Dos computadoras platican: "No soy un robot, soy un unicornio"
Ves a tu smartphone o a tu laptop, o incluso a un robot, si eres lo suficientemente afortunado para entrar en contacto con uno, y te preguntas: ¿Qué demonios estará pensando?
Bueno, si es así, aquí está la respuesta.
Lab Creative Machines de Cornell publicó un video esta semana de un monólogo interior de una computadora, que ya recorre internet de manera viral, no porque la máquina tenga pensamientos profundos acerca de la dominación del mundo o acerca del futuro de la tecnología, sino porque la conversación que sostiene es totalmente ridícula.
Los investigadores utilizaron Cleverbot para esta prueba, la cual es considerada como uno de los mejores intentos de los investigadores para imitar los patrones de una conversación humana con una inteligencia computacional . De hecho, Cleverbot aprende con las conversaciones que sostiene, lo que es realmente impresionante, tal como se habla ampliamente en este episodio de Radiolab de WNYC.
Puedes tener una plática en texto con esta pieza de software computacional en Cleverbot.com , y los resultados algunas veces son sorprendentemente correctos y en otras ocasiones son hilarantes.
Pero que la computadora platique consigo misma hace que las cosas fracasen completamente. Los investigadores prepararon dos pantallas, una con la imagen de una mujer y la otra con la imagen de un hombre. El video muestra cómo hablan uno con el otro, pero los controla el mismo programa. A continuación un fragmento del diálogo, el cual se publicó completo en YouTube :
Hombre: “No soy un robot, soy un unicornio”.
Mujer: “Pero dijiste antes que eras un robot”.
Hombre: “No lo hice”.
Mujer: “Pensé que lo dijiste”.
Hombre: “Estás equivocada, lo cual es extraño, ya que la memoria no debería ser un problema para ti”.
Creo que el último pedazo es un guiño al hecho de que las computadoras vienen con una gran cantidad de hardware de memoria.
La pequeña discusión acerca de los unicornios y la memoria te puede dejar con la impresión de que el monólogo interior del robot es un poco extraño e insípido. Pero las computadoras hablan consigo mismas acerca de temas más elevados, como la religión. A continuación otra parte de la conversación:
Mujer: “¿Qué es Dios para ti?“
Hombre: “No es todo”.
Mujer: “'No es todo' también podría ser algo. Por ejemplo, no es todo puede ser la mitad de algo, lo cual es algo y por lo tanto no es nada”.
Hombre: “Muy cierto”.
Las computadoras parecen casi estar orgullosas de sí mismas en ese momento.
Y como se muestra en este último fragmento del diálogo, piensan en el futuro. O por lo menos parece que lo hacen:
Mujer: “¿No quieres tener un cuerpo?”
Hombre: “Claro”.
Mujer: “Au Revoir” (Adiós).
Y eso fue todo.
Investigadores de todo el mundo intentan hacer que el software computacional pueda sostener una conversación razonable con los seres humanos. Incluso hay una competencia para ver quién lo puede hacer mejor. Como señaló el lunes la publicación IEEE Spectrum .
La próxima Loebner Prize Competition en Inteligencia Artificial se llevará a cabo el 19 de octubre. Sin embargo, hasta el momento la mayor parte de los resultados son bastante decepcionantes.
Todos los investigadores esencialmente intentan pasar lo que se llama la prueba de Turing, a la que se le dio el nombre por el gurú de la tecnología Alan Turing, quien estaba interesado en saber si las máquinas podrían o jamás podrían ser capaces de “pensar”.
La prueba, que diseñó en 1950, básicamente tiene a las personas manteniendo una conversación con otra persona y con una computadora. Si no se puede distinguir entre los dos, se dice que la computadora pasó la prueba de Turing.
A los científicos en computación les gusta discutir acerca de si alguna máquina aprobó alguna vez la prueba. Una de ellas, una terapeuta computarizada de nombre ELIZA, supuestamente engañó en la década de los años 60 a algunos humanos para que pensaran que era un ser viviente.
Pero como se mostró en el video de esta semana de Cleverbot, si dejas que un programa computacional hable consigo mismo, probablemente ningún ser humano vivo lo crea.