Los robots de ayuda en desastres, una consecuencia del 11-S
Cuando Robin Murphy vio caer las torres del World Trade Center el 11 de septiembre del 2001, ella sabía de un grupo inesperado que podría ayudar: los robots.
Los robots nunca habían sido probados en tales desastres del mundo real, pero se han vuelto mucho más pequeños y más ágiles en los años anteriores a aquel trágico suceso. Así que Murphy, profesora de Ciencias de la Computación en la Universidad Texas A&M, y su equipo de expertos en robótica, decidieron que era hora. Los robots estaban listos.
A las criaturas del tamaño de una caja de zapatos, llamadas PackBots, con una banda rodante en sus llantas similar a la de un tanque y brazos parecidos a una grúa de transporte marítimo, se les pidió por primera vez cavar entre los escombros del World Trade Center junto con sus homólogos humanos. Los objetivos de los robots eran buscar víctimas , evaluar la integridad estructural de los escombros, y enviar imágenes de lugares difíciles de alcanzar.
Era un trabajo que una persona viva no podía hacer.
“Es una condición en la que no hay espacio físico: es demasiado pequeño para que las personas o los perros pasen, y aunque pudieran llegar hasta allí, algunas partes aún estaban en llamas”, dice Murphy acerca de la escena de desastre que siguió a la caída de las torres del World Trade Center, tras los ataques terroristas contra Nueva York.
“No hay oxígeno. Tienes que usar un pesado equipo. Y hace demasiado calor. Sin embargo, todavía puede haber lugares con vacíos que permitan la supervivencia —explica— y entonces todavía hay una oportunidad”.
Los robots han existido desde hace décadas, pero las versiones modernas de estas máquinas con mando a distancia nunca había sido utilizadas en respuesta a un desastre hasta el 11 de septiembre. En los 10 años posteriores al ataque, nuestros amigos mecánicos han seguido avanzando tecnológicamente y se han convertido en miembros cada vez más importantes de los equipos que responden a todo tipo de desastres : desde terremotos, huracanes y desastres nucleares, hasta derrames de petróleo.
“Fue un hito”, dice Joe Dyer, jefe de operaciones de iRobot, creador del PackBot, acerca de los esfuerzos de robótica involucrados en la respuesta al 11 de septiembre.
Los robots, que estaban aún en desarrollo en la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés), fueron “literalmente sacados del laboratorio y llevados al 11-S”, dice Dyer, vicealmirante retirado de la Marina estadounidense.
Por tierra, mar y aire
Desde entonces los robots han estado involucrados casi en todos los grandes desastres y han sido desplegados por tierra, aire y bajo el agua.
Una versión actualizada del iRobot PackBot fue desplegado en la planta nuclear de Fukushima Daiichi en Japón tras el terremoto y el tsunami de marzo. La gente no podía ingresar con seguridad en la planta sobrecalentada debido a la radiación nuclear , pero los robots se abrieron paso fácilmente. Ellos fueron capaces de revisar los niveles de radiación y temperatura del aire y luego reportar los datos a sus controladores humanos.
Las personas controlan el PackBot con una palanca de mando literalmente inspirada en el Xbox de Microsoft y en otros sistemas de videojuegos , dijo Dyer. Se sientan en vehículos blindados, a 800 metros de distancia del robot.
Los robots se comunican a través de frecuencias de radio.
Los robots voladores —se comportan como una especie de colibríes, dice Murphy— fueron enviados a Nueva Orleans después del huracán Katrina, en 2005. Ellos buscaron personas atrapadas por las aguas mucho más rápidamente que los servicios de emergencia que se aventuraron a salir en botes de remos, dice Murphy.
Y después del desastre de petróleo de British Petroleum en el Golfo de México, en 2010, un robot submarino llamado Seaglider —que se parece a un misil— nadó a través de las aguas llenas de petróleo y potencialmente peligrosas, se sumergió a profundidades que el tímpano humano no puede resistir y registró datos ecológicos .
Sin ese robot, la gente habría tenido que enviar barcos y científicos por todo el Golfo tratando de pescar datos. A pesar de que estos robots varían en precio desde 50,000 a 400,000 dólares, son económicos, dice Dyer.
“Los robots son intrépidos, y a la vez eficientes y rentables. En el caso del Seaglider, es un intercambio de tecnología por trabajo humano”.
Construyendo mejores robots
Sin embargo, también han surgido algunas limitaciones en los últimos 10 años.
En primer lugar, un robot de rescate nunca ha encontrado a una persona viva a la que luego fuera capaz de retirar de los escombros y salvar, señalan Dyer y Murphy.
Pero han hecho otras importantes contribuciones, dicen.
El 11 de septiembre, por ejemplo, dos de las máquinas de iRobot pusieron a prueba la integridad estructural de los edificios de los alrededores del World Trade Center, que evitaba que los equipos de rescate entraran en algunas situaciones que podrían haber sido muy peligrosas.
También son obstaculizados por la escasez de fondos, dice Murphy, quien es directora del Centro para la Búsqueda y Rescate Asistida por Robot .
En la actualidad, un despliegue después de un desastre puede incluir sólo a un puñado de robots, dice, que generalmente son propiedad de y operados por voluntarios expertos en robótica como ella, que están tratando de que la tecnología sea adoptada más ampliamente. (Ellos han creado un grupo llamado Robótica sin Fronteras, que coordina estas respuestas, pero sólo si se les solicita).
Lo ideal, dice, sería que las agencias de respuesta a emergencias tuvieran sus propios robots y los integraran en sus estrategias de respuesta a desastres más efectivamente. A veces puede tomar días llevar robots a las zonas de desastre, dice Murphy, los cual los hace menos eficaces de lo que podrían ser si se usaran antes.
Finalmente, las máquinas también están limitadas por sus propias habilidades . Los robots se han vuelto mucho más pequeños en los últimos años, pero todavía no son capaces de moverse a través de algunos pasajes o de escombros particularmente difíciles.
Sin embargo, hay mejoras en el camino.
iRobot está tratando de dar a sus máquinas más “autonomía” , lo que significa que puedan funcionar con menos datos de entrada por parte de los seres humanos a través del joystick.
Otros investigadores están trabajando para crear robots que luzcan y se muevan como gusanos u orugas gigantes, lo que les permitiría moverse en los escombros con mayor facilidad.
Murphy dijo que estos robots capaces de retorcerse son una gran promesa, pero también corren un extraño riesgo secundario: podrían asustar a las víctimas que son enviados a rescatar.
“No estoy seguro de que si yo fuera una víctima, quisiera que eso viniera por mí”, dice riendo.
Su solución: hacer que los robots de respuesta a desastres, con el tiempo, actúen de forma más humana, de modo que incluso si lucen como terribles serpientes metálicas, sean vistos como los ayudantes que pretenden ser.