La tecnología de navegación podría apagar las luces de los faros marinos
Desde hace siglos, los faros han hecho brillar una luz amigable para los navegantes, pescadores y pasajeros, ofreciendo un camino seguro a la costa y capturando un lugar especial en la imaginación del público.
Pero con la llegada de los sistemas de geo-posicionamiento global (GPS) de bajo costo, no se sabe qué destino tendrán estas icónicas almenaras costeras.
“Son tiempos difíciles para los faros”, dice Jeremy D'Entremont, presidente de la Fundación de Faros de Estados Unidos. “Todos los aman, pero según el gobierno, no son una prioridad de gasto”.
Según D'Entremont, aunque el 75% de los faros siguen operando como “herramientas de navegación” en Estados Unidos, el financiamiento federal está casi exclusivamente limitado a su mantenimiento mecánico.
“Esto no deja casi nada para el edificio mismo”, aseguró. Sin el apoyo de grupos locales o compradores privados, muchos faros “se quedan en el olvido”.
El apasionado estudioso de los faros, que hasta hace poco tiempo era responsable de compilar la base de datos de faros en todo el mundo, calcula que existen entre 10,000 y 12,000, pero casi todos enfrentan el mismo problema, pues con la crisis financiera global cada vez hay menos dinero para la conservación de monumentos históricos, explicó.
Peter Williams es el tesorero de la Sociedad Mundial de Faros. “Ya terminaron los días del diligente cuidador del faro, que atendía la llama personalmente y mantenía la torre en orden”, dijo.
En Gran Bretaña, una isla cuyas costas están llenas de cientos de faros, el último cuidador del faro se retiró en 1998. Ahora, según Williams, todos los faros británicos son automáticos y monitoreados desde algunas oficinas centrales. “Hasta cambian los focos solos”, precisó.
Pero tanto Williams como D'Entremont aceptan que es difícil justificar una inversión continua en los faros, ahora que su única función vital en el mar está siendo remplazada rápidamente con nueva tecnología.
Quizás así sea, pero los faros aún tienen “un enorme valor histórico y cultural”, sostiene Gary Sredzienski, músico de New Hampshire que pretende nadar 6.4 kilómetros en aguas congeladas este mes para recaudar dinero para sus dos faros locales.
“Son increíbles obras de ingeniería, y objetos de enorme belleza que nos conectan con el pasado, sobre todo para alguien como yo que proviene de una comunidad pesquera”, explicó.
Pero no todo su futuro es oscuro. Muchos faros se han vuelto económicamente autosuficientes transformándose en todo, desde hoteles extravagantes hasta tumbas. “Hay muchos faros increíbles que fueron convertidos en museos de talla internacional, como el Kinnaird Head en Escocia”, dijo Williams.
Otros cientos han sido convertidos en hoteles poco convencionales. “Yo recomiendo personalmente un viaje al Faro West Usk en Gales. Tienen un jacuzzi en el techo”, detalló.
Del otro lado, en California, D'Entremont señaló que el faro Farallon Island del siglo XIX fue transformado en un observatorio de vida silvestre, mientras que en Malta, el alguna vez decadente faro Gordon fue remodelado para volverse en una estación de investigación atmosférica.
Algunos propietarios han ido incluso más lejos. El faro Tillamook Rock en Oregon fue convertido en un columbario, nicho donde se guardan cenizas incineradas.
Pero, ¿el turismo es la dirección positiva para estas estructuras históricas? “Yo estoy a favor del cambio de función de los faros… siempre y cuando se conserven las construcciones”, opinó Williams.
D'Entremont está de acuerdo, pero le preocupa el futuro de muchos faros ‘sumergidos’, es decir, los que se encuentran en una roca o arrecife en medio del mar, pues no tienen medios sencillos para convertirse en atracciones.
“En mi faro local en Portsmouth Harbor (New Hampshire), solemos recaudar fondos con ‘tours embrujados’ y con cacerías de fantasmas en el edificio, por ejemplo, pero con los faros en altamar, no podemos hacer eso”, aseguró.
Irónicamente, los faros construidos en el mar suelen reflejar el mayor mérito histórico, dada la extraordinaria ingeniería que se necesita tener para construirlos.
“Un ejemplo es el Faro Minot’s Ledge en Boston”. Según D'Entremont, “fue creado a mediados del siglo XIX a kilómetro y medio de la orilla con sólo algunas horas de tiempo de construcción al día, aprovechando la marea baja”.
El faro sigue erguido hoy a pesar de ser azotado a diario con olas de 30 metros. Pero es poco probable que pueda ser convertido en una tienda de regalos… al menos no pronto.