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La retórica del discurso de Trump en Arizona enciende los ‘fuegos artificiales’

El discurso en Phoenix del presidente de EU ‘lanzó gasolina’ a las controversias políticas, un día después de que había emitido un discurso sobrio y medido a la nación sobre Afganistán.
mié 23 agosto 2017 12:14 PM

El presidente de EU, Donald Trump, mostró por qué incluso algunos republicanos cuestionan si tiene el temperamento y la capacidad de fungir como mandatario.

En una actuación increíble en un estridente mitin en Arizona el martes, Trump reescribió la historia de su respuesta a la violencia en Charlottesville y reinició la guerra de las razas.

Trump en efecto se identificó como la víctima principal del furor sobre la violencia en Virginia, reprendiendo la cobertura de los medios de una crisis política que se rehúsa a disminuir por su retórica sobre las razas.

"Están intentando llevarse nuestra cultura. Están intentando llevarse nuestra historia”, dijo Trump, culpando a “gente débil, débil”, por permitir la eliminación de estatuas que conmemoran a los confederados .

En defensa a su respuesta a la violencia en Charlottesville, Trump omitió selectivamente su referencia a los comentarios de “muchas partes” o “ambas partes” que suscitaron la condena de ambos partidos por equiparar a los neonazis con los opositores.

Trump insistió al inicio de su discurso que los estadounidenses deben darse cuenta de que están en el mismo equipo, deben mostrar lealtad a su país y que quería que todos se amaran unos a los otros.

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Pero su actuación fue un claro indicio de que se siente mucho más cómodo, y quizás más motivado, para actuar como un lanzallamas político, que aprovecha las divisiones nacionales en lugar de un presidente que quiere unir a la nación.

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Lanzando gasolina a las controversias políticas, Trump amenazó con cerrar el gobierno a menos que el Congreso financie su muro fronterizo y casi prometió un perdón al sheriff de Arizona Joe Arpaio, quien fue condenado por desacato a la corte en un caso relacionado con categorización racial.

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En contra del establishment

Trump criticó al senador John McCain, quien está luchando contra el cáncer, y le dio la espalda a los senadores republicanos a los que culpa por su insignificante récord legislativo. Y él predijo que las pláticas de la renegociación del TLCAN fallarían.

Video: Trump considera que el TLCAN se acabará

Fue un vistazo en tiempo real notable de las frustraciones internas del presidente, quien aparentemente cree que está siendo perseguido por la cobertura precisa de los medios de su conducta y nunca puede descansar de las críticas.

Lee: Fuego amigo: Trump ataca a republicanos que criticaron su postura sobre Virginia

"Las únicas personas que le dan una plataforma a estos grupos de odio son los medios mismos y las noticias falsas”, dijo.

Sin embargo, el discurso irresponsable de Trump, en contra de sus enemigos del establishment uno por uno, fue recibido con calidez por la multitud, y probablemente resulte popular dentro de su base leal de electores que lo llevaron a la nominación del partido y a la Casa Blanca. Esos electores lacerarán la cobertura mediática de un discurso que se salió de las normas de comportamiento de la presidencia, enojo electoral que con certeza será alimentado por los medios que simpatizan con el presidente.

En efecto, la retórica de Trump del martes equivale a una advertencia implícita sobre la ira de un sector sustancial de la base electoral republicana si cualquier líder del partido busca aislar o rechazar al presidente.

Y eso creará problemas inmediatamente para los republicanos en el capitolio que agonizan sobre cómo enfrentarse a los próximos precipicios fiscales y límites de presupuesto, y salvar su propia agenda, sin mencionar las elecciones parciales del próximo año.

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El contexto inmediato del discurso fue una noticia del New York Times que salió a principios del día en la que decían que el líder de mayoría en el Senado, Mitch McConnell, había expresado sus dudas sobre la habilidad de Trump de liderar al Partido Republicano en las elecciones primarias y en el futuro.

Los comentarios de la semana pasada del senador republicano Bob Corker, en los que cuestionaba si el presidente contaba con la estabilidad o competencia para ser presidente, también cobraron nuevo significado a la luz de los fuegos artificiales del martes.

El discurso llegó una noche después de que Trump había aumentado la esperanza de algunos republicanos al emitir un discurso sobrio y medido a la nación sobre su nuevo enfoque para Afganistán .

Pero lo que mostró en Arizona fue una burla a las evaluaciones de algunos medios de que al final el presidente había logrado alcanzar los estándares convencionales de comportamiento presidencial. Difícilmente fue el tipo de comportamiento que causaría que otros republicanos concluyeran que las críticas de McConnell y Corker eran exageradas.

El exdirector de inteligencia nacional James Clapper, quien fungió bajo presidentes demócratas y republicanos desde John Kennedy a Barack Obama, dijo en CNN que encontró el discurso “completamente atemorizante y preocupante”.

"En verdad cuestiono su habilidad de ser, su capacidad de estar en esta oficina y también comienzo a cuestionarme su motivación para ello. Tal vez esté buscando un modo de salir”, dijo Clapper.

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Mike Shields, comentador político republicano, dijo que las críticas de los medios que cuestionan el estado mental de Trump después del discurso beneficiaron al presidente.

"Es correcto rechazar eso, es correcto hacerlo responsable, es correcto verificarlo”, dijo Shields a CNN.

"Pero inmediatamente después de eso, cuando la conversación cambia a decir que está loco y que no es apto para el puesto, y ha perdido su temperamento y estamos haciendo psicoanálisis en televisión del presidente, están haciendo el trabajo para él. Esto es casi lo que él quiere que suceda”.

Movilizando a los leales

La demostración bulliciosa de Trump pareció ser un intento de incitar a una base política que fue la clave de su victoria electoral el año pasado.

Las encuestas sugieren que sus defensores más leales aún apoyan firmemente a Trump, pero también una postura más difícil para el presidente en los estados de oscilantes que fueron la clave para su victoria y las señales de que la fuerza del entusiasmo entre los electores del GOP por su presidencia comienza a decaer.

Al principio de su discurso, Trump reinició la controversia sobre su manejo de las protestas raciales de Charlottesville , quejándose de la cobertura “enferma” y “torcida” de los medios en respuesta al episodio, repetidamente y selectivamente leyendo sus comentarios en los días posteriores a la trágica muerte de la manifestante antisupremacistas Heather Heyer.

Mientras citaba una copia impresa de sus comentarios en los días posteriores a las protestas, Trump acusó a los medios, imprecisamente, de ignorar sus comentarios sobre que el “racismo es malo” y las condenaciones a los neonazis y supremacistas blancos.

Él omitió su comentario en el día de las protestas en el que culpaba a los responsables “en ambos lados”, y las equivalencias que repitió hace una semana en la Trump Tower entre los supremacistas blancos y manifestantes.

"Les di con neonazi, les di con todo. ¿KKK? Tenemos KKK. Les di a todos”, se quejó Trump.

En momentos, Trump incluso parecía burlarse de su equipo de la Casa Blanca, tras reportes de que el jefe de personal John Kelly ha tratado de refrenar sus instintos más salvajes.

Tampoco fueron inmunes los legisladores republicanos a las críticas implícitas de Trump.

"A un voto, no mencionaré nombres”, dijo, refiriéndose al voto por derogar y reemplazar Obamacare, una referencia clara al voto de McCain.

Entonces, en un golpe a otro senador de Arizona, Jeff Flake, otro crítico, Trump advirtió “Nadie quiere que hable sobre él. Nadie sabe quién demonios es. Y ahora, no hemos mencionado ningún nombre, así que ahora, todos están felices”.

Además de la retórica política y cultural que reverberará por días después del alocado mitin, Trump también pareció hacer varias intervenciones de políticas que alarmarán a los socios de EU que podrían enviar olas económicas alrededor del mundo.

"Creo que probablemente terminaremos con el TLCAN en algún momento ”, dijo Trump, justo después del inicio de las pláticas sobre el vasto pacto comercial con Canadá y México.

Su amenaza de cerrar el gobierno por el financiamiento del muro fronterizo podría tener ramificaciones que se extiendan más allá de las costas de EU, frente a la fecha límite del próximo mes sobre el incremento del tope de deuda, sin el cual el gobierno de EU caería en default.

"Créanme, si tenemos que cerrar nuestro gobierno, construiremos ese muro”, dijo Trump. Fuera del Centro de Convenciones de Phoenix, en donde habló el presidente, la policía usó bombas de gas para dispersar a una multitud de manifestantes anti Trump.

Fue una metáfora elocuente de la furia política que se ha generado a través de un agosto abrasador, en el que Trump ha ampliado conscientemente las divisiones políticas en una apuesta por estabilizar su presidencia tambaleante.

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