OPINIÓN: Formación universitaria, uno de los mecanismos vs la inequidad salarial
Nota del editor: Alejandro Rivero-Andreu Salas es director general de FINAE. Fundada en 2006, FINAE es una institución financiera con impacto social que otorga créditos para cursar estudios de licenciatura y posgrado en universidades privadas de México. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(Expansión) – La espera tomará 170 años. En 2187, de acuerdo con estimaciones del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), la desigualdad económica y laboral entre hombres y mujeres se habrá extinguido de este planeta. A partir de ese momento, el Día Internacional de la Mujer adquirirá un matiz diferente al actual.
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Si quiere llegar a la cita y formar parte de tal logro, México necesita fortalecer las oportunidades de desarrollo que ofrece a sus mujeres, quienes representan, según datos del Inegi , más del 43% del personal ocupado de la economía nacional. De acuerdo con estudios globales del WEF, este segmento de la población mexicana tiene que lidiar con la inequidad salarial (respecto del género masculino) y, desde una perspectiva mundial, recibe uno de los peores ingresos por minuto trabajado.
La formación universitaria es uno de los mecanismos más eficientes para combatir dicha desigualdad, ya que, como lo han señalado distintas investigaciones , una persona con educación superior (en comparación con otra que posee grados académicos inferiores) puede incrementar sus ingresos en más del 50%. Y más allá de los recursos económicos para enriquecer sus condiciones de vida, la educación superior implica mejores oportunidades para aspirar a cargos de mayor responsabilidad y condiciones ideales para exigir un trato laboral justo.
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Sin embargo, la solución también demanda un compromiso: asegurar que las jóvenes mexicanas tendrán acceso a la universidad y que, una vez ahí, no tendrán que abandonarla por causas ajenas a lo académico.
Datos del gobierno federal indican que, para el periodo 2015-2016, la matrícula en educación superior (considerando instituciones públicas y privadas) estaba integrada por:
- Más de 3 millones 640,000 alumnos en total.
- De la totalidad de estudiantes, poco más de 1 millón 800,000 eran mujeres (no muy lejos de la cifra de varones: apenas por arriba de 1 millón 848,000).
nullA la luz de un análisis más puntual, este ámbito femenino revelará otras cifras, muy elocuentes respecto de las tareas pendientes en equidad de género educativa.
- En educación media superior (casi 5 millones de alumnos en total), la matrícula femenil se estima en más de 2 millones 500,000 estudiantes. Es decir, entre la prepa y la universidad, casi 700,000 mujeres abandonan la formación académica.
- Como sus compañeros varones, las jóvenes mexicanas dejan los estudios por una razón principal: insuficiencia económica para enfrentar los gastos que conlleva una educación universitaria.
- Ambos indicadores, seguramente, explican una tendencia detectada por la OCDE : en México, las jóvenes, en comparación con los hombres, tienen una probabilidad 4 veces mayor de convertirse en Nini (jóvenes que no estudian ni trabajan); junto a Turquía, este es el factor de riesgo más alto entre los países que integran el organismo global.
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En un crédito especializado en educación superior, las mujeres mexicanas podrían encontrar una herramienta útil para aspirar a una vida con condiciones de equidad.
En un día como hoy, en el que mucho se hablará sobre las condiciones de inequidad social y económica que aún padecen las mujeres en México, habría que pensar en las acciones que realmente detonarán un cambio en el entorno. Y en ese sentido, una idea inteligente es invertir en la formación universitaria de una joven mexicana.
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