OPINIÓN: Presidente Trump, los 'dreamers' fortalecemos a EU, no lo debilitamos
Nota del editor: Los padres de Santiago Tobar Potes lo llevaron de Colombia a Estados Unidos cuando tenía cuatro años. Ahora estudia en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Síguelo en Twitter como @stobarpotes . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(CNN) — Soy uno de los aproximadamente 750,000 dreamers , inmigrantes indocumentados que llegaron de niños a Estados Unidos y a los que ahora el presidente Donald Trump podría deportar. Me preocupa que el presidente (cuyo abuelo, madre y esposa migraron a Estados Unidos) convierta mi sueño en una pesadilla y me expulse de la tierra en la que crecí.
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Hace unas semanas, sentí que estaba soñando. Estaba en un evento en la Casa Blanca y conocí a la entonces primera dama, Michelle Obama. Me acababan de nombrar miembro de la junta estudiantil de asesores de su iniciativa Better Make Room, que exhorta a los jóvenes a ir a la universidad. Esta iniciativa me inspira y quiero ayudar a que más jóvenes mejoren su vida a través de la educación superior.
Pero cuando vi la toma de posesión de Trump, me costó creer que él podría imposibilitar que yo fuera a la universidad en este país.
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Por ahora estoy legalmente en Estados Unidos según los términos de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), un programa que Barack Obama creó por decreto en 2012. Sin embargo, nadie sabe cuánto durará.
Cuando llegué a Estados Unidos, en 2002, tenía cuatro años. Mis padres son colombianos y me llevaron a Miami. Debería ser obvio que a tan tierna edad, yo no pedí que me trajeran. Tampoco ayudé a mis padres a cruzar la frontera sin papeles y tampoco ayudé a mis padres a exceder el plazo de permanencia de nuestra visa.
También debería ser evidente que aunque Trump haya dicho que los inmigrantes mexicanos indocumentados eran violadores, narcotraficantes y delincuentes cuando anunció su candidatura en 2015, yo no era nada de eso a los cuatro años y no me he vuelto uno.
nullMi familia huyó de Cali, Colombia (hogar del infame cártel de la droga) luego de que los rebeldes de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) mataran a mis abuelos. Mis padres sintieron que nuestra vida corría peligro si nos quedábamos.
Hoy, curso el primer año en la Universidad de Columbia en Nueva York. Mi educación se financia a través de becas de la Jack Kent Cooke Foundation, de Alexander Hamilton Scholars, de Questbridge y de Golden Doors Scholars. Estas organizaciones me han juzgado por mi capacidad y no por mi lugar de nacimiento.
Espero ir a la facultad de Derecho, estudiar Derecho Constitucional y volverme ciudadano estadounidense.
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Es imposible saber si esto ocurrirá porque es imposible saber si el presidente Trump pondrá fin a la DACA. Tanto él como sus principales asistentes han dado muchas declaraciones contradictorias.
Durante su campaña presidencial, Trump dijo que respaldaría a una fuerza para deportaciones, pero otras veces se mostró mucho más conciliador.
En una entrevista para la televisora ABC News, el 25 de enero, Trump dijo que los dreamers "están aquí ilegalmente", pero luego dijo que " no deberíamos preocuparnos demasiado ". Se negó a decir si nos dejaría quedarnos en Estados Unidos en términos de la DACA y dijo que anunciaría una política en las siguientes cuatro semanas.
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Con tal incertidumbre, ¿cómo podríamos no preocuparnos? Nuestro futuro está en manos del presidente Trump.
He amado a Estados Unidos desde que tengo memoria. Pero he sentido un dolor abrumador porque Estados Unidos se negó a aceptarme hasta que Obama firmó el decreto del DACA que Trump podría revocar.
Crecer como indocumentado significó vivir con miedo de ir a la escuela y que me descubrieran. Quedaba fuera de discusión decirles a los maestros que no podía dormir porque tenía miedo de que nos deportaran. Era demasiado peligroso hablar con mis amigos sobre mi condición de indocumentado. Me sentía como un fugitivo ocultándose, me sentía señalado como criminal y sentía que nunca me aceptarían.
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A pesar del miedo que me acechaba todos los días, siempre pensé que la escuela era un sitio de inspiración y de maravillas interminables. Dediqué todas mis energías a estudiar, me volví un estudiante de excelencia y saqué las mejores calificaciones en los exámenes estandarizados.
Hablo seis idiomas. Hice pasantías con el senador Marco Rubio, representante republicano de Florida que ha respaldado la reforma inmigratoria. También soy miembro del Programa de Desarrollo de Liderazgo de McKinsey & Co. Soy un violinista sobresaliente , toco un instrumento que me regalaron y me ofrecí como voluntario para dar clases de violín gratuitas a jóvenes pobres de Miami. Estudié al filósofo chino Lao Tse y recibí una beca del 100% del gobierno chino para estudiar chino allá .
Leí sobre la vida de Barack Obama justo después de las elecciones de 2008, cuando estaba en quinto grado. Desde entonces ha sido mi inspiración. Pensé que si podían elegir presidente a una persona de color, un niño de Colombia podría hacer cualquier cosa en Estados Unidos.
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Sin embargo, temía que sería imposible ir a la universidad en Estados Unidos porque no muchas universidades ofrecen ayuda económica a estudiantes indocumentados y algunas incluso se rehúsan a recibirnos. Mi familia era demasiado pobre para pagar lo que quería.
Afortunadamente, las becas que gané con esfuerzo y buenas calificaciones me permitieron ir a la Universidad de Columbia.
Ahora, pende sobre mí la amenaza de la deportación y desearía tener la oportunidad de conocer al presidente Trump, igual que conocí a la Sra. Obama. Le pediría que pensara en mí y en los demás dreamers protegidos por la DACA como personas, no como una horda amenazadora.
nullLe diría al presidente Trump que un pequeño porcentaje de personas de todas las nacionalidades y todas las etnias cometen delitos, pero que la gran mayoría de los dreamers obedecemos la ley y fortalecemos a Estados Unidos, no lo debilitamos.
Hablaríamos de que los dreamers hemos vivido en Estados Unidos durante la mayor parte de nuestra vida. Muchos han asistido a la primaria, la secundaria y la preparatoria en este país y hablamos inglés con fluidez. Aunque hablo español muy bien, muchos dreamers saben poco o nada del idioma de su país de nacimiento.
Deportarnos a países de los que recordamos poco o nada sería una dificultad enorme para nosotros. Le diría al presidente que aunque no tenemos papeles que declaren que somos ciudadanos estadounidenses, llevamos la misma vida que nuestros vecinos nacidos aquí o que inmigraron legalmente. Mientras crecíamos, nos enseñaron a celebrar las mismas fiestas, a llorar las mismas tragedias nacionales y a festejar los mismos triunfos nacionales.
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Nuestros familiares trabajan y pagan impuestos para sostener al gobierno a todos los niveles.
También diría que los dreamers somos tan estadounidenses como cualquier otro aunque nos falte un papel que valide nuestra identidad estadounidense.
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Finalmente, le diría al presidente Trump que leí que su abuelo llegó a Estados Unidos procedente de Alemania. Le preguntaría cómo se habría sentido de joven si lo hubieran enviado a Alemania sin dinero y le hubieran dicho que aprendiera un idioma nuevo y que comenzara una vida nueva porque Estados Unidos no tenía lugar para él.
El presidente Trump ha logrado cosas grandes en Estados Unidos. Nosotros los dreamers también podemos. Por favor, Sr. Presidente, denos la oportunidad que su abuelo, su madre y su esposa tuvieron para también hacer de este país nuestro hogar.
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