La búsqueda de la perfección, un problema moderno
"La perfección, por definición, es un objetivo imposible, y eso es lo primero que debe decirse". Tales son las palabras de Thomas Curran, un psicólogo social especializado en el perfeccionismo que lleva años estudiando ese rasgo de la personalidad.
Curran es el autor principal de un estudio, publicado el mes pasado en la revista Psychological Bulletin, que encontró que "el deseo de ser perfecto en cuerpo, mente y profesión" ha aumentado en las últimas décadas. Él dice que no es solo el resultado de la tendencia de los padres a presionar a los hijos más que nunca sino un cambio más amplio en la ideología a nivel social.
La advertencia: de acuerdo con esta nueva investigación, la búsqueda de la perfección no siempre impulsa a la persona a la grandeza. En cambio, puede tener un efecto perjudicial en la salud mental de alguien.
"El perfeccionismo", dice el estudio, "se define en sentido amplio como una combinación de estándares personales excesivamente altos y autoevaluaciones excesivamente críticas".
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Según argumenta Curran, no importa cuánto lo intentemos, la perfección es simplemente inalcanzable, especialmente a largo plazo.
"La principal percepción del perfeccionismo es que estas personas son... sumamente diligentes y de alto desempeño", explicó Curran, profesor asistente en el Departamento de Salud de la Universidad de Bath en Reino Unido. "Eso es cierto hasta cierto punto, pero también puedes tener todas esas cualidades y ser riguroso y diligente".
El auge del perfeccionismo
Curran, junto con Andrew P. Hill de la Universidad York St John, analizaron los datos de más de 40,000 estudiantes universitarios estadounidenses, canadienses y británicos que respondieron la Escala Multidimensional de Perfeccionismo. En los términos más simples, es una prueba clínica que determina en qué grado alguien lucha por la perfección.
El estudio midió tres tipos de perfeccionismo:
Orientado a uno mismo: "Cuando se dirige hacia uno mismo, los individuos otorgan una importancia irracional a la perfección, tienen expectativas poco realistas de sí mismos y son punitivos en sus autoevaluaciones".
Socialmente prescrito: "Cuando se percibe que proviene de otros, las personas creen que su contexto social es excesivamente exigente, que los demás los juzgan con dureza y que deben mostrar perfección para obtener la aprobación".
Orientado a los demás: "Cuando las expectativas perfeccionistas se dirigen hacia los demás, los individuos imponen estándares poco realistas a quienes los rodean y evalúan a los demás de manera crítica".
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Los investigadores encontraron que, de 1989 a 2016, las puntuaciones de los tres tipos de perfeccionismo aumentaron significativamente. El mayor aumento se observó en el perfeccionismo prescrito socialmente, que subió un 33%. Esto se debió en gran parte a que las personas se volvieron "más individualistas, materialistas y socialmente antagónicas", según el informe.
Es cada vez más usual que fijemos expectativas poco realistas para nosotros mismos, ya sea con las calificaciones de la escuela, los objetivos salariales o las ambiciones en la vida.
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"Tiendes a pensar que las métricas son muy importantes, porque para que podamos competir necesitamos saber dónde nos encontramos y para saber dónde nos encontramos necesitamos conocer nuestros atributos", dijo Curran. "Eso genera mucha ansiedad social, una comparación social ascendente, y nosotros, como consecuencia, nos preocupamos por cómo miramos a otras personas".
La vida perfecta - en las redes sociales
Con ese fin, estamos gastando una cantidad malsana de tiempo en aplicaciones como Facebook, Instagram y Snapchat.
"La popularidad de estas plataformas se explica, en parte, por la manera en que permiten que los usuarios diseñen una imagen pública perfecta", según el informe.
De hecho, los estudios han demostrado que el uso intensivo de las redes sociales puede tener un impacto negativo en la salud mental, en gran parte debido a la extendida representación de imágenes corporales poco realistas.
"Los perfeccionistas cargan mucho ‘equipaje’ que otras personas no tienen... y ese equipaje proviene de esforzarse constantemente por parecer perfecto", señaló Curran. "Para un perfeccionista, el fracaso es catastrófico. Es catastrófico para el sentido de identidad y es catastrófico para su bienestar emocional".
El nuevo estudio concluye que los perfeccionistas podrían estar en mayor riesgo de depresión, ansiedad y pensamientos suicidas, porque nunca podrán lograr lo que buscan: la perfección. Simplemente no existe.
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Entonces, con la sociedad sometida a esta presión profunda, ¿hay forma de volver atrás?
"Bueno, es difícil", dijo Curran. "No se puede cambiar la cultura de la noche a la mañana".
Pero "hay una especie de contracultura proliferando en todo occidente", dijo. "Los jóvenes están empezando a reconocer que, potencialmente, esta estructura no satisface necesariamente sus necesidades".
El consejo de Curran es no tener miedo al fracaso. Y, cuando fracases, no pienses que el fracaso es catastrófico.
Dar lo mejor no solo es suficientemente bueno, es incluso mejor que perfecto.