La joya de la corona del sistema de refinerías de EU, en manos de Arabia Saudita
La refinería de petróleo más grande de Estados Unidos ahora es propiedad total de Arabia Saudita.
Saudí Aramco, el gigante petrolero estatal, tomó este lunes el 100% del control de la refinería de Port Arthur en Texas, la cual posee un rápido crecimiento, completando un acuerdo que fue anunciado por primera vez el año pasado.
Port Arthur es considerada la joya de la corona del sistema de refinerías de Estados Unidos. La instalación de Costa del Golfo puede procesar 600,000 barriles de petróleo por día, convirtiéndose en la refinería más grande de Norteamérica.
Aramco, anteriormente poseía el 50% de Port Arthur a través de una empresa conjunta copropiedad de Royal Dutch Shell, llamada Motiva Enterprises. Sin embargo, los dos gigantes petroleros tuvieron una relación complicada y alcanzaron un acuerdo en marzo de 2016 para separar sus activos. Shell emitió una declaración este lunes, confirmando el final de dicha unión.
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Además de Port Arthur, Aramco adquirirá la propiedad completa de 24 terminales de distribución. Del mismo modo, obtendrá el derecho exclusivo de vender gasolina y diésel de marca Shell en Georgia, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Virginia, Maryland, la mitad oriental de Texas y la mayoría de Florida.
El acuerdo de Aramco permite al gigante petrolero apuntalar a uno de sus mejores clientes: Estados Unidos, antes de la oferta pública inicial prevista para el próximo año. Ahora que controla la mayor refinería estadounidense, Aramco puede enviar más crudo saudita a Estados Unidos para refinar y vender a los conductores norteamericanos.
Arabia Saudita ya es la segunda fuente de crudo de América, detrás de Canadá. Estados Unidos importó 1.3 millones de barriles de crudo saudita al día en febrero, un 32% más que el año pasado, según la Administración de Información de Energía.
Arabia Saudita espera que la oferta pública inicial de Aramco sea valorada en 2 billones de dólares. El reino continúa lidiando con los bajos precios del petróleo y un presupuesto hinchado, lo que hace crucial que la oferta pública inicial de Aramco ocurra sin problemas. Arabia Saudita, el mayor exportador de petróleo del mundo, redujo drásticamente los impuestos a Aramco en marzo, en un esfuerzo por sofocar la preocupación por la valoración del gigante petrolero.
¿Independencia?
A pesar de que Arabia Saudita amplía su alcance en Estados Unidos, el gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, ha impulsado la independencia energética de Estados Unidos al liberar la industria de energía doméstica. Trump dijo durante un discurso en mayo de 2016 que desea “lograr la independencia de nuestros enemigos y los cárteles petroleros”.
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Antes de ser elegido, Trump también amenazó con detener las importaciones de petróleo de Arabia Saudita y otros países árabes si no se comprometían a enviar tropas terrestres para luchar contra ISIS.
Después de que Trump fuera elegido, el ministro saudí de energía Khalid al-Falih advirtió más adelante que bloquear el crudo del reino podría resultar contraproducente.
“Trump verá los beneficios y creo que la industria petrolera también le aconsejará que bloquear el comercio de cualquier producto no es saludable”, dijo Falih al Financial Times en noviembre.
A pesar de esa retórica, las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita parecen haber mejorado bajo el gobierno de Trump. El poderoso príncipe heredero sustituto de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, se reunió con Trump en la Oficina Oval en marzo, una reunión presumida por el reino como un “punto de inflexión histórico” entre los dos países.