¿Puedes mejorar tu inteligencia emocional?
Podrías pensar que eres bastante inteligente, pero ¿eres emocionalmente inteligente?
Nuestra inteligencia emocional es la que nos da la capacidad de leer nuestros sentimientos instintivos y los de los demás. También nos permite comprender e identificar las emociones, así como expresarlas y regularlas, según Marc Brackett de la Universidad de Yale.
La mayoría de nosotros probablemente crea que podemos hacer todo lo anterior. Identificamos y entendemos las emociones en nosotros mismos y en los demás y las describimos con precisión a fin de guiar nuestros pensamientos y acciones.
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Pero muchos de nosotros solemos sobreestimar nuestra propia inteligencia emocional, asegura Brackett, profesor en el Child Study Center de Yale y director fundador del Yale Center for Emotional Intelligence.
Esa inteligencia es importante porque los expertos dicen que la capacidad de leer, comprender y responder a las emociones en nosotros mismos y en otras personas es un factor crucial para predecir nuestra salud, felicidad y éxito personal y profesional.
Por tanto, quizás todos necesitemos hacer una pausa e invertir un poco más de tiempo en educarnos sobre lo que significa ser emocionalmente inteligente.
La teoría de la inteligencia emocional, y el término en sí, se originó en Yale y la Universidad de New Hampshire. Peter Salovey, el vigesimotercer presidente de la Universidad de Yale, y John "Jack" Mayer, profesor de psicología en la Universidad de New Hampshire, redactaron la teoría en 1990, refiere Brackett.
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Ese trabajo demostró cómo las emociones tenían un impacto marcado en el pensamiento y el comportamiento de un individuo, explica Robin Stern, directora adjunta del Centro de Inteligencia Emocional de Yale y educadora, autora y psicoanalista.
Los expertos han seguido construyendo sobre ese marco para perfeccionar las definiciones sobre lo que constituye el núcleo de la inteligencia emocional. "La inteligencia emocional es ser inteligente acerca de tus sentimientos. Es cómo usar tus emociones para orientar tu pensamiento y usar tu pensamiento para orientar tus emociones", comenta Stern.
Es tener conciencia de cómo tus emociones impulsan tus decisiones y comportamientos para que puedas involucrarte efectivamente e influir en los demás, dijo por su parte Sara Canaday, conferencista sobre liderazgo y autora.
Las personas con inteligencia emocional tienden a ser empáticas, pueden ver las situaciones desde un punto de vista alternativo, se les considera de mente abierta, se recuperan de los desafíos y persiguen sus objetivos a pesar de los obstáculos que puedan enfrentar, de acuerdo con Canaday.
"Algunas personas piensan que la inteligencia emocional es una ‘soft skill’ o habilidad social, la capacidad o tendencia de ser amable. Se trata de entender lo que te sucede en el momento para que puedas tomar decisiones conscientes sobre cómo quieres usar tus emociones y cómo quieres manejarte y cómo quieres que te vean en el mundo", dijo Stern.
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"Las personas con más inteligencia emocional son más saludables, felices y efectivas", señaló Brackett.
¿Por qué es importante la inteligencia emocional?
Canaday sugiere que la inteligencia emocional es un mejor indicador de éxito en la carrera profesional que un currículum impresionante o un alto puntaje de cociente intelectual.
Espera, ¿en serio? Bueno... solo reflexiona sobre tus propias experiencias laborales, sugiere Canaday.
¿Alguna vez una persona en tu trabajo fue despedida a pesar de tener la cualificación o las habilidades técnicas para el trabajo?
"Tal vez nos contratan por nuestros talentos técnicos, pero a menudo nos despiden porque carecemos de inteligencia emocional", dijo Canaday.
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Las personas con un bajo nivel de inteligencia emocional pueden tener éxito, apuntó, pero esas personas podrían ser aún más exitosas si tuvieran mayor inteligencia emocional.
"Es qué tan bien puedes colaborar, qué tan bien te relacionas con los demás e influyes. Son las historias que puedes contar, la forma en que puedes hacer que los datos cobren vida de una manera que conecte con los demás. Esas son las cosas que van a diferenciarte", afirmó.
Medir la inteligencia emocional
Los científicos del comportamiento han creado una serie de autoevaluaciones de la inteligencia emocional, generalmente desglosadas en "tu capacidad de autogestión, tu capacidad para gestionar las relaciones, tu autoconciencia y tu conciencia social", indica Canaday.
Esos resultados se medirán junto con los de otros que hayan tomado la evaluación para ofrecer cierta idea de dónde estás en el espectro de baja a alta inteligencia emocional.
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Pero Brackett advierte que "la medición es un tema complicado".
En sus primeras investigaciones, Brackett descubrió que las personas tienden a sobreestimar su inteligencia emocional, por lo que él cree que debes medirla a través de evaluaciones de desempeño. En una evaluación de desempeño, se requiere que las personas resuelvan problemas; deben decodificar expresiones faciales o crear estrategias en una situación emocionalmente tensa. De esta manera, sus conocimientos y habilidades pueden ser probados en oposición a sus creencias sobre ellos.
Otra forma de probar la inteligencia emocional es una "evaluación 360".
En el entorno laboral, una evaluación 360 es un proceso que involucra la retroalimentación de colegas y supervisores que evalúan la inteligencia emocional de una persona. Canaday cree que a menudo "nos vemos a nosotros mismos de manera diferente a como nos ven otros".
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Cuando un compañero de trabajo hace la evaluación 360 sobre ti, brinda la oportunidad de compararla con tu propia autoevaluación. Otra manera de realizar una evaluación 360 sin someterse a una prueba formal es pedirle a alguien de confianza, quizás un jefe actual o anterior, que evalúe tu inteligencia emocional, dijo la experta.
Pero Canaday emite la siguiente advertencia, si solicitas la opinión de alguien, prepárate para aceptar lo que digan. "Estos temas pueden sentirse muy personales. Por un lado, decimos que queremos aprender y crecer, pero por otro lado, queremos ser aceptados tal como somos, y esos dos rasgos humanos se contraponen".
¿Puedo mejorar mi inteligencia emocional?
Si quieres mejorarla, ¿cómo hacerlo?
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Desde las edades más tempranas, a los niños se les debe enseñar a reconocer sus emociones, comprender lo que significan y describirlas con precisión para poder expresarse y controlarse, afirma Stern.
Los adultos que no recibieron una sólida educación en inteligencia emocional requerirán un trabajo duro para mejorarla. Canaday sugiere crear un plan de acción que incluya objetivos específicos. "Elige una o dos áreas donde deseas crecer, y pide algunos consejos sobre cómo comenzar a incorporar el factor de inteligencia emocional que estás tratando de desarrollar".
Si intentas controlar mejor tu ira, por ejemplo, puedes encontrar una salida saludable para ella a través del yoga, la meditación o el boxeo.
Canaday también sugiere buscar los puntos de vista de aquellos que pueden no estar de acuerdo contigo. "Sé intencional al respecto. Toma medidas activas para hacer eso. Si te rodeas constantemente de personas que creen lo mismo que tú, entonces estás escuchando las mismas conversaciones, y no estás creciendo ni estás aprendiendo a abrirte a otras perspectivas".
Brackett aconseja buscar estrategias que sean efectivas para manejar las emociones. Practícalas y luego evalúa cómo te funcionan. Es importante "dedicar tiempo a reflexionar y pensar sobre tu influencia y cómo las personas responden a tus emociones, ser más socialmente consciente de tu presencia".
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Stern sugiere dilatar el tiempo entre el momento en que algo o alguien te provoca y el momento en que respondes. Haz una pausa, reduce la velocidad y respira profundamente. Imagina cómo es la mejor versión de ti mismo. Tomarse el tiempo para hacer una pausa y pensar qué haría en cada situación la mejor versión de ti mismo puede ayudarte a evitar que las emociones te controlen. Te estás dando tiempo para manejar tus emociones.
La manera en la que nos hablamos a nosotros mismos también puede tener un gran impacto en nuestras emociones y en nuestra salud si esa conversación interna no es positiva, dice Stern. Ella sugiere que nunca le hablemos a otra persona de la misma forma en que solemos hablarnos a nosotros mismos.
"No me cabe duda de que si las personas realmente valoraran lo importantes que son las emociones, se permitieran tener emociones, dieran espacio para que otras personas tuvieran emociones y gestionaran esas emociones hábilmente al servicio de un mundo mejor, de hecho tendríamos un mundo mejor".