Día Mundial de la Alimentación: Salvar a un niño de la desnutrición
Nota del Editor: Peter Biro es escritor y fotógrafo para el Comité Internacional de Rescate . Reporta acerca de los refugiados y los asuntos humanitarios en el sureste y el centro de Asia y en África . El 16 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Alimentación.
Una semana después de que Mohamed nació, sus padres lo abandonaron y se quedó al cuidado de una tía que ya batallaba por criar a sus nueve hijos.
“La leche es cara y es muy difícil alimentarlos a todos”, dijo la tía, Assetou Diallo, sentada afuera de su casa: una choza de una recámara ubicada junto a un transitado camino de tierra a las afueras de la capital de Mali, Bamako.
La mujer de 35 años dijo que este año ha sido particularmente difícil. La sequía acabó con las modestas cosechas que la familia sembró en un pequeño jardín, a un lado de la casa. Los precios de los alimentos se han disparado.
Mohamed y la hija más pequeña de Assetou, Mariam, empezaron a mostrar signos de desnutrición grave en junio. Aunque tenía 18 meses, Mohamed pesaba solo tres kilos, menos de la mitad de lo que debería pesar un bebé sano de su edad.
Los niños fueron llevados a la clínica dirigida por el Comité Internacional de Rescate (IRC), en donde se incorporaron a un programa de alimentación de emergencia que consiste en leche y una pasta de cacahuate fortificada con minerales y vitaminas . Mohamed y Mariam también recibieron un tratamiento contra la malaria y la neumonía. Luego de dos meses de tratamiento, los niños subieron dos kilos.
“Sus vidas estaban en verdadero peligro”, dijo el médico del IRC, Abdourhamane Soumana, quien ayudó a tratar a los niños. “Una desnutrición severa como ésta también puede afectar severamente el desarrollo intelectual de un niño”.
Se cree que a lo largo de muchos años, millones de niños en Mali y la región del Sahel, en el occidente de África , han sido afectados física e intelectualmente como resultado de la mala alimentación y la desnutrición. En general, Naciones Unidas calcula que cerca de 18 millones de personas en el Sahel no comen lo suficiente cada día, situación que se ha exacerbado por la inseguridad política y las tres severas sequías que han asolado la región desde 2005.
Assetou Diallo aprendió a identificar los signos de la desnutrición. Alimenta a sus hijos más pequeños con la pasta de cacahuate fortificada y hace todo lo posible por darles vegetales. Sin embargo, el principal problema es, como en muchas regiones, la pobreza. El esposo de Assetou es un carpintero desempleado y la familia vive de la caridad de sus vecinos.
“Si consigo un poco de dinero compro carbón y lo revendo en el mercado”, dice. “Pero nunca es suficiente”.
Tasha Gill, quien dirige los programas del IRC en Mali, dice que las iniciativas como el programa de alimentación de la clínica, pueden salvar vidas en el corto plazo cuando se trata de emergencias, pero que deben de ir acompañados de esfuerzos sostenidos a largo plazo.
“Con miras en el futuro, estamos planeando programas que ayuden a las familias a sobrevivir a la crisis inmediata, pero también a sortear mejor las emergencias futuras”, dijo. “Los programas que ayudan a que la gente inicie un negocio o de capacitación económica son esenciales para que los padres no tengan que elegir entre comida, escuela y salud, sino que puedan proporcionar a sus hijos lo básico para que crezcan con seguridad y dignidad”.