El buey y el asno no existieron en el pesebre: Benedicto XVI
El buey y el asno, que la tradición católica colocan en el pesebre junto a Jesús al momento de su nacimiento, no están en las escrituras del Evangelio, señala el papa Benedicto XVI en su nuevo libro La infancia de Jesús.
En el libro, que saldrá a la venta en 50 países, el papa Ratzinger señala que en el Evangelio "no se habla de animales" en el lugar donde nació Jesús, pero tratándose de un pesebre, "el lugar donde comen los animales, la iconografía cristiana captó muy pronto ese motivo y "colmó esa laguna" y ninguna representación del Portal de Belén renuncia al buey y al asno.
Además, Jesús nació en Belén en una época determinada con precisión y su nacimiento virginal "no es un mito, sino una verdad", asegura Benedicto XVI en su libro presentado este martes en Ciudad del Vaticano .
Por lo tanto, en el texto el Pontífice desmiente a san Agustín, que afirmó que la Virgen María habría hecho un voto de virginidad y se habría comprometido con José para que la protegiera, señalando que esa reconstrucción "está fuera del mundo judío del tiempo de Jesús".
"¿Es cierto que Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de santa María Virgen? Sí, sin reservas", afirma el Pontífice, quien señala que hay dos puntos en la historia de Jesús en las que la acción de Dios interviene directamente en el mundo material: "el parto de la Virgen y la Resurrección del Sepulcro, en el que no permaneció ni sufrió la corrupción".
Benedicto XVI subraya que si a Dios sólo se le permite actuar en la esfera espiritual y no en la material, "entonces no es Dios", pero que sí, "que tiene ese poder y con la concepción y la resurrección de Jesucristo ha inaugurado una nueva creación".
La infancia de Jesús es el tercer libro de la trilogía de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI (se usan los dos nombres ya que los comenzó siendo cardenal y los ha acabado una vez en el papado) sobre Jesús de Nazaret, ha sido editado en nueve idiomas, entre ellos el español, y sale con una primera edición global de un millón de ejemplares.
El libro, de 176 páginas, está dividido en cuatro capítulos y un epílogo.
El primero está dedicado a la genealogía del Salvador en los evangelios de Mateo y Lucas, muy diferentes ambos, según señala, pero con el mismo significado teológico-simbólico: la colocación de Jesús en la historia.
Benedicto XVI señala que Jesús no nació y apareció en público en una fecha imprecisa, sino que se sabe muy bien quién es y de dónde viene y que pertenece a una época "perfectamente datable y a un ambiente geográfico perfectamente indicado".
Jesús nació -escribe el Papa echando mano del Evangelio de Lucas- en el año 15 del imperio de Tiberio César.
El segundo capítulo está dedicado al anuncio del nacimiento y Benedicto XVI escribe que leyendo el diálogo entre María y el ángel Gabriel se ve cómo Dios a través de una mujer busca "un nuevo ingreso en el mundo".
María, subraya el Papa, "aceptó la voluntad de Dios, trató de comprender y se mostró como una mujer valerosa, de gran interioridad".
El tercer capítulo está dedicado al nacimiento en Belén y sobre el mismo señala que María envolvió al niño en pañales y que, "sin sensiblería", podemos imaginar el amor con el que María se preparó para ese momento y cómo preparó el nacimiento del hijo".
A la vez analiza cómo la tradición ha interpretado el pesebre teológicamente y señala que el niño envuelto en gasas se presenta como una anticipación de la hora de su muerte y que el pesebre del portal de Belén se considera una especie de altar.
El cuarto capítulo está dedicado a los Reyes Magos , que representan, según el Papa, a la humanidad "cuando emprende el camino hacia Cristo".
El papa Ratzinger precisa que aunque algunos pongan en duda la Adoración de los Reyes, está convencido de que se trata de un acontecimiento histórico, pero subraya que, de todas maneras sea verdad o no, no afecta a ningún aspecto esencial de la fe.
En el epílogo echa mano del Evangelio de Lucas y cuenta el último episodio de la infancia de Jesús, cuando con doce años fue al Templo de Jerusalén a debatir con los doctores.