Lo mejor del antiguo Egipto
Nota del editor: Joe Yogerst escribe sobre viajes, negocios y entretenimiento. Vive en California, Estados Unidos.
(CNN) — Al igual que la legendaria maldición de la momia, el antiguo Egipto se niega a quedarse enterrado en el pasado. De vez en cuando vuelve a la vida: en la década de 1920, con el descubrimiento de la tumba del rey Tut; en la década de 1970, con la gira mundial de las máscaras doradas, y hace poco, con la oleada de descubrimientos asombrosos gracias a las técnicas arqueológicas del siglo XXI.
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Tan solo a lo largo del año pasado, el Ministerio de Antigüedades de Egipto anunció el descubrimiento de:
· Ocho momias de la dinastía ptolemaica (323-30 a. C.), muchas contenidas en ataúdes de colores vívidos, en la necrópolis de Dahshur, cerca de Guiza.
· Una esfinge de piedra en Kom Ombo, un templo junto a un río, cerca de Asuán, dedicado al dios-cocodrilo Sobek.
· Una red de rampas sorprendentemente sofisticada de 4,500 años de antigüedad, en la cantera de alabastro de Hatnub, en el Desierto Oriental, que podría ayudar a resolver las preguntas sobre cómo los antiguos egipcios construyeron las pirámides.
· Un pedazo de queso de oveja y cabra, de 3,200 años de antigüedad, en una tumba en Saqqara, la primera prueba de que el queso era parte de la dieta de los egipcios.
· Los tatuajes más antiguos del mundo (un toro, una oveja y un patrón en forma de "S") en un par de momias de 5,000 años de antigüedad en una tumba en el valle del Nilo, entre Lúxor y Asuán.
· Una momia femenina bien preservada y alrededor de mil estatuas ushabti que representan a los siervos que atenderían a la fallecida en el más allá, en una tumba de la dinastía XVII, cerca del valle de los Reyes.
Egipto también está en pleno auge de construcción de museos, entre ellos los que contienen las nuevas colecciones que se inaugurarán pronto en las ciudades turísticas de Sharm el-Sheij y Hurgada, en la costa del mar Rojo, así que los vacacionistas podrán admirar los artefactos egipcios antiguos sin tener que dirigirse a El Cairo o Lúxor.
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Por otro lado, el muy esperado Gran Museo Egipcio (GME) está casi terminado. Originalmente, su inauguración estaba programada para 2018. Ahora, la gran inauguración del museo más grande del mundo dedicado a una sola civilización está programada para mediados de 2020, así que no se hará la apertura paulatina de las muchas galerías, como se pensó originalmente.
Situado cerca de las pirámides de Guiza, a las afueras de la capital de Egipto, el museo exhibirá más de 100,000 objetos, entre ellos todos los que se encontraron en la tumba de Tutankamón; muchos de ellos nunca se han exhibido públicamente.
Los aficionados a los faraones tendrán que esperar unos años más a que el GME se inaugure, pero sigue habiendo mucho Egipto antiguo para disfrutar ahora, si viajas a Egipto:
El Museo Egipcio
Hasta que se inaugure el museo nuevo y se transfieran todos los artefactos a Guiza, el viejo Museo Egipcio, en la plaza Tahrir, en El Cairo, ofrece el mejor conjunto de artefactos egipcios antiguos del planeta.
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Al igual que ese faro al final de Los buscadores del arca perdida, el museo es una mezcolanza de reliquias de todos tamaños, esparcidas a lo largo de una estructura colosal que los británicos construyeron en 1902. El Salón de la Momia y el Tesoro de Tut son paradas obligadas en tu visita. Todas las piezas de la colección se llevarán gradualmente al nuevo museo en Guiza.
Las pirámides de Guiza
No hay nada sobre la Tierra que se parezca a las enormes e imponentes pirámides de Guiza. Estas estructuras, extendidas en el límite entre el desierto del Sáhara y la mancha urbana de El Cairo, se erigieron hace 4,500 años como tumbas para los faraones del Reino Antiguo. La más grande (la gran pirámide de Keops) consiste en 2.3 millones de bloques de piedra con una masa total de 5.75 millones de toneladas (16 veces más que el edificio Empire State).
Ya no se puede subir a las pirámides, pero puedes entrar a las cámaras mortuorias, echarles un vistazo a las barcas funerarias que se descubrieron a un lado de las estructuras, o posar montado en un camello, con las pirámides alzándose en el fondo.
La gran esfinge
Agazapada al pie de las pirámides, la esfinge es la escultura monumental más antigua que se conoce en todo Egipto; se talló en el lecho de piedra caliza de la meseta de Guiza en el siglo XXVI a. C.
Esta escultura de 80 metros de largo, que evoca instantáneamente a la civilización que la creó, combina el cuerpo de un león con una cabeza humana en un ser que los invasores árabes llamaron más tarde "La aterradora".
La pirámide escalonada de Saqqara
Situada a unos 35 kilómetros al sur de El Cairo, en el valle del Nilo, esta estructura de adobe fue el prototipo que desencadenó el auge de las pirámides egipcias.
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El faraón Zoser encargó una tumba plana y rectangular, estilo mastaba, como la que se usó para los gobernantes anteriores. Sin embargo, el arquitecto decidió experimentar y levantar seis mastabas una sobre otra (una más pequeña que la anterior) hasta que la tumba alcanzó los 70 metros de alto. Ahora se la considera la primera pirámide auténtica del mundo.
Alejandría
El famoso faro (una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo) se derrumbó en el puerto hace siglos. Sin embargo, la segunda ciudad más grande de Egipto presume muchas otras maravillas de las épocas griega y romana, entre ellas las tenebrosas catacumbas de Kom el Shogafa, las ruinas de Kom el Dikka, y La Columna de Pompeyo, con sus esfinges gemelas.
Para revivir la famosa biblioteca que quedó destruida en el siglo III, la ultramoderna Bibliotheca Alexandrina contiene cuatro museos, incluido uno dedicado al Egipto antiguo.
El valle de los Reyes
Tras su momificación, enterraban a los faraones del Imperio Nuevo de Egipto en tumbas secretas en el árido cañón de un desierto, más allá de la margen occidental del Nilo. Hasta ahora se han descubierto ahí 63 tumbas, la más reciente en 2005. Aunque los saqueadores se llevaron sus tesoros subterráneos hace mucho, los muros en sí son obras de arte invaluables, decoradas con escenas coloridas de los dioses y la vida cotidiana en la antigüedad, así como con jeroglíficos.
Hay más de una docena de tumbas abiertas al público intermitentemente, entre ellas el sitio de descanso final de Tutankamón, Ramsés IV y Tutmosis III.
El templo más grande y antiguo de Egipto se sitúa al otro lado del Nilo, frente al valle de los Reyes. Erigido a lo largo de cientos de años, el templo presume varios monumentos de piedra, entre ellos la Sala Hipóstila, con sus enormes columnas de capiteles en forma de loto, y la larga Avenida de las Esfinges.
Vale la pena ir a Karnak dos veces: una de día, para estudiar los detalles arquitectónicos, y otra en la noche, para disfrutar del espectáculo de luz y sonido.
El templo de Lúxor
Situado a lo largo de la ribera del Nilo, en pleno centro de la ciudad que lleva su nombre, el templo de Lúxor es una versión miniatura de Karnak, con sus propias estatuas colosales y sus altas columnas con capiteles lotiformes.
Algunos egiptólogos creen que alguna vez fue el sitio en el que coronaban a los faraones. Es mejor que vayas al anochecer, cuando el complejo se ilumina ricamente; además, es mucho más fácil de fotografiar que el coloso de Karnak.
El templo de Hatshepsut
La margen occidental del Nilo en Lúxor está salpicada de templos mortuorios de faraones antiguos, pero ninguno es tan magnífico como el santuario dedicado a la reina Hatshepsut. El diseño es increíble, totalmente diferente a lo que hay en Lúxor: una larga rampa lleva a tres niveles de columnas de piedra, acomodadas al pie de un enorme acantilado de arenisca.
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Al igual que otros monarcas, enterraron a la reina en una tumba secreta en el valle de los Reyes. Sin embargo, su templo mortuorio se abrió al público para que quien lo deseara, le rindiera culto tras su muerte.
Abu Simbel
Perdidos bajo la arena durante miles de años y posteriormente salvados de las inundaciones por el desborde del lago Nasser gracias a un proyecto monumental de traslado, en la década de 1960, estos templos marcaban el límite meridional del antiguo Egipto.
Talladas en un muro de roca sólida, las cuatro estatuas enormes de Ramsés el Grande flanquean la entrada a un santuario interior, bordeado con más estatuas. Dos veces al año (el 22 de febrero y el 22 de octubre), el sol brilla justamente sobre el pasillo central e ilumina las estatuas de Ramsés y tres dioses.
Complejo del templo de Filas
Abu Simbel no fue el único santuario antiguo al que salvaron de las presas de Asuán. Este complejo sobresaliente de templos, en la isla de Filas, también se rescató de las aguas.
El templo principal está dedicado a Isis, diosa de la fertilidad. Se construyó en el siglo IV a. C. y se cree que fue el último sitio en el que se practicó la religión egipcia antigua y en donde se inscribieron los últimos jeroglíficos originales. La única forma de llegar al complejo es en un botecito que sale de un muelle cerca de la vieja presa de Asuán.
El oasis de Siwa
Alejandro el Grande se aventuró a cruzar el desierto del Sáhara en 331 a. C. para visitar a un oráculo que lo pronunció heredero legítimo de la corona faraónica de Egipto.
Las ruinas del templo del Oráculo de Amón (que datan de la Dinastía XXVI), se alzan en la cima de una loma, sobre el oasis sombreado por las palmeras. Nunca se ha podido verificar la teoría de que Alejandro está enterrado en Siwa.
Amarna
Situada a unos 320 kilómetros al sur de El Cairo, en el valle del Nilo, Amarna es el nombre árabe de Aketatón, la que fuera capital de Egipto brevemente en el siglo XIV a. C.
Fundada por Akenatón, esposo de la reina Nefertiti y padre de Tutankamón, la ciudad también fue base de su polémico culto monoteísta. Aketatón quedó destruida después de la muerte del faraón y quedó oculta bajo las arenas del desierto hasta la década de 1790, cuando el corps de savants de Napoleón se topó con las ruinas. Entre lo más destacado del moderno parque arqueológico están las dos docenas de coloridas tumbas de nobles.
El Rameseo
Los aficionados de la poesía reconocerán la cabeza gigante tirada junto a este templo del siglo XIII a. C.: se trata de Ozimandias, del célebre soneto de Percy Bysshe Shelley.
La estructura inmensa, situada al otro lado del Nilo, en Lúxor, es el templo mortuorio de Ramsés el Grande, el mismo gobernante que encargó la construcción de Abu Simbel. Además de los restos derrumbados de Ozimandias, el complejo cuenta con otras estatuas colosales de dioses y del hombre que probablemente fuera el faraón más grande del antiguo Egipto.