El peligro de los desechos espaciales y su posible solución
Nota del Editor: Micah Zenko es profesor en prevención de conflictos en el Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relatiouns).
A finales de junio, seis astronautas que viven a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI), la cual orbita a unos 300 kilómetros por encima de la superficie terrestre, recibieron el aviso de que una pieza de desecho espacial, viajando a unos 45,000 kilómetros por hora, pasaría peligrosamente cerca.
Funcionarios de la NASA calcularon que la probabilidad de que la EEI fuera impactada era de una entre 360 (una entre 10,000 es el umbral nominal de la NASA por el cual se autoriza una “maniobra para evitar colisión”).
Por lo general, la EEI recibe una notificación con mucho tiempo para que pueda maniobrar fuera del alcance de un potencial desecho espacial.
Sin embargo, con menos de 15 horas de aviso, los astronautas fueron obligados a trasladarse a cápsulas espaciales Soyuz por segunda ocasión en los 13 años de historia de la EEI; el desecho pasó a unos 350 metros de la estación espacial.
Los desechos espaciales son una creciente amenaza para satélites civiles, militares y comerciales en el espacio.
En este momento, existen unos 22,000 artefactos de cerca de 10 centímetros de un extremo al otro, aproximadamente el tamaño de una pelota de softball, que pueden ser normalmente rastreados con los recursos y tecnologías existentes.
Estos incluyen las plataformas superiores de vehículos de lanzamiento, naves espaciales deterioradas , baterías descargadas, desperdicios sólidos de motores de cohetes y basura proveniente de las misiones humanas en el espacio.
Además, hay aproximadamente 300,000 otros fragmentos de basura espacial que miden entre uno y 10 centímetros, y más de 135,000,000 que miden menos de un centímetro, los cuales podrían dañar potencialmente las naves espaciales en funcionamiento.
Aunque tomó 40 años producir las primeras 10,000 piezas de desechos espaciales del tamaño de una pelota de softball, requirió menos de una década producir las siguientes 12,000.
Este incremento fue en parte debido a dos incidentes preocupantes, los cuales, según la NASA, sumaron al incremento del número total de objetos espaciales en un 60%.
En enero de 2007, el ejército chino destruyó un satélite climático caduco que orbitaba en la zona polar con un misil balístico móvil, y en febrero de 2009, un satélite activo Iridium de comunicación y un satélite ruso caduco —que habían sido vistos pasaran el uno al otro a medio kilómetro de distancia— inesperadamente chocaron.
La capacidad de detectar, rastrear, calificar y predecir objetos y hechos en el espacio es conocida como Conciencia Situacional del Espacio (CSE).
El Centro de Operaciones Conjuntas del Espacio del Comando Estratégico de Estados Unidos brinda esta función al Pentágono al monitorear los desechos espaciales (de más de diez centímetros) con una red mundial de 19 radares en tierra y sensores ópticos.
Además de apoyar a las agencias militares y de investigación de Estados Unidos, el Centro de Operaciones notifica vía correo electrónico a operadores espaciales comerciales cuando sus satélites están en riesgo de impactar con desechos espaciales.
Este Centro emite entre 20 y 30 avisos por día, lo que el año pasado significó para los propietarios de los satélites maniobrar 126 veces para evitar colisiones con otros satélites o desechos.
Según funcionarios de Estados Unidos, el país incluso avisa al gobierno chino cuando sus satélites están amenazados por desechos espaciales derivados de la prueba antisatélite del 2007.
A pesar de que el Centro ofrece sus mejores esfuerzos, ningún país cuenta con los recursos, conocimientos técnicos, expertos o la geografía para satisfacer la demanda de la CSE.
El problema del desecho espacial es un dilema clásico a nivel global: aunque 11 estados pueden lanzar satélites, y más de 60 países o consorcios gubernamentales tienen u operan los cerca de 1,100 satélites activos, ningún país o grupo de naciones tienen la autoridad o la responsabilidad de regular el espacio.
Bajo el artículo II del Tratado del Espacio Exterior, de 1967: “El espacio exterior, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no son objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía”.
La solución para reducir los artefactos sin rumbo, mitigar la amenaza para satélites y naves espaciales, y quitar los desechos del espacio necesitará ampliar la cooperación entre las naciones.
El pasado verano, el gobierno de Barack Obama lanzó su Política Nacional del Espacio, la cual puso en relieve el objetivo de preservar el medio ambiente del espacio a través del “desarrollo continuo y la adopción de estándares internacionales e industriales y de políticas para minimizar los desechos. Y fomentar el desarrollo de medidas de alerta por colisiones en el espacio”.
Desafortunadamente, los avances hacia la construcción de un acuerdo internacional sobre las reglas que deben regir los usos responsables del espacio han ido de forma muy lenta.