La salida de Carstens pone en riesgo los contrapesos en Hacienda
En los últimos meses el Banco de México, liderado por Agustín Carstens, puso el dedo en la llaga al señalar que las finanzas públicas necesitan regresar al equilibrio, por lo que la renuncia del gobernador del banco central es un nuevo motivo de preocupación entre analistas económicos y de mercados en medio de la volatilidad financiera y de temores por el comportamiento de la economía.
Carstens dejará el Banco de México (Banxico) en julio de 2017 para ocupar el cargo de gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) el próximo octubre en medio de un halo de incertidumbre que rodea a la economía mexicana tras el triunfo de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y una esperada alza de tasas de interés en ese país, que obligará a Banxico a seguir sus pasos.
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“Por un lado es un orgullo que un mexicano vaya al BIS, pero hay cosas que llaman la atención. Banxico llevaba meses siendo crítico de Hacienda, diciendo que la política fiscal estaba desbalanceada”, dijo a Expansión el director general del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), Héctor Villarreal.
La propuesta al Senado que haga el presidente Enrique Peña Nieto del nuevo gobernador será clave. "Será muy importante que se respete la autonomía de Banxico. Si llega alguien que le haga el juego a Hacienda sería algo grave", agregó.
A mediados de año Banxico dijo en uno de sus comunicados de política monetaria que los ajustes al gasto anunciados por Hacienda y la intención de lograr un superávit primario en 2017 eran pasos en la dirección correcta para equilibrar las finanzas. Advirtió que, dada la incertidumbre externa y el desempeño de los requerimientos financieros del sector público, acciones adicionales de consolidación en las finanzas públicas, eran deseables.
En poco más de cuatro años, el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), esto es, la deuda total, ha crecido en más de 10 puntos porcentuales, y Hacienda estima que al cierre de este año llegará a un máximo de 50.5% del Producto Interno Bruto (PIB).
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En este escenario, las agencias calificadoras Moody’s y Standard & Poor’s, pusieron en revisión la calificación crediticia de México al indicar que la contratación de deuda ha crecido a un ritmo acelerado, aunque aún se encuentra en niveles manejables.
Tan solo de enero a octubre el costo financiero de la deuda, es decir, los intereses y el servicio de la deuda se incrementó en 16% real a 320,724 millones de pesos (mdp). Mientras que el gasto neto aumentó 3.6% a 4.10 billones de pesos.
Auando a esto México enfrenta las amenazas de Trump, que promete renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y además, la Reserva Federal de Estados Unidos se encamina a implementar un ciclo alcista de tasas de interés, lo que obligará a Banxico a seguir sus pasos para que los activos mexicanos mantengan atractivo y evitar presiones inflacionarias.
“Bajo este contexto, hay una necesidad aún mayor de políticas económicas sólidas y confiables. Ahora el Presidente Peña Nieto enfrenta una decisión trascendental para proponer al Senado un candidato sólido y con credibilidad, más cuando no hay un único sucesor natural”, escribieron analistas de Citibanamex en un reporte.
Carstens dijo en una conferencia de prensa que confía en la capacidad del secretario de Hacienda, José Antonio Meade, para manejar la política fiscal del país y lograr la consolidación de las finanzas públicas.
“Matar al mensajero no sirve de nada, hay un problema de fondo en las finanzas públicas, hay un espacio fiscal muy reducido. Banxico ha sido un baluarte de estabilidad (...) No por tener a alguien no crítico se resolverán los problemas de fondo”, comentó Villarreal.
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