Día de Muertos: origen, significado y por qué se celebra en México cada 2 de noviembre
El Día de Muertos es una celebración que honra la memoria de los seres queridos difuntos. Además de ser parte de la identidad nacional, fue reconocida por la UNESCO.
Una mujer enciende velas en una tumba durante las celebraciones anuales del Día de Muertos, en Mazatlán Villa de Flores, México.(Jorge Luis Plata/REUTERS)
Carolina Aguilar
Desde finales de octubre, México suele cubrirse con el aroma y color de la flor de cempasúchil, pan de muerto y papel picado que anuncian la víspera de una de las celebraciones culturales más relevantes: el Día de Muertos.
Esta es su historia y la razón de por qué la tradición se realiza el 1 y 2 de noviembre.
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El origen indígena, católico y europeo antiguo del Día de Muertos
Decir que el comienzo de esta celebración es propiamente prehispánica no sería acertado, a pesar de ser una afirmación comúnmente aceptada, según el arqueólogo Víctor Joel Santos. Más bien, se trata de una fusión y evolución de tradiciones y creencias indígenas, europeas y cristianas con una eventual evolución a lo que hoy conocemos.
En su estudio, publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explica que el origen de todo se encuentra en la Europa medieval, como producto de la Iglesia católica.
El Día de Todos los Santos, tiene historia desde el año 609, cuando el papa Bonifacio IV estableció el 13 de mayo como la fecha para honrar a los protectores de la Iglesia y contrarrestar el paganismo.
Pero posteriormente fue cambiada por el Papa Gregorio III, entre los años 731 y 741, al inicio de noviembre por meras cuestiones prácticas: en esta temporada había más cosechas para abastecer a Roma. El cambio incluyó a todos los santos del cristianismo.
Curiosamente, la fecha de noviembre coincidió con una festividad pagana celta del Samhain (o Halloween), el 31 de octubre, en la que se creía que los difuntos regresaban a convivir con los vivos. La Iglesia católica intentó erradicarlo e instaurar la celebración de Todos los Santos.
En cuanto al 2 de noviembre, fue instruido en el año 998, por San Odilón, abad del monasterio de Cluny, dedicada a quienes “reposan en Cristo” pero no alcanzaron la vida beática, o el cielo, y están en el Purgatorio.
obladores de Santa María Atzompa, municipio zapoteca conurbado a la capital de Oaxaca, acudieron a velar las tumbas de sus familiares en el panteón de la comunidad y con ello recibirlos, como es su tradición, para la celebración de Día de Muertos. (Carolina Jiménez Mariscal)
El propósito de este día era ayudar a limpiar estas almas de sus pecados y alcanzar su salvación por medio de la oración. En ella, se hacía una jornada anual dedicada a los muertos.
¿Y cómo llegó esto a México?
Sucedió inmediatamente después de la conquista española en el siglo XVI. De acuerdo con un estudio del arqueólogo mexicano, los franciscanos decidieron celebrar ambas fechas en las primeras iglesias fundadas en Texcoco, Tlaxcala y la Ciudad de México. Fray Toribio de Benavente "Motolinía" documentó que entre 1535 y 1540, los indígenas ofrecían liberalmente maíz, mantas, comida, pan, gallinas, cacao y velas para sus difuntos.
Los religiosos cristianos impusieron la fiesta en las distintas comunidades indígenenas, y prohibieron prácticas funerarias ancestrales mesomericanas, como las veintenas mexicas Miccailhuitontli o Huey Miccailhuitl, celebradas en agosto y septiembre.
Sin embargo, no todo desapareció. Las creencias y prácticas ancestrales indígenas de veneración de los muertos, como de los mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas, tlaxcaltecas, totonacas y otros pueblos originarios de nuestro país, se trasladaron de manera natural al calendario cristiano.
Los pueblos nativos mexicanos continuaron sus prácticas funerarias, pero adaptadas a las formas cristianas hasta que se fusionaron casi por completo. Según la investigación, desde el siglo XVII, los índígenas preparaban ofrendas de comida y bebidas, y encendían candelas durante la noche.
Lámina 69. Quixebilotia (en memoria), ceremonia funeraria de la veintena de Tititl, códice Magliabechiano.(INAH)
La cosmovisión antigua implicaba el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresaban a casa para convivir con sus familiares y nutrirse de las ofrendas.
La evolución al Día de Muertos moderno
La celebración, con el tiempo, perdió su sacralidad y ganó aspectos profanos. Desde la prohibición de entierros en iglesias en 1836, la población se obligó a continuar con la tradición en los cementerios, y se volvieron eventos sociales concurridos, a veces carentes de luto.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la fiesta decayó, pero en la época posrevolucionaria, especialmente durante el cardenismo, entre 1934 a 1940, la celebración fue “reinventada” por el Estado para “despojar a la Iglesia de poder” e integrar a la idea nacionalista y folclórica.
En este momento, según el especialista, se comenzó a difundir que tenía un origen prehispánico.
Lo cierto es que sí tiene su gran colaboración prehispánica, y no se limita a festejar a los muertos, otro estudio realizado por el extinto Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), indicó que en las regiones maya, nahua, zapoteca y mixteca, por ejemplo, dicha celebración no sólo tiene relevancia en la vida ceremonial y festiva de los pueblos, sino que es uno de los núcleos centrales tanto de la identidad y la cosmovisión de cada grupo, como de su vida social comunitaria.
Actualmente, el Día de Muertos ha evolucionado a un atractivo turístico e incluso un producto de consumo, como el desfile de muertos en la Ciudad de México.
La gente se reúne cerca de instalaciones artísticas de esqueletos y otras decoraciones, antes del Día de Muertos, en la Plaza del Zócalo en la Ciudad de México, México, el 30 de octubre de 2024. (Henry Romero/REUTERS)
El reconocimiento de la Unesco
La Unesco, el único organismo internacional de la ONU que trata la cultura, reconoció en 2008 el Día de Muertos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por su significado de expresión tradicional y contemporánea, además de representativa y comunitaria.
De acuerdo con la Unesco, “el encuentro anual entre los pueblos indígenas y sus ancestros cumple una función social considerable al afirmar el papel del individuo dentro de la sociedad. También contribuye a reforzar el estatuto cultural y social de las comunidades indígenas de México.”
Un hombre se encuentra entre tumbas durante las celebraciones anuales del Día de Muertos, en Mazatlán Villa de Flores, México, el 1 de noviembre de 2024.(Jorge Luis Plata/REUTERS)
¿Qué se celebra el 1 y 2 de noviembre?
Las conmemoraciones pueden distinguirse popularmente en dos, y se dividen principalmente por la edad y por la causa de fallecimiento.
El 1 de noviembre, que celebra a Todos los Santos, está dedicado a los niños que fallecieron, mientras que el 2 de noviembre honra a los Fieles Difuntos, es decir, a los adultos.
En algunos sitios, el 28 de octubre se conmemoran a las personas que murieron a causa de un accidente o de manera trágica, y el 30 se espera a los niños que murieron sin ser bautizados.
Entre las prácticas comunes están los adornos de las tumbas y los altares sobre las lápidas, flor de cempasúchil y velas para ayudar a las ánimas a tener un camino a las ofrendas de los hogares, con las fotografías de los difuntos. En estos rituales se privilegia el recuerdo dobre el olvido de los que ya se fueron.