¿La Torre Libre de Esmog puede resolver el problema de contaminación en China?
Uno de los problemas más graves del siglo XXI, la contaminación del aire, causa la muerte de alrededor de 3 millones de personas cada año, de acuerdo con un estudio publicado el año pasado en la revista Nature. Se espera que ese número se duplicará para el año 2050.
No es de extrañar que los mayores contaminantes del mundo son también los países que están en mayor riesgo: China, que cuenta con una de las economías de más rápido crecimiento, también tiene el aire más "mortífero", según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para los chinos la noticia no debería de ser sorprendente. La contaminación se ha vuelto algo tan cotidiano en la vida diaria que las máscaras para filtrar el aire con colores fuertes y llamativos se han convertido en accesorios obligatorios para los jóvenes urbanos, preocupados tanto por su respiración como por su apariencia.
Hace dos años, el diseñador Masha Ma, radicado en Beijing, presentó una serie de atuendos con mascarillas adornadas con cristales de Swarovski en las pasarelas de París, y luego las vendió en internet junto con accesorios de Chloe y Chanel. En las escuelas internacionales de los alrededores de Beijing, los estudiantes juegan dentro de cúpulas con valor de millones de dólares, que actúan como filtros de aire.
Es en este contexto que el galardonado diseñador holandés Daan Roosegaarde presentó durante la Semana del Diseño en Beijing su Smog Free Tower (la Torre Libre de Esmog), una estructura de siete metros de altura que combina un diseño bonito con avances tecnológicos.
La torre, una especie de híbrido entre una nave espacial y una pagoda china, se carga con electricidad positiva y usa tecnología de iones para succionar el aire contaminado y purificarlo.
La torre es básicamente un purificador de aire gigante y fue creada en colaboración entre Roosegaarde, la Universidad de Tecnología de Delft y la empresa European Nano Solutions, una compañía de tecnología verde de Holanda.
"Es la aspiradora de esmog más grande del mundo", dice Roosegaarde.
Así es como funciona: usando tecnología de iones, la torre atrae y absorbe pequeñas partículas contaminantes mediante corrientes de iones positivos. Una vez dentro de la torre, estas partículas se adhieren a una superficie conectada a tierra, con carga negativa, que se denomina como contraelectrodo.
Luego, unas rejillas en la parte inferior de la torre expulsan aire limpio, creando una burbuja libre de contaminación alrededor de la estructura.
"La torre limpia 30,000 metros cúbicos de aire por hora", indica Roosegaarde. Ello equivale a aproximadamente un estadio de futbol por día.
El proceso mejora la calidad del aire circundante en un 75%, dice Roosegaarde, y no produce ozono, ya que las partículas están cargadas de tensión positiva en lugar de negativa. "La forma más segura de manejar grandes volúmenes de aire contaminado", dice el artista.
La torre no usa más de 1,400 vatios, algo así como lo que se necesita para un calentador de agua.
Roosegaarde y su equipo también han descubierto la manera de comprimir las partículas capturadas en pequeñas "piedras preciosas" que se sellan en un cubo de resina y se montan en anillos y mancuernillas. Cada piedra es el resultado de unos 1,000 metros cúbicos de aire filtrado.
Financiada en parte a través de Kickstarter, la Torre Libre de Esmog se desarrolló en poco más de dos años y medio. Su proyecto piloto se dio a conocer el año pasado en Rotterdam, donde radica el estudio de diseño de Roosegaarde. Sin embargo, es a China a la que se le debe en gran medida su existencia: Roosegaarde concibió la idea en Beijing en 2013.
"Recuerdo claramente un día que estaba mirando fuera de la ventana de mi hotel y simplemente no pude ver nada", dice. "De un día para otro, la ciudad había desaparecido bajo una espesa capa de esmog".
Roosegaarde cuenta con el respaldo del Ministerio de Protección del Medio Ambiente de China, que le ha pedido que lleve su proyecto por todo el país, con cuatro locaciones más planificadas después de Beijing. El apoyo llega en medio de los esfuerzos del gobierno chino por hacer frente a la contaminación, una parte integral del 13 Plan Quinquenal de China publicado el pasado mes de marzo.
A lo largo de su recorrido, Roosegaarde se reunirá con representantes de universidades, escuelas y organizaciones ambientales.
"El objetivo no es sólo ofrecer una solución local y tangible para crear parques limpios", dice, "sino también el establecimiento de un nuevo sentido de la belleza -un futuro limpio- a través de la experiencia sensorial de aire limpio".
La mayoría de los proyectos de Roosegaarde son orientados al público y son socialmente conscientes. Su proyecto Carretera Smart, por ejemplo, prevé carreteras que se cargan durante el día y brillan en la noche, mientras que su obra Waterlicht utiliza tecnología LED para proyectar una imagen del nivel real del agua en áreas que serían inundadas sin la intervención humana.
Tales esfuerzos ambiciosos no pasan inadvertidos: el Estudio Roosegaarde acaba de ganar la Medalla de Innovación del Diseño en el Festival de Diseño de Londres.
Aunque Roosegaarde tiene grandes esperanzas para la Torre Libre de Esmog, él sabe que no es una solución permanente.
"Desde que la instalamos en Beijing, la torre ha recogido a diario tanta contaminación como la que se recolectaba durante dos semanas en Holanda", dice Roosegaarde. "Este es un problema que no se puede resolver de la noche a la mañana, ni con una sola torre. Se necesita un esfuerzo de abajo hacia arriba, con los ciudadanos y los gobiernos trabajando activamente para el cambio”.
"Mi esperanza es que un día dentro de 10 ó 15 años, vamos a mirar hacia el pasado y va a resultar obsoleta. La pregunta acuciante es ¿cómo vamos a llegar allá?" Este es un inicio", dice señalando a la torre.