Uno de los principales depredadores del periodo Jurásico no fue un dinosaurio, sino un cocodrilo gigante con los dientes afilados de un Tiranosaurio rex (T.rex), según un nuevo estudio publicado en la revista PeerJ.
Razanandrongobe sakalavae, conocido como "Razana", tenía 7 metros de largo y pesaba hasta 900 kilos, además contaba con potentes músculos, así como mandíbulas profundas y masivas, además de dientes fuertes como colmillos para hacer crujir huesos y romper tendones.
Dado el lugar en el que la evidencia fósil fue recolectada en Madagascar, Razana estuvo en la cima de la cadena alimentaria hace 170 millones de años, durante el período Jurásico Medio. No obstante, este periodo todavía está mal documentado en el registro fósil, dijeron los investigadores.
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En 2006 se descubrieron más fósiles craneales que permitieron a los paleontólogos Simone Maganuco, Cristiano Dal Sasso y Giovanni Pasini responder a nuevas preguntas.
En ese entonces no se sabía si Razana era un dinosaurio similar al Tiranosaurio rex o un pariente desconocido de cocodrilos. Los nuevos fósiles mostraron características claves que clasifican a Razana como un pariente de cocodrilo, como las fosas nasales en la parte delantera del hocico, la formación de la mandíbula inferior y un paladar óseo, así como dientes que se expanden hacia los lados.
Esto lleva a los investigadores a creer que Razana era un cazador y un carroñero. Aunque no habría sido un corredor rápido, Razana habría sido formidable en la emboscada y la búsqueda, similar al comportamiento oportunista de las hienas y los leones de hoy. Y aunque nadaba para cruzar ríos, Razana fue construido para caminar sobre tierra firme, dijo Dal Sasso.
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Razana también difiere de los cocodrilos modernos por tener un cráneo profundo y cuatro miembros fuertes, erectos, lo que lo hace especializado para ser un depredador en tierra. Los cocodrilos con los que estamos familiarizados tienen cráneos aplanados y son en gran parte acuáticos.