A pesar de la tensión política, EU y Corea del Norte comparten tecnología
Mientras que las tensiones siguen entre Estados Unidos y Corea del Norte, la relación entre sus científicos se vuelve más cordial.
Científicos de ambas naciones colaboran, a través de organizaciones no gubernamentales y universidades, en proyectos que van desde la investigación acerca de la tuberculosis hasta los problemas de deforestación y tecnologías de información digital.
La idea detrás de la diplomacia de la ciencia consiste en construir puentes y relaciones a través de la investigación y la academia, a pesar de las tensiones políticas. Este mes, una delegación de expertos en economía de Corea del Norte visitó Silicon Valley para reunirse con varios hombres de negocio estadounidenses e instituciones académicas tales como la Universidad Stanford. Podría sonar raro que dos países, con problemas entre sí, compartan conocimiento científico.
Pero, ya existía la diplomacia de la ciencia entre la Unión Soviética y Estados Unidos, durante la Guerra Fría, con los investigadores cooperando en temas nucleares, misiones espaciales y tecnología. Esta práctica continúa, con los científicos estadounidenses trabajando con académicos e investigadores de naciones adversarias como Irán, Cuba y Corea del Norte.
“Un grupo de nosotros cree en la democracia de la ciencia, en que es útil encontrar a gente de estos países con quienes tienes algo en común, con quienes puedes hablar y quizá cooperar en áreas no estratégicas, relacionadas con la defensa militar”, dijo Norman Neureiter, consejero del Centro para la Ciencia, la Tecnología y la Política de Seguridad, que forma parte de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, una organización internacional sin fines de lucro dedicada al avance de la ciencia.
Científicos de Estado Unidos, respaldados por un consorcio científico que incluye a AAAS, Korea Society, U.S. Civilian Research & Development Foundation, Syracuse University y la American Association for the Advancement of Science, han trabajado con científicos de Corea del Norte y universidades técnicas desde 2007 para ofrecer ponencias y compartir recursos y conocimiento acerca de temas como la reforestación, reclamación de ríos, calidad del suelo y agricultura. El gobierno de Estados Unidos no patrocina estas actividades.
Las visitas son supervisadas de cerca por guardaespaldas norcoreanos. Del mismo modo, los científicos no pueden colaborar en áreas relacionadas con armas o con la milicia.
Luego de un fallido intento de Corea del Norte por lanzar su cohete, la atención se centró en las capacidades científicas del país. El lanzamiento atrajo la crítica universal y oficiales de Naciones Unidas dijeron que la decisión del país de hacer el lanzamiento era “deplorable” . El fallido lanzamiento también desató preocupaciones acerca de una posible prueba nuclear.
“Las fuerzas extranjeras no son las únicas con el monopolio de la supremacía militar y sus días de amenaza y mentiras respecto a armas atómicas se han ido”, dijo el líder norcoreano Kim Jong Un, durante la celebración del centenario del nacimiento de su abuelo.
Ante estas circunstancias, compartir el conocimiento científico y tecnológico con Corea del Norte podría ser cuestionable.
“Dado lo ocurrido, son preocupaciones y dudas legítimas”, dijo Hyunjin Seo, profesora adjunta en la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad de Kansas, cuya área principal es la diplomacia pública.
“El nivel de intercambio entre Estados Unidos y Corea del Norte es muy limitado en lo que respecta a la ciencia”, agregó. “Hay muchas limitaciones en cuanto a lo que los científicos de pueden aportar a Corea del Norte. Así que no creo que ese intercambio sea considerado como ayudar a Corea del Norte”.
¿A quién beneficia la cooperación de estos dos países?
A pesar de la controversia del cohete, Seo apoya los continuos esfuerzos de la diplomacia de la ciencia. Agregó que la gente debería distinguir entre los norcoreanos y su gobierno.
La intención detrás de la apertura científica es buena, dijo Hank Song, activista por los derechos humanos de los norcoreanos, residente de Washington.
“Si vemos todo el panorama, el contacto uno-a-uno es bueno, dado que expone a los norcoreanos a otros individuos y les da la oportunidad de conocer y hablar con estadounidenses”, dijo. “Pero todo se hace bajo la supervisión de los guardaespaldas. Cuando se llevan a cabo estas reuniones, el resultado final es que todo ayudará al régimen. No ayuda a la gente que realmente lo necesita".
Científicos estadounidenses y europeos, incluyendo a un Premio Nobel, un astronauta y otros científicos de élite, han visitado Corea del Norte en los últimos años y han hablado de ecología, biología, sistemas de clima global y del método científico de occidente, como es el proceso evaluación de pares.
“Oponerse sencillamente y tratar de coaccionar a los norcoreanos sin hablar con ellos es indicio de un fracaso seguro”, escribió David Hillmers, el único astronauta estadounidense que ha visitado Corea del Norte, en un reporte de opinión para el Houston Chronicle luego de su visita . “Podemos relacionarnos sin apaciguar”.
Hillmers visitó la Universidad de élite de Ciencia y Tecnología Pyongyang en la capital de la nación. Las clases se imparten en inglés y la escuela educa a los estudiantes en ciencias modernas.
Grupos selectos de norcoreanos han visitado Estados Unidos. Un grupo visitó las oficinas de Google en abril, de acuerdo con el sitio coreano Chosun Ilbo . Google no emitió declaraciones al respecto.
El combate a enfermedades que no respetan fronteras
El mismo grupo de 12 oficiales norcoreanos también visitó la Universidad Stanford University en 1 de abril , donde aprendieron la historia de Silicon Valley y discutieron la colaboración económica. Investigadores de Stanford y del Ministerio de Salud Pública de Corea del Norte, formaron equipo en 2008 para desarrollar una forma de detectar la tuberculosis resistente a los medicamentos. Se cree que Corea del Norte tiene una de las mayores incidencias de esta enfermedad fuera del África Sub-Sahariana. Esta especie de proyectos tiene beneficios mutuos.
“El resurgimiento de enfermedades infecciosas no respeta fronteras”, dijo Vaughan Turekian, oficial internacional en jefe y director del Centro para la Diplomacia de la Ciencia en AAAS.
Se refería a la cooperación entre científicos birmanos y estadounidenses en 2010. Antes de que la relación política entre Myanmar (también conocida como Birmania) y Estados Unidos comenzara a fundirse, los científicos de ambos países buscaban formas de combatir al paludismo y otras enfermedades infecciosas.
Durante 10 años, la universidad de Siracusa ha trabajado con la universidad de Tecnología Kim Chaek, en Corea del Norte, para desarrollar una biblioteca digital, de manera que ya no haya que depender de los catálogos de tarjetas. La información se almacenaría en línea. El programa lleva a los científicos computacionales norcoreanos al campus de Nueva York, como el único programa académico de intercambio entre universidades norcoreanas y estadounidenses.
“En estos tiempos difíciles, es más importante abrir canales de comunicación que no sean necesariamente hostiles”, dijo Stuart Thorson, quien dirige la colaboración en investigación de tecnología de información integrada de Siracusa con la Universidad Kim Chaek.
“Los países están en conflicto con Estados Unidos pero están abiertos a la ciencia”, dijo. “Les gusta nuestra ciencia y nuestra tecnología. Esto abre las puertas a lugares donde nuestros oficiales no son bienvenidos”.
Song, el activista de los derechos humanos que trabaja con desertores norcoreanos, sigue con dudas respecto al impacto que tiene esto en los ciudadanos. “Cuando hablo con los desertores, no creen que estos intercambios científicos ayuden a las personas, sino que sólo ayudan al régimen”.
En marzo, la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia lanzó una publicación cuatrimestral llamada Science & Diplomacy , la cual examina la relación entre la ciencia y la diplomacia. Un artículo publicado en su primer ejemplar recordó cuando Estados Unidos colaboraba con sus rivales históricos como Japón, China y la Unión Soviética.
“Científicos estadounidenses y rusos que han fabricado armas nucleares, fabricaron tantas que podrían destruir la civilización”, dijo Neureiter. “Habrían destruido por completo a ambas naciones pero comenzaron a dialogar entre sí y, gradualmente, construyeron una atmósfera de confianza que influyó en las políticas gubernamentales. No tiró abajo los muros al instante pero construyó una base para la comunicación”.