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El enojo y la desesperación que caricaturiza la era Trump

El artista Eric Fischl asegura estar profundamente preocupado por Estados Unidos, por el miedo, la incertidumbre, la ira y la afrenta que se vive desde la llegada del republicano a la Casa Blanca.
lun 19 marzo 2018 10:00 AM
'Worry' (2017)
'Worry' (2017) por Eric Fischl (Foto: Cortesía Eric Fischl/Skarstedt)

Eric Fischl habla en un tono mesurado, pero el pintor estadounidense está enojado, desesperado.

En su iPad comenzó a hacer caricaturas de Donald Trump y su círculo íntimo durante la campaña de las elecciones presidenciales de 2016. "Era la única forma de entender lo que estaba sucediendo. La única forma de lidiar con eso a través del humor. Mi mundo, mi mundo cohesionado y racional, se estaba desmoronando", explica.

Me muestra los resultados en su teléfono: una galería de payasos de la Casa Blanca, todos con narices rojas. Trump está dibujado con un llamativo pelo amarillo y un cuello de tul. El vicepresidente, Mike Pence, usa un bombín y una pestaña falsa, como el sádico líder de la pandilla en La Naranja Mecánica de Kubrick.

Comparadas con las caricaturas de Trump de ilustradores británicos como Ralph Steadman y Gerald Scarfe, parecen, quizás, un poco anodinas. Pero evidentemente sirvieron como una especie de terapia. Fischl distribuyó las caricaturas en Facebook e Instagram. Él no las consideraba arte.

Fischl abandonó las caricaturas hace unos meses. Sintió que tenía que dejar de dibujarlas porque "nos hemos bajado a su nivel (de Trump)". Inicialmente, la imitación que hace Alec Baldwin del presidente en Saturday Night Live fue "un salvavidas", pero ahora Fischl ha dejado de ver parodias en la televisión nocturna. "Ya no es divertido. Está alimentando mi enojo". A punto de cumplir 70 años, dice que nunca sintió a su país tan fracturado.

Presidente
Donald Trump
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La nueva exhibición de Fischl en la galería londinense Skarstedt se llama Presence of an Absence (Presencia de una ausencia). Inevitablemente, parece que Donald Trump se ha colado en una de las pinturas, se trata de la obra Worry que, de alguna manera, proyecta la ansiedad predominante.

El entorno es el dormitorio de una niña. Las dos figuras centrales nos dan la espalda. Un hombre de mediana edad vestido de negro mira hacia la puerta. Una niña en vestido de fiesta está de pie sobre la cama. Mirándonos directamente y con ojos inexpresivos, vemos a Trump, como un payaso en un póster de la pared. Un vestido negro cuelga en la puerta. Fischl, siempre un pintor narrativo, nos cuenta una historia y deja que nosotros la terminemos.

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En otra pintura titulada After the Funeral, dos mujeres están sentadas junto a una mesa en una terraza, perdidas en las sombras y en sus propios pensamientos. Ambas están vestidas de negro, una de ellas medio oscurecida por una nube de humo de cigarrillo, y la otra le ofrece un pañuelo blanco.

¿Por qué, le pregunto, hay tanto negro en su pintura ahora? "Cada vez más", dice riendo, "el negro se ha convertido en un tercer personaje". ¿Por qué? "Por todos los motivos", responde. "El vacío, el espacio sin luz, la seriedad, el duelo".

Fischl afirma que aprendió acerca del arte abstracto como estudiante de arte en el Instituto de Artes de California. A los 24 años, pasó más de un año y medio como asistente en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago. Solo después de esto y un ulterior estudio de sus héroes, Manet y Degas, se dio cuenta de que quería ser un pintor figurativo.

En 2014, Fischl le dijo al Guardian que se ve a sí mismo como un pintor en la tradición de Edward Hopper, "tratando de crear un momento congelado". Y ha sido notablemente perseverante en su tema: los pequeños psicodramas de los suburbios blancos de la clase media alta en Long Island, Nueva York, donde creció y aún vive.

Fischl nombra específicamente a Sleepwalker (1979), una imagen de un preadolescente que está orinando o masturbándose en un pequeño chapoteadero de jardín, como una pintura que le abrió camino. Fischl admite que conscientemente la hizo así "para llamar la atención", pero resultó ser "un momento emotivo y de transición en la vida de un niño. No es una imagen sucia, sino complicada.

La obra Bad Boy (1981), que él llama a su "pintura más famosa y notoria", también desafió los tabúes e impactó. En ella, un jovencito está de pie ante una mujer, tal vez su madre, tumbada desnuda en la cama, con las piernas abiertas. Detrás de la espalda del niño, se observa que éste hurga en su bolso. La habitación está impregnada de una luz suave que entra por las persianas naranjas.

'Clearing the Table' (2018)
por Eric Fischl

Tres de las nuevas pinturas que se exhiben en Londres también están ambientadas en una piscina. En Clearing the Table, un hombre con una camiseta negra se lleva los platos de una mesa a la sombra de una sombrilla; un hombre barbudo y obeso de mediana edad con bañador negro camina junto a la piscina y revisa su teléfono móvil. Pero la figura central es una mujer en bikini negro y gafas oscuras, de pie hasta la cintura en la piscina, que nos mira con lo que Fischl califica "una mirada feroz". Ella se ve intimidante. Sentimos como si nos entrometiéramos de alguna manera. Fischl está satisfecho con el efecto, logrado, dice, con solo cuatro pinceladas.

Desde el principio, como joven artista, buscó un tema "lo suficientemente grande como para durar toda la vida". Y eligió las relaciones: hombres y mujeres, niños y niñas, padres e hijos. Para Fischl, son "infinitamente complicadas".

'The Appearance' (2018)
por Eric Fischl

Como pintor, Fischl ha tenido éxito financiero. Vive con su esposa, la pintora paisajista April Gornik, y dos gatos de Bengala en Sag Harbor, Long Island. Jugador de tenis, se sabe que a veces juega con su amigo John McEnroe. Pintó retratos de Joan Didion, Paul Simon y Steve Martin, quien posee varias pinturas de Fischl. Su récord en una subasta, establecido en 2006, es de1.9 millones de dólares. Las pinturas en la exhibición de Londres tienen un precio de entre 750,000 y 850,000 dólares.

Y, sin embargo, sigue profundamente preocupado por Estados Unidos, por "el miedo, la incertidumbre, la ira, la afrenta". Y a pesar de que culpa tanto a los demócratas como a los republicanos por el estado actual del país, su mayor desprecio lo reserva para Donald Trump. "No le importa la civilización o la cultura", dice.

Lee: ¿Cuál será el toque de Donald Trump en la Casa Blanca?

'Late America' (2016)
por Eric Fischl

La imagen más memorable de las exposiciones de Fischl en Nueva York la primavera pasada se tituló Late America. Un niño pequeño, envuelto en la bandera estadounidense, sostiene un oso de peluche de pie junto a la piscina. El pequeño parece salido de una ilustración de Norman Rockwell, salvo que no hay nada optimista o sentimental sobre el niño. Acostado frente a él está un hombre desnudo de mediana edad, tal vez su padre. Lo vemos desde atrás, podemos intuir el escroto, vemos los muslos gordos y bronceados por el sol y las piernas peludas, y la contrastante blancura carnosa de su trasero. El niño parece expectante, esperando alguna comunicación o consuelo. No recibe respuesta.

La pintura se concluyó justo después de que Trump fuera elegido, y algunas personas confundieron la figura recostada con la del nuevo presidente. Fischl dice que no se sabía que la pintura se convertiría en "tan inmediatamente icónica".

"Eric Fischl: Presence of an Absence" estará expuesta en la galería Skarstedt de Londres hasta el 26 de mayo de 2018.

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