La compañía reportó ingresos por 4,190 millones de euros, (4,835 millones de dólares), un aumento interanual de 10%, pero inferior a los pronósticos de analistas que rondaban los 4,260 millones.
Además la plataforma tuvo una pérdida neta de 86 millones de euros (aproximadamente 99 millones de dólares), cuando en el mismo periodo de 2024 registró una ganancia de 274 millones de dólares. Los costos por compensación accionaria, los llamados social charges, y el impacto de las fluctuaciones del dólar debilitaron los márgenes operativos, que se situaron en 9.7%, lejos de 12% que anticipaban los analistas.
Sin embargo, la base de usuarios activos mensuales llegó a 696 millones, con un crecimiento de 11% interanual, mientras que los suscriptores de pago aumentaron 12% para alcanzar los 276 millones, ocho millones más que en el trimestre previo.
La empresa señaló que ampliará su programa de recompra de acciones en 1,000 millones adicionales, una señal de confianza hacia sus inversionistas.
El crecimiento de usuarios refleja que el modelo de negocio es atractivo, pero los números de rentabilidad y la proyección de ingresos para el tercer trimestre sugieren que la empresa atraviesa un periodo de sobriedad operativa.
Esa sobriedad se ve ensombrecida, además, por un clima de controversias que ha acompañado a Spotify durante 2025. En los últimos meses, varias bandas como King Gizzard & the Lizard Wizard y Deerhoof retiraron su música de la plataforma en protesta por la inversión del CEO Daniel Ek en Helsing, una empresa de inteligencia artificial militar.
Las críticas apuntan a que los ingresos por streaming están financiando, indirectamente, el desarrollo de tecnología armamentista.
Cuando estas bandas anunciaron la retirada de su música de la plataforma, Ek respondió públicamente de forma breve pero significativa. En declaraciones recogidas por medios como Omni, afirmó estar “ok” con la crítica que se le dirige, reconociendo la legitimidad de que artistas expresen su descontento ante la asociación de la plataforma con tecnología militar.
A esta polémica se suman acusaciones de que la compañía utiliza “artistas fantasma” y canciones generadas por inteligencia artificial en sus playlists, una práctica que, según músicos y críticos, reduce los pagos de regalías a los creadores reales.
Con todo, Spotify diversifica su oferta, pues expandió su catálogo de audiolibros a nuevos mercados europeos y lanzó un DJ activado por voz en más de 60 países, apuestas que buscan incrementar el engagement de los usuarios.