El teléfono celular un arma contra las carencias de los países más pobres
Cuando el renombrado economista Jeffrey Sachs visitó en 2005 las aldeas rurales de África subsahariana, observó comunidades empobrecidas con poca agua potable, la abundancia y escasez de los ciclos de cultivo y la proliferación de infecciones por la malaria. Lo que no vio fue teléfonos celulares.
“Ahora, la propiedad de celulares es tal vez de un 30% en los hogares y la cobertura de teléfono celular es bastante amplia,” dijo Sachs, director del Proyecto de Aldeas del Milenio de la ONU, que se centra en el mejoramiento de 14 aldeas rurales en 10 países africanos como modelo para una prosperidad más amplia en la región.
La llegada de la sociedad móvil puede haber traído comodidad y un cambio cultural para los EU y Europa, pero en las regiones más pobres del mundo, el acceso a la telefonía celular ha provocado un salto cuántico en los servicios –como el llamar por asistencia médica, enviar una carta rápida a los seres queridos o comenzar una cuenta de ahorros– que los estadounidenses y los europeos han dado por hecho durante generaciones, dicen analistas.
“El teléfono celular es la tecnología más transformadora para el desarrollo,” dijo Sachs, director del Instituto de la Tierra, en la Universidad de Columbia, y autor del libro El fin de la pobreza.
“La pobreza casi es equiparada con aislamiento en muchos lugares del mundo. La pobreza viene de la falta de acceso a los mercados, a servicios de salud de emergencia, del acceso a la educación, de la capacidad de sacar provecho de los servicios públicos, etcétera,” dijo Sachs. “Con lo que el teléfono celular –y en general las tecnologías de la información– está terminando es con esa clase de aislamiento en todas sus variedades.”
La abundancia de servicios de pago a través de celulares pone a lugares como Kenia y Uganda en la vanguardia de los servicios financieros móviles. “Se puede caminar a la mitad de una aldea rural de Ruanda y usar un celular para, en una estación de recarga, pagar las luces LED,” dice Amanda Gardiner, directora del programa de acción de Business Call to Action, una organización sin fines de lucro con sede en Nueva York, misma que ayuda a llevar más teléfonos celulares a los pobres de las zonas rurales de África.
“Estoy siempre atónita de que no tengo que caminar por Home Depot para ver estos servicios aquí, solo tocar el teléfono celular e ir,” dijo Gardiner. “De alguna manera, en verdad van más adelante que nosotros y van directo al futuro”.
La revolución del dinero móvil en Kenia
Entre 2005 y 2010, el uso de celulares se triplicó en los países en desarrollo a casi 4,000 millones de suscripciones, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). En ningún lugar, el crecimiento fue más rápido que en África, que vio crecer el uso del celular en más de un 400% durante ese periodo, según la UIT. Eso significa más dinero. Un estudio de 2006 de la Universidad de Michigan encontró que cada 10% de aumento en la penetración de telefonía celular hace crecer la economía local en un 0.6%.
La simple capacidad de hacer una llamada telefónica tiene profundas consecuencias económicas, comentó Sachs.
“Lugares en los que tradicionalmente la gente caminaría con su ganado durante una o dos semanas sin saber qué tipo de precio obtendrán (deben ir a Jartum, Nairobi o Port Saeed) ahora pueden llamar por anticipado y averiguar en dónde tendrán el mejor precio,” dijo Sachs.
El bajo costo de montar torres de telefonía celular y la caída de los costos de los aparatos ha permitido aumentar la cobertura de teléfonos celulares incluso en lugares rurales pobres, dijo Michael Joseph, exdirector ejecutivo de Safaricom, un proveedor de telecomunicaciones en Kenia, que pasó de 17,000 usuarios, cuando empezó en 2000, a más de 18 millones, cuando dejó el puesto, en 2010. “Es probable que haya cobertura más generalizada en Kenia que en muchas zonas de Europa,” comentó Joseph.
Los modelos de negocio establecidos para vender servicios a los pobres –como la compra de prepago del servicio telefónico y el cobro por segundo en lugar de por minuto– hacen asequible el uso del teléfono celular, sin embargo, el desarrollo de Safaricom de los servicios bancarios a través de teléfonos celulares revolucionó el negocio de las telecomunicaciones en los países pobres.
Safaricom, en sociedad con la compañía británica Vodafone, empezó los servicios de M-PESA (abreviación de pesa móvil, pesa que en swahili es “dinero”) en 2007, que permite a los clientes transferir digitalmente efectivo a través de teléfonos celulares. Dos años después, 10% del PIB del país circulaba a través de M-PESA, según un informe de 2010 del Banco Mundial. Ahora los kenianos hacen transacciones por 1,000 millones de dólares al mes vía M-PESA, en donde el efectivo puede ser depositado y transferido a uno de las 20,000 tiendas, comentó Joseph.
“El crecimiento del PIB en Kenia sería la mitad de lo que fue en los 10 años anteriores si no fuera por el celular,” comentó Joseph.
“Cerca del 70% de los nuevos empleos en Kenia se dan en el sector informal –la venta de cosas en los costados de las carreteras, y ese tipo de actividades–, ahora para iniciar un negocio todo lo que necesitas es un celular,” dijo Joseph, quien es socio en el Banco Mundial enfocado en los servicios móviles de dinero.
Como resultado de M-PESA, más dinero se mueve –y se queda– en aldeas más pequeñas, fortaleciendo la economía local, dijo Olga Morawczynski, quien pasó 18 meses en Kenia estudiando el impacto de los servicios de la banca móvil en ese lugar.
“Ahora que el dinero se entrega localmente no necesitan ir físicamente al centro urbano más cercano para recibir el efectivo”, comentó Morawczynski, quien trabaja en Uganda en programas de banca móvil para la Fundación Grameen AppLab. “Me di cuenta de que las tiendas de las aldeas habían visto una demanda por ‘bienes citadinos’, cosas que por lo general no podías conseguir antes en las aldeas, como muebles o un producto alisador de cabello para mujeres”.
Aplicaciones móviles para la pobreza
La tecnología del teléfono celular ha desatado nuevas formas de ayudar a los pobres en los países en desarrollo, comentó Sachs, pero las empresas han ido a la cabeza.
“Los teléfonos celulares se extienden casi en su totalidad sobre una base de mercado, solo ahora empezamos a tener las aplicaciones para ello en el lado de los servicios sociales,” dijo Sachs. “Y el genio de las tarjetas telefónicas de prepago ha hecho posible que los pobres tengan acceso a esta tecnología sin la participación del gobierno, es en gran medida salirse del camino por parte de los gobiernos y dejar a las compañías comerciales entrar”.
El modelo de banca móvil de Safaricom es llevado a lugares como Bangladesh o Uganda. En septiembre, el Banco para el Desarrollo de las Naciones Unidas hizo público un programa para llevar servicios de telefonía celular a 3 millones más de personas pobres de África y el Sur de Asia en el 2013. La tecnología móvil se utiliza ahora en Gambia para controlar los niveles de reservas de medicamentos en aldeas rurales, dijo Gardiner. Para el Proyecto de Aldeas del Milenio de la ONU, la tarjeta de prepago se emplea como modelo para el prepago del servicio eléctrico.
“Somos capaces de hacer rápidamente mapeos y evaluaciones de las necesidades con teléfonos inteligentes con capacidad de Sistemas de Información Geográfica (SIG),” dijo Sachs, director del proyecto. “Podemos cubrir un área de evaluación en semanas, algo que solía tomar años.”
“La cuestión más poderosa de los teléfonos celulares es la forma en que han desatado el flujo de dinero dentro de países que tienen una pobre infraestructura y que a menudo están en situaciones de crisis,” comentó Morawczynski.
“También les enseñan a la gente términos como ‘número de pin’, ‘cuenta’, y ‘transferencia’, este tipo de términos técnicos extranjeros que sirven como una buena transición hacia el uso por primera vez de servicios financieros bancarios. La gente se está dando cuenta que esto es mejor que tener el dinero enterrado en el suelo”.