Acapulco lucha para recuperar su glamour
Viajar a Acapulco es viajar en el tiempo. Sus bares suenan a décadas pasadas, la decoración evoca los años de juventud de Luis Miguel y en La Quebrada aún se habla de la casa de María Félix y Agustín Lara. Acapulco no ha vivido mejor momento que aquel que terminó hace casi tres décadas.
Hoy, la situación es menos glamorosa. A lo largo de la costera Miguel Alemán, los hoteles independientes anuncian tarifas inferiores a los 1,000 pesos por noche, múltiples locales comerciales están abandonados y cada 200 metros hay militares, policía federal o marinos. Esos militares se aburren en la costera. Dicen que no hay nada que cuidar, porque la inseguridad está ahí donde ellos no entran.
Basta con caminar unas cuadras hacia el centro de la ciudad para notar el cambio: por toda la calle Inalámbrica, donde está la antigua casa de Dolores Olmedo, con grabados de Diego Rivera, hay viviendas abandonadas llenas de gatos y basura.
Acapulco no figura en los planes de expansión de grupos hoteleros estadounidenses desde hace décadas. La llegada de turistas extranjeros es mínima, si se compara con la Riviera Maya o Los Cabos. Para los empresarios, hacer negocios en Guerrero es difícil por los problemas sociales y de inseguridad.
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Hay una excepción. Mundo Imperial, de Grupo Autofin, anunció este año una inversión de más de 1,000 millones de dólares (MDD) en el destino. La compañía espera crear un complejo turístico sin precedentes en el país. “Tenemos un plan maestro muy ambicioso, con 6,000 cuartos hacia diciembre de 2022. Ahí está de testigo la maqueta, porque las palabras se las lleva el viento”, dice Juan Antonio Hernández, presidente de Grupo Autofin.
Según los empresarios, autoridades y expertos consultados, Mundo Imperial es el impulso que puede necesitar la ciudad para renacer. Pero el plan para revivir Acapulco va más allá: para la Secretaría de Turismo (Sectur), es un destino prioritario. “Nuestra idea es reconvertir y relanzar Acapulco”, dice Enrique de la Madrid, titular de Sectur. “Es una de las grandes marcas del país”.
Un destino estancado
El hotel El Mirador es la casa de los clavadistas de La Quebrada. Desde su restaurante se puede ver, en primera fila, a los acapulqueños que, desde hace 82 años, se tiran clavados a 35 metros de altura.
El espectáculo se mantiene, pero la audiencia no crece. El flujo de turistas hacia Acapulco ha caído 1% en los últimos 10 años. En 2015 retrocedió 17%. Lo mismo sucede con la ocupación hotelera: bajó de 42 a 39% en una década en los 235 hoteles que están a lo largo de la bahía. En la Riviera Maya, promedia 80%. En ese periodo, el número de cuartos de hotel en Acapulco ha crecido sólo 11%, mientras que en la Riviera Maya lo ha hecho 46%.
Hay hoteles con más de 30 años que nunca han sido remodelados. Tienen mobiliario viejo y las sábanas y cortinas están rasgadas. Los únicos nuevos son el Banyan Tree, con inversión de un grupo de Singapur, y un hotel de negocios de Mundo Imperial.
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La inseguridad es un factor clave en la falta de inversiones, pero también el hecho de que Acapulco es un destino más maduro que otros, como la Riviera Maya, donde hay más oportunidades para crear proyectos, dice Henry González, socio líder de Hospitalidad de la consultora EY México.
Sin embargo, ahora hay varias señales para la esperanza. La Quebrada espera su remodelación urbana y el regreso del campeonato mundial de clavados. Y varios hoteles de la zona comienzan a despertar.
“Ahorita es cuando los que realmente creemos en Acapulco, y sentimos que el destino es rescatable, apostamos por remodelar. Tenemos que darle atractivos a los turistas para que vengan”, dice José Salgado, gerente general de El Mirador. En su renovación invertirá 25 millones de pesos, con lo que espera incrementar tarifas desde 1,200 a 2,100 pesos por noche.
Los representantes de la industria no niegan que hay una “percepción” de inseguridad, pero afirman que uno de los principales retos del destino es sacar de la zona de confort a los empresarios. “Se quejan de que no llega buen turismo, pero no le invierten para atraerlo”, dice Elvia Zavala, directora general del Crowne Plaza Acapulco.
Mientras este destino se estancó, los Centros Turísticos Integralmente Planeados, que Fonatur desarrolló hace varias décadas, como Cancún e Ixtapa, fueron creciendo. También nacieron otros, como Riviera Maya, Riviera Nayarit y Los Cabos, donde grupos hoteleros internacionales han posicionado sus marcas de lujo. Son los casos de Ritz Carlton, Four Seasons y Fairmont, que salió de Acapulco cuando le vendió el hotel Princess a Grupo Autofin.
“La gente siempre busca donde hay un retorno más rápido a su inversión, y ve cómo han crecido Cancún o Los Cabos. Es un tema de oferta y demanda”, reconoce Seyed Rezvani, director general de Mundo Imperial, quien también admite que la “percepción” de inseguridad es muy perjudicial.
El círculo de la pobreza
El problema de la inseguridad, sin embargo, va más allá de ser un simple tema de percepción.
El primer hotel de Mundo Imperial abrió el 28 de septiembre de 2014. Una noche antes desaparecieron 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, en Guerrero, a 250 kilómetros de Acapulco. Las visitas gubernamentales se cancelaron y la inauguración tomó un perfil bajo. El hotel tuvo una mínima ocupación por varios meses.
“La inseguridad es un mito”, asegura Ernesto Rodríguez, secretario de Turismo de Guerrero. “Reconocemos que tenemos problemas, pero también debemos verlos en su exacta dimensión, porque son problemas focalizados, donde se están peleando entre bandas”.
Pero las cifras son reveladoras: en el primer semestre de 2016, Acapulco fue el municipio con más homicidios dolosos en el país, con 554, por encima de Tijuana y Ecatepec. Desde hace varios años, diversos estudios la sitúan entre las tres ciudades más violentas del mundo, por número de asesinatos.
Esto perjudicó la economía. El municipio de Acapulco de Juárez tiene 810,669 habitantes, y su principal actividad económica es el turismo. La tasa de informalidad laboral en la zona alcanza 80.8%, muy superior a la media nacional. El desempleo y el narcotráfico han sido el semillero de la violencia, considera Alfonso Zárate, director general de Grupo Consultor Interdisciplinario.
Numerosos negocios, como restaurantes y bares, han cerrado por el cobro de piso, uno de los mayores negocios del crimen organizado. “Tienes que pagar piso para trabajar. Pero si no hay turistas, y te cobran cada vez más, muchos prefieren cerrar a que los amenacen o les hagan daño”, dice un empresario que pidió el anonimato.
A lo largo de la bahía, sobre la costera Miguel Alemán, los bares están vacíos incluso en fin de semana. Tony Rullán, dueño de clubes como Palladium y Hanna, recuerda que hace poco más de un año abría todos los días, con lleno total en fines de semana. Ahora, Palladium sólo abre los fines de semana, con una ocupación inferior a 50%. “En mayo, por ejemplo hubo muchos bloqueos en la carretera, hubo una balacera en abril... Eso se quedó en la cabeza de la gente”, dice.
La gran apuesta
Acapulco fue el primer mar que conoció Juan Antonio Hernández. Por eso no dudó en que su primera incursión en el turismo fuera ahí. “Lo que me motivó fue su belleza, su esplendor natural y la ubicación, que le permite ser la playa de más de 25 millones de personas”, cuenta el presidente de Grupo Autofin y Mundo Imperial.
La historia de Mundo Imperial inició en 2003, cuando Hernández comenzó a ver que el turismo tenía potencial, mientras que su negocio de autofinanciamiento para vehículos y viviendas parecía llegar a su límite. Para entrar en el sector, Hernández se acercó a uno de los directivos hoteleros con más historia en el destino: Seyed Rezvani, quien llegó en 1999, con Fairmont, a los hoteles Pierre Marqués y Princess.
Hernández quería hacer algo grande. Comenzó a comprar terrenos desde 54 dólares por metro cuadrado, muy cerca del aeropuerto, y empezó la construcción de un centro de espectáculos, otro de convenciones y un hotel de negocios. Pero llegó la crisis financiera. “La decisión era simple: para qué seguir construyendo si no lo vamos a ocupar. Y frenamos la obra”, recuerda el empresario.
Rezvani no le dejó tirar la toalla, y el hotel fue inaugurado, finalmente, en 2014.
La empresa aumentó luego su presencia en el destino con la compra del Princess y del Pierre Marqués, que completó en 2015 por cerca de 200 MDD. Fairmont los vendía porque sus gastos eran mayores que sus ingresos. “Esta operación fue ofrecida en diferentes países y nadie le quiso entrar”, dice Hernández.
Tras la adquisición, Autofin presentó su proyecto de 1,000 MDD, para desarrollar en 155 hectáreas. Contempla la remodelación del Princess y del Pierre, la construcción de un club de golf, una playa gourmet, una universidad de turismo, un hospital, spa, residencias de lujo y de retiro, y al menos tres hoteles nuevos con más de 6,000 habitaciones, equivalente a 1.3 veces el portafolio propio de Grupo Posadas. Además, quiere construir un estadio para el Abierto Mexicano de Tenis, un centro comercial de 40,000 metros cuadrados, un parque de diversiones de 100 hectáreas y la tirolesa más grande del mundo, con 1,800 metros de longitud.
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“Queremos que se nos reconozca como el complejo más completo en México y el exterior, y tendremos atractivos externos para que la gente venga”, explica Hernández.
Para afrontar la inseguridad, el plan es ‘amurallar’ Mundo Imperial y la zona de Riviera Diamante, la más elevada y alejada de la franja de pobreza. El empresario destinará 35 MDP a la construcción de cuatro torres de 2,000 metros cuadrados, que formarán un polígono de seguridad en la zona más exclusiva de Acapulco, y que será operado por la policía local, federal, Marina y el Ejército. “Quiero que lo que compré en 10 centavos, valga 1 peso y luego, 10”, dice.
Para que el proyecto tenga éxito, cuenta Rezvani, se requiere limpiar la imagen de Acapulco. “Es una llamada a despertar a todos. Tenemos que participar y hablar bien del destino, creer en el destino”.
Más vuelos
El aeropuerto de Acapulco hoy recibe sólo seis vuelos nacionales diarios, de cuatro destinos, y uno internacional a la semana, desde Houston. A Cancún arriban más de 20 destinos nacionales y 30 internacionales, incluyendo vuelos directos de Rusia.
Mejorar la conexión es otro requisito para detonar el turismo, coinciden empresarios y funcionarios consultados.
“Hay cosas que están fuera de nuestro control. Para traer extranjeros se requieren vuelos, y eso sucederá después de 2019, con el regreso de cruceros y con la apertura de vuelos. Eso no va a pasar si alguien no toma el riesgo, y tendrán que ser las aerolíneas”, dice Rezvani.
Ahora, el aeropuerto está en ampliación: el gobierno construye una nueva terminal, con una inversión de 547 MDP, para tener capacidad extra de dos millones de pasajeros anuales.
“Hay inversiones público privadas importantes en infraestructura, como el aeropuerto, el macrotúnel y la autopista México-Acapulco”, destaca González, secretario de Turismo de Guerrero.
El ‘macrotúnel’, con una longitud de tres kilómetros, será el más largo del país y permitirá hacer, en menos de 40 minutos, un trayecto que ahora dura más de dos horas. Los trabajos de la México-Acapulco también agilizarán el recorrido.
Estos proyectos van destinados a impulsar el turismo nacional, proveniente de la Ciudad de México, que hoy es el principal que recibe la ciudad. “Esto dice que algo viene para Acapulco. Pero debe trabajar en dos cosas: imagen y percepción. Cuando esto mejore, se abrirán uno o dos vuelos y la gente nos volteará a ver”, dice Rezvani.
El Nuevo Acapulco
Manlio Favio Pano, director general de Promotora Turística de Guerrero, presume que, actualmente, se invierten 1,749 MDD en Acapulco, de los cuales 1,000 son de Mundo Imperial y otros 90, de Grupo Posadas, con el hotel Fiesta Americana Grand. El resto son condominios.
“Pero llenaron de condominios la bahía de Acapulco. Tiene años que no se construye un hotel de cinco estrellas. Un hotel da cientos de empleos, una casa, no. Acapulco puede revivirse si se construyen hoteles”, considera Rafael Heredia, director de Heredia, Rubio Abogados, especialista en temas de seguridad.
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Como solución, Pano tiene un plan ambicioso. Busca crear un nuevo polo turístico en Guerrero, similar a la Riviera Maya, a un costado de Acapulco. Ese ‘Nuevo Acapulco’ se llamará San Marcos. “Son unos terrenos preciosos en el litoral, y con una laguna. Hay grupos como Questro y empresarios de Puebla que ya tienen propiedades ahí, y quieren hacer desarrollos hoteleros, comerciales y residenciales”, asegura el funcionario.
Eso requerirá una carretera de 30 kilómetros que inicie en Barra Vieja, similar a la de Cancún a Playa del Carmen, y que dé acceso a los terrenos. El plan ya está en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), y el gobierno ya está en pláticas con grupos hoteleros españoles, como Riu, con operadores de parques de diversiones y con desarrolladores para que se instalen en el área.
“Quiero que se abran, cuando menos, tres hoteles nuevos de marcas internacionales e importantes en los siguientes tres años. Nunca debimos haber dejado que se fuera Fairmont”, afirma Pano.
El gobierno incluso quiere un parque de diversiones y atracciones que sea el centro del destino, como el que hizo Grupo Vidanta en la Riviera Maya, con el Cirque du Soleil. Sin embargo, Pano advierte que la inversión será elevada porque es un desarrollo desde cero.
Aunque posiblemente ningún inversionista por sí mismo supere a Mundo Imperial. “Hay un Acapulco antes de Mundo Imperial, y uno después”, asegura Rezvani. Aún está por ver si su ambición logra resucitar este destino anclado en el pasado.
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