Una pareja bajó casi 200 kilos para cumplir su sueño de tener una bebé
Las historias sobre pérdida de peso por lo general tienen un principio, un intermedio y un final ¿Cómo subieron tanto de peso estas personas? ¿Qué los llevó a tomar la decisión de cambiar? ¿Cuánto pesan ahora?
Sin embargo, en la vida real, bajar de peso no es un proceso lineal.
Matthew Shack ha luchado con su peso desde que estaba en la universidad, cuando una lesión de rodilla terminó con su prometedora carrera en el fútbol americano. Shack, de 35 años de edad, ha bajado más de 45 kilos en varias ocasiones, y ha vuelto a subirlos.
"El hecho de que tenga sobrepeso es simplemente... no sé por qué me pasó a mí", dice Shack. "No sé por qué sigo comiendo en exceso".
Tras abandonar la universidad para empezar a trabajar, Shack comía en restaurantes tres veces al día, siete días a la semana. Para cuando cumplió 20 años, el consultor en computación, quien mide 1.90 metros, pesaba 180 kilos. Decidió que quería tener novia y sabía que sería difícil encontrarla con sobrepeso, así que empezó a ejercitarse varias horas al día.
En 6 meses bajó 45 kilos.
En el año 2000 conoció a Amy. Cuando comenzaron a salir, Shack contrajo mononucleosis, también conocida como 'mono'. Durante meses durmió de 12 a 18 horas al día y lentamente recuperó el peso que había bajado.
A Amy no le importó. Ella había comenzado a subir de peso en la escuela. Mide 1.65 y cuando conoció a Shack pesaba 80 kilos.
La pareja se casó en 2003. Amy pesaba 100 kilos cuando quedó embarazada de su primer hijo, Sidney. Cuando dio a luz a su segundo hijo, James, dos años más tarde, pesaba más de 136 kilogramos.
"Comíamos fuera, nos divertíamos, y nuestro tamaño seguía aumentando cada vez más", recuerda Amy.
Los Shack añoraban tener una niña, pero Amy tenía problemas para quedar embarazada otra vez. Después de someterse a un tratamiento para la infertilidad y no tener éxito, decidieron convertirse en padres de crianza temporal.
El proceso de entrevistas fue cruel. "Ustedes son tan grandes, ¿qué van a hacer cuando mueran?". Amy recuerda que la agencia les preguntó: "¿Quién va a cuidar a los niños cuando ustedes mueran?"
Fue algo que ninguno de los dos había considerado.
El 22 de junio de 2009, los Shack celebraron su sexto aniversario en el restaurante Outback. Mientras comían papas horneadas, papas con queso al estilo australiano, varias rondas de pan con mantequilla, ensalada, sopa de cebolla francesa, costillas de 18 onzas y postre, la pareja se dio cuenta de que tenía que hacer cambios.
"Sabíamos que íbamos por un camino del que no habría retorno", dice Shack.
Amy decidió que se sometería a cirugía de bypass gástrico. Como nunca había sido amante de la comida como Shack, se imaginó que la cirugía sería la forma más sencilla para reducir el tamaño de sus porciones.
Shack pidió una cita en el consultorio de su doctor para pesarse, porque la báscula de casa no marcaba más de 158 kilos. Se imaginó que lo más que pesaría serían 180 kilos... 200 como máximo. Cuando la pesa del doctor llegó a 226 kilos, se quedó perplejo.
Shack decidió usar la aplicación LoseIt! para registrar sus calorías . Creó una hoja de cálculo y calculó su alimentación para llegar a un objetivo de peso de 106 kilos en 14 meses.
"Al final del día, bajar de peso es sólo una gran ecuación matemática: calorías entran, calorías salen", dice.
Amy se realizó la cirugía de bypass al mes siguiente. "Al día siguiente, me sentía como si un camión me hubiera golpeado", dice. Sin embargo, se abrió paso a través del dolor, alteró su dieta para comer pequeñas cantidades cada dos horas, y bajó 45 kilos en cinco meses.
Dos meses después, descubrió que estaba embarazada. Era una niña.
Bajó otros 18 kilos durante su embarazo, lo cual preocupó a su obstetra. Sin embargo, Samantha Shack nació sana el 1 de noviembre de 2010.
Para septiembre de 2010, Shack también había bajado 120 kilos y había alcanzado su peso ideal. La app LoseIt! indicó que él era su mayor "pérdida de peso" de todos los tiempos.
Esto debió haber sido el final de la historia de los Shack. Sin embargo, bajar de peso es difícil, pero mantenerte puede serlo aún más.
"Como mi complexión es tan grande, no subo de peso en el estómago, sino de pies a cabeza", explica.
Durante los dos años siguientes llegó a pesar 136 kilos, luego 154.
Entre abril y noviembre de 2012 bajó 45 kilos con ejercicio.
Recientemente empezó a subir nuevamente de peso tras perder su empleo. Sin embargo, está consciente de su patrón y tiene un plan para enfrentar los kilos extra.
"No he podido encontrar mi fórmula mágica", dijo. "Suele haber algún punto de motivación que me hace querer bajar de peso. Una vez que alcanzo dicha meta, creo que pierdo motivación".
Amy ha mantenido su peso meta de 72 kilos durante más de tres años. Completó medio maratón en enero. Permanece activa —"cuando tienes seis hijos, ellos son tu actividad"— y sigue controlando rigurosamente lo que come.
"Voy a luchar con mi peso por el resto de mi vida," dice.
En realidad, ninguna historia de pérdida de peso tiene un final.