qué tratamiento médico puede evitarlo

Primero es la grasa, luego el músculo. Para estos pacientes, el mayor reto es que su organismo vuelva a asimilar los alimentos
vie 19 agosto 2011 09:01 AM
hunger
inanicion kenia kenya hunger

Nota del editor: El 19 de agosto fue declarado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria como una forma de honrar a aquellos trabajadores dedicados a cuidar a las personas cuya vida se pone en peligro por desastres naturales, conflictos y otras emergencias.

DADAAB, Kenia (CNN) — En medio de una hambruna, existe un lugar que alberga a los sobrevivientes más enfermos de todos.

A lo largo de la frontera entre Somalia y Kenia, el hospital del Comité de Rescate Internacional es llamado simplemente un centro de estabilización. Como término médico, se refiere a la voluntad de normalizar los signos vitales, reemplazar los fluidos y tratar una enfermedad aguda y mortal.

Sin embargo, como se pueden imaginar este lugar está lejos de ser estable y está lleno de personas que mueren de hambre , en algunos casos, sus cuerpos están demasiado deteriorados como para poder absorber los alimentos finalmente puestos a su disposición.

No hay manera de dignificar la descripción de la muerte por inanición . No es ni rápida ni indolora. No mucho después de que se detiene el flujo de comida, el cuerpo recurre a las reservas de combustible en el hígado y los tejidos grasos. Una vez que la grasa se ha ido, y la persona es un esqueleto de lo que él o ella fue alguna vez, el cuerpo busca proteínas y las encuentra en el tejido muscular. Incluso el músculo del corazón se consume, dejando a la persona drenada y lánguida.

El cuerpo deja de funcionar. El pulso, la presión arterial y la temperatura corporal caen precipitadamente. Los niños pequeños, como Ahmed, dejan completamente de crecer y quedan raquíticos eventualmente.

Publicidad

Conocí a Ahmed Mohammad, de 6 años de edad, allí. Tan pronto como entró en el campamento de refugiados de Dadaab con su padre, después de 10 días de caminar bajo el sol de África oriental, estaba claro que su pequeño cuerpo debe haber carecido de nutrición desde hace mucho tiempo.

Como el Dr. Humphrey Musyoka me dijo: “Él tiene la mitad del tamaño que debería tener; un par de semanas más y habríamos perdido a este niño”.

Musyoka lo sabe, porque en los últimos meses ha visto eso suceder más veces de las que se preocupa en recordar.

Las herramientas que utilizan aquí en el centro de estabilización son rudimentarias, y tienen pocas opciones, pero funcionan. Una pequeña cinta de medición se utiliza para determinar la circunferencia del brazo medio superior o MUAC (por sus siglas en inglés) del niño.

Tarda sólo unos segundos y es un factor predictivo de la cantidad de grasa profunda aún existente en el cuerpo, un criterio clave para evaluar la inanición . En los niños de entre 6 meses y 5 años, un MUAC saludable se considera por encima de los 13.5 centímetros, y si es inferior a 11.5 centímetros, casi uno de cada cinco mueren. Ellos simplemente no pueden ser salvados.

El MUAC de Ahmed fue medido en el centro de estabilización y resultó en 10.5 centímetros. Musyoka negó con la cabeza, preocupado, de inmediato comenzó un plan para salvar al pequeño. Se le colocó una vía intavenosa y se le administraron líquidos lentamente. El exceso de líquido podría saturar su sistema . Lo mismo podría decirse de muchos alimentos, que pueden causarle diarrea o vómitos severos.

A Ahmed se le dará Plumpy'nut, una pasta que tiene un balance de proteínas, carbohidratos y grasa, junto con vitaminas y minerales.

La clave está en dar muchas calorías en pequeñas cantidades porque el estómago de Ahmed está muy reducido debido a su desnutrición. Se le sacará sangre para detectar anemia y posibles infecciones bacterianas.

Musyoka dijo que es cautelosamente optimista acerca de Ahmed, pero que tiene mucha angustia por lo que ha visto este verano.

“Tengo un niño de 5 años de edad en casa”, me dijo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Le di la mano, lo miré a los ojos y le dije: “Dale un abrazo muy fuerte esta noche”.

Él asintió con la cabeza y dijo: “Tú también”.

No te pierdas de nada
Te enviamos un correo a la semana con el resumen de lo más importante.

¡Falta un paso! Ve a tu email y confirma tu suscripción (recuerda revisar también en spam)

Ha ocurrido un error, por favor inténtalo más tarde

Publicidad
Publicidad