La vida que cambió una niña con síndrome de Down
Nota del editor: Este artículo fue escrito originalmente para el proyecto Mi Grandiosa Historia de la Sociedad Nacional de Síndrome de Down de Estados Unidos en honor al Día Mundial del Síndrome de Down.
(CNN) — “¿Qué tipo de tenis va a ponerse?”.
Esta es una de las muchas preguntas que pasan por mi cabeza. Es septiembre de 2003, y acabo de enterarme que mi hija nacerá con síndrome de Down. Sólo tengo 16 años, y estoy a pocos días de mi cumpleaños número 17.
Soy una buena estudiante, hermana y amante de los zapatos. (He allí la razón por la que la elección de los tenis era uno de mis mayores miedos sobre el diagnóstico de este bebé). No quiero lidiar con velcro frente a agujetas o zapatos ortopédicos: quiero escoger las tendencias y estilos más recientes para ella.
Con este diagnóstico, ahora enfrento el reto de redefinir cada meta y sueño que tenía para mi hija. Naturalmente, estoy asustada. Mis amigos celebran su último año de preparatoria, y yo estoy aquí haciéndome preguntas estúpidas.
Después de algunos días agonizantes me percato de que es mi hija. La amo. ¿Realmente importa qué tipo de zapatos trae puestos? No.
Esta niña aún no nace, y ya me enseñó una lección. Ya no me importan los zapatos y las compras; sólo quiero que mi bebé viva. Quiero que nazca saludable y sea feliz.
Así que me decía que sólo porque tenía síndrome de Down, no tenía que abandonar todos los sueños que tenía para ella. Aún podía comprarle tenis y zapatos geniales; quizá sólo tendríamos que buscar más para encontrar algunos que también le ofrecieran apoyo.
Pasó un mes y Jaylin nació; una bebé saludable de 2.1 kilogramos con una cabeza llena de cabello negro. Nació con un defecto cardíaco, pero se corrigió seis meses después de su nacimiento. Un poco después de eso, comenzó a usar sus nuevos zapatos Nike de color rosa.
La mayoría de los bebés se deshacen de ese tipo de zapatos porque les quedan pequeños poco tiempo después de nacer, pero no mi pequeña Jaybird. El síndrome de Down puede retardar el desarrollo físico e intelectual. Lució esos zapatos durante un buen par de meses.
En estos días, Jaylin está bien. Va a comprar zapatos conmigo y su elección actual es un par multicolorido de tenis bota Nike. No creo que realmente le importen los zapatos sino que simplemente disfruta pasar tiempo conmigo al escogerlos.
Me enseña más a mí y a sus maestros que lo que nosotros le enseñamos a ella. Soy tan feliz de haber sido bendecida con ella y cambió mis puntos de vista sobre la vida.
Si no hubiera nacido con síndrome de Down no creo que yo fuera tan buena persona como lo soy ahora. Actualmente organizo una caminata con otras mamás, y utilizamos fondos de la caminata para donar paquetes de cuidado a familias que enfrentan estadías en el hospital debido a complicaciones del síndrome de Down.
Jaylin tiene casi seis años, y este año fue nuestra quinta caminata. Comencé las caminatas en su honor, y es gracias a ella que puedo alcanzar a otras familias ahora. Tener una bebé con síndrome de Down hizo que esa niña de 17 años creciera rápido pero fuerte.
Jaylin es una niña tan especial. Se toma su tiempo cuando la mayoría de nosotros quiere que se apure, y siempre es la que sonríe cuando todos los demás se desmoronan.
No dejará que el mundo la defina. Hará lo que ama, en zapatos grandiosos, sólo para hacerme feliz.