Tres de cada cuatro encuestados (79%) afirman que las mujeres tienen que hacer concesiones entre la carrera profesional, las relaciones y la familia, lo que no ocurre con los hombres. Además, más de dos tercios (83%) consideran que la licencia por maternidad perjudica las perspectivas profesionales de las mujeres.
Consejos para lidiar con la culpa de ser mamá
Whitney Wolfe, CEO de Bumble, comparte las principales lecciones que ha aprendido al dirigir una empresa siendo madre primeriza:
Intenta que tu horario trabaje a tu favor, no en tu contra:
"Es un equilibrio constante entre las responsabilidades maternales y profesionales. A veces tengo que hacer llamadas con equipos en zonas horarias diferentes, lo que requiere flexibilidad en mi horario de trabajo. Me aseguro de que esto no signifique perder tiempo con la familia. Si me levanto temprano para redactar correos electrónicos, busco tiempo por la tarde para pasarlo con mis hijos o me aseguro de estar allí para recogerlos".
Todo el mundo debería tomarse una licencia por maternidad:
"En la mayor parte del mundo, el permiso de maternidad retribuido está aún lejos de ser la norma, pero incluso en los países europeos con políticas generosas es difícil sentir que se puede solicitar la licencia", por ello la ejecutiva insta a tener más igualdad al interior de las empresas.
Los líderes empresariales deben ser aliados de las madres y de los padres:
"Siempre quiero que los padres puedan dar prioridad al bienestar de sus hijos y nunca quiero que sientan que tienen que elegir una cosa en vez de la otra. No creo que sea justo poner a nadie en esa situación".
Mantente en contacto con tu yo pre maternal:
"No creo que estemos destinados a perdernos a nosotros mismos. Creo que debemos evolucionar, crecer y expandirnos, pero no encogerse. No puedo sentirme culpable por hacer las cosas que me alegraban antes de ser madre o que formaban parte de lo que yo era como persona. Cuando lo piensas así, te ayuda a replantearte esa culpa".
Hijos de madres trabajadoras, ¿resienten la culpa?
Una investigación de Kathleen McGinn, de Harvard Business School, descubrió que tanto las hijas como los hijos de las madres que trabajan fuera crecen igual de felices que aquellos cuya madre se queda en casa. Y no solo eso: las hijas de las mamás empleadas tienen más posibilidades de conseguir un trabajo en el futuro (esto, incluso independientemente del nivel educativo de la madre), así como de supervisar a otros y de ganar más dinero.
“Tener una mamá empleada hace que las hijas piensen que el empleo y la maternidad son compatibles”, dice la investigadora.
En el caso de los hombres, la influencia es distinta. Los hijos de las madres que trabajan pasan 50 minutos más a la semana cuidando a miembros de su familia, tienen actitudes de género más equitativas y tienden a casarse con mujeres que trabajan.