Los Bajau, ¿adaptados genéticamente para bucear?
El pueblo Bajau del sudeste de Asia, conocido por muchos como los "nómadas del mar", es famoso por sus asombrosas habilidades de buceo.
Algunos pueden contener la respiración durante varios minutos, sumergiéndose decenas de metros bajo el mar con nada más que visores y pesas.
Lo que antes no se sabía era si sus extraordinarias habilidades de buceo tienen una base genética, dado que pueden pasar el 60% de su jornada laboral bajo el agua buscando peces y pepinos de mar.
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"Eso no se compara con ningún otro ser humano. Lo más parecido a eso son las nutrias marinas", dijo la genetista evolutiva Melissa Ilardo, cuya última investigación se centra en una comunidad Bajau en Sulawesi, Indonesia.
Su nuevo estudio podría poner al descubierto adaptaciones genéticas que permiten a los Bajau estar sin oxígeno durante periodos más largos, pues tienen bazos inusualmente grandes. La genetista publicó sus hallazgos en la revista Cell junto con colegas de la Universidad de Copenhague y la Universidad de California, Berkeley.
Buzos innatos
"La forma en que bucean es tan natural", afirma Ilardo. "No hay nada como verlos en el agua".
A ella le sorprendió cómo los Bajau parecían "tan increíblemente cómodos en el agua". Recordó cómo un hombre Bajau que buceaba libremente junto a ella de repente descendió 9 o 12 metros para recoger una almeja gigante "como si fuera lo más natural del mundo".
Para entender lo que el equipo descubrió, hay que comprender qué le sucede al cuerpo humano cuando se sumerge en el agua, explicó Ilardo.
Primero, el corazón se desacelera, lo que reduce la cantidad de oxígeno consumido. Los vasos sanguíneos en las extremidades también se contraen, canalizando sangre rica en oxígeno a los órganos vitales. Por último, el bazo se contrae.
"El bazo es raro", dijo Ilardo. "Realmente yo no había escuchado mucho sobre el bazo. Sé que se puede vivir sin él, por lo que la pregunta es ‘¿Qué es lo que hace el bazo?’"
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El bazo es un órgano del tamaño de un puño que se encuentra junto al estómago. Sus funciones incluyen filtrar células viejas y apoyar el sistema inmune. Pero el bazo también sirve como un reservorio de glóbulos rojos que transportan el oxígeno; cuando se contrae, le da al cuerpo lo que Ilardo denominó un "golpe de oxígeno", lo que permite contener la respiración durante más tiempo.
La investigación en focas ha sugerido que los bazos más grandes podrían estar asociados a tiempos de inmersión más largos.
"Si la selección natural hizo su trabajo en las focas para darles un bazo más grande, entonces pudo haber hecho lo mismo en humanos", expuso Ilardo.
Bazos 50% más grandes
Utilizando una máquina de ultrasonido, Ilardo descubrió que los Bajau tenían bazos 50% más grandes que los de sus vecinos que viven en la isla indonesia de Sulawesi. Y no parecía importar si una persona Bajau era buzo o no lo era, lo que sugiere que esto no era simplemente el resultado del entrenamiento subacuático a lo largo del tiempo.
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Luego, al analizar el ADN Bajau en busca de pistas, los investigadores identificaron un posible culpable de su bazo de mayor tamaño: una variante de un gen llamado PDE10A, que se ha relacionado con niveles de hormona tiroidea superiores a la media en los europeos.
No se conoce un vínculo entre las hormonas tiroideas y el tamaño del bazo en los humanos, pero en los ratones, sí existe. Sin embargo, los investigadores no midieron los niveles de hormona tiroidea de los Bajau que participaron en el estudio.
La variante genética que identificaron no era específica de los Bajau, explicó Ilardo, y podría haber muchos otros genes que afectan el tamaño del bazo.
"Ahí es donde se necesitan estudios mucho más amplios, pedirle a las personas que vean cuánto tiempo pueden aguantar la respiración", dijo Marc Feldman, profesor de biología en la Universidad de Stanford y codirector de su Centro de Genómica Computacional, Evolutiva y Humana. Feldman no estuvo involucrado en el nuevo estudio.
"Las personas varían en ese fenotipo en particular, pero no es un rasgo que probemos de manera rutinaria. No es como (el índice de masa corporal), la altura o los niveles de colesterol alto".
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Para Feldman, la relación entre el gen PDE10A, el tamaño del bazo y la capacidad de buceo no pudo ser probada en este estudio de 43 personas Bajau; requeriría miles de participantes más en una escala mucho más grande.
"No hay suficientes personas que pasen tanto tiempo bajo el agua para hacer una declaración estadística realmente definitiva", advirtió Feldman.
Más genes en juego
El equipo de Ilardo descubrió tres variantes genéticas adicionales que, dicen, podrían estar conectadas con la destreza submarina del pueblo Bajau.
El hallazgo de más peso provino de un gen llamado BDKRB2, que puede aumentar la cantidad de vasos sanguíneos periféricos que se contraen. Cuanto más se constriñen estos vasos, más redirigen la sangre oxigenada a órganos cruciales, como el cerebro y el corazón, y potencialmente aumentan el tiempo de inmersión, escribieron los investigadores.
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Son genes como éstos los que pueden haber dado a algunos buzos Bajau la mejor oportunidad de sobrevivir a inmersiones profundas y recolectar alimento para sus familias durante muchas generaciones, dijo Ilardo.
"El buceo libre es extremadamente peligroso, por lo que incluso los buzos altamente entrenados a menudo mueren porque pierden la conciencia al ascender y se ahogan", señaló Ilardo, quien ha practicado buceo libre recreativo desde que tenía 4 años.
"Si eso viene sucediendo a lo largo de miles de años, entonces las personas que sobreviven son aquellas que llevan los genes que les dan una ventaja".
Aunque la evolución se da típicamente en el orden de millones de años, los Bajau han buceado de esta manera, conteniendo la respiración, por razón de solo miles de años.
"Lo que estamos discutiendo es la evolución en un lapso de tiempo relativamente corto", dijo Feldman.
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Esta no es la única evidencia de evolución humana "reciente". Por ejemplo, los investigadores identificaron una "adaptación genética a la altitud" entre los tibetanos.
Lo que diferencia a los Bajau, indicó Ilardo, es que su históroco estilo de vida marino y prácticas pesqueras pueden haber impulsado el proceso evolutivo.
"Esto no es una adaptación a condiciones adversas. Es la co-evolución de la cultura humana y de los humanos como especie", dijo.