En todo el mundo, la construcción de plantas para fabricar chips está ligada al estado. De acuerdo con datos de la Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia (Fumec), los gobiernos contribuyen con el 30-40% del costo total de las instalaciones y ahí reside su relevancia para atraer el resto proveniente de la inversión privada.
Para el caso de Estados Unidos, la ley CHIPS ya generó compromisos por casi 450,000 millones de dólares por parte de empresas privadas para la construcción de fábricas en el país, sin embargo, la postura de Trump hacia esa estrategia ha sido crítica e incluso la ha calificado de una “cosa horrible, horrible”.
Rechazo de Trump moviliza a la iniciativa privada
Intel es la empresa más beneficiada por la ley CHIPS, con 7,900 millones de dólares de subvenciones para fábricas comerciales y 3,000 millones de dólares para producción de semiconductores con fines militares.
Asimismo, TSMC, Samsung y Micron son otras de compañías que se favorecieron por esta política industrial para fabricar chips de última generación, al igual que otras de componentes más antiguos, como Texas Instruments o GlobalFoundries. Por otra parte, los estados de EU con las mayores inversiones prometidas incluyen Arizona, Ohio, Nueva York y Texas.
A pesar de ese panorama, las empresas son conscientes del discurso y decisiones de Trump, es por ello que ya emprendieron acciones para adelantarse a la situación a través de inversiones directas como forma de responder a los aranceles impuestos sobre productos provenientes de China.
TSMC es ejemplo de esto. Hace una semana anunció una inversión de 100,000 millones de dólares para la expansión de sus fábricas en territorio estadounidense, el cual ha crecido en términos de demanda, según declaraciones de la propia empresa.
Apple también dio a conocer una inversión de 500,000 millones de dólares en los próximos cuatro años, mientras que el magnate emiratí Hussain Sajwani y SoftBank también prometieron importantes inversiones en Estados Unidos.
Intel es otro caso de compañía que apuesta por la inyección de capital. Hace unos días reveló que invertirá 20,000 millones de dólares en la construcción de dos nuevas plantas de fabricación de chips en Arizona, lo que reforzará aún más la capacidad de producción nacional. Samsung expresó su intención de invertir 17,000 millones de dólares en una nueva planta de semiconductores en Texas.
Muchos líderes dentro de la industria tecnológica respaldan estos planes, incluido el director ejecutivo de Qualcomm, Cristiano Amon, quien tras el anuncio de TSMC dijo que se trataba de una gran noticia.
“Muestra que los semiconductores son importantes para la economía. La seguridad económica significa acceso a los semiconductores. Una mayor producción es música para nuestros oídos”, dijo durante una conferencia en el MWC 2025, en Barcelona.
Amon también resaltó el hecho de que algunos de los chips de Qualcomm ya se fabrican en las plantas de TSMC en Arizona y que sus inversiones serán diferenciadoras para hacer crecer a Estados Unidos en el sector.
“Cuanta más capacidad nos den, más la vamos a utilizar, al igual que la hemos estado utilizando en Taiwan”, afirmó.
Aunque Trump ha sido vocal respecto a su desprecio en torno a la ley CHIPS, la realidad es que se trata de una iniciativa difícil de derogar por el respaldo bipartidista que tuvo en la administración Biden.
De hecho, Wendell Huang, director financiero de TSMC señaló que es probable que los subsidios de chips de Estados Unidos continúen bajo Trump, a medida que las plantas de fabricación pasen los hitos de construcción y producción.