La evolución de la dieta influyó en los sonidos que hacemos al hablar
Un equipo de investigadores sostiene en un estudio publicado en la revista Science que el desarrollo de la agricultura y los alimentos blandos en el Neolítico hicieron evolucionar la mandíbula humana y permitieron la aparición de las consonantes “f” y “v”.
Su trabajo, que combina lingüística, ciencia del lenguaje y paleoantropología, refuerza la idea de que el lenguaje no es el simple producto aleatorio de la historia, sino que está relacionado con los cambios biológicos del Neolítico (6,000 a 2,100 años antes de nuestra era), la época de la invención de la agricultura (trigo y cebada) y de la domesticación de los animales (cabra, oveja, vaca…).
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“El lenguaje no se estudia tradicionalmente como un fenómeno biológico”, dijo a periodistas el profesor Balthasar Bickel, de la Universidad de Zúrich. “Es un poco extraño porque el lenguaje es parte de nuestra naturaleza, como los sistemas de comunicación de otros animales”.
Antes del período Neolítico, el Homo Sapiens usó sus dientes rápidamente para masticar los productos de su caza y su recolección.
Mientras que los incisivos superiores de los niños cubrían los inferiores, en los adultos el uso terminaba por gastar los dientes de adelante, de lo que dan testimonio los cráneos prehistóricos.
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Si uno empuja su mandíbula inferior hacia adelante hasta que sus dientes superiores e inferiores se toquen entre sí, pronunciar la “f” y la “v” se hace sumamente difícil. Estas son consonantes labiodentales, que requieren la acción combinada del labio inferior y los dientes superiores.
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